Taiwán, como Canadá, es un país multicultural. Sus residentes emigraron principalmente de las islas del Pacífico Sur y de la costa sur de China en el siglo XIII, y de nuevo durante los siglos XVII al XIX. En los últimos 400 años, Taiwán ha sido gobernada en varias ocasiones por la República Holandesa, España, la Casa de Koxinga, la Dinastía Qing, Japón, y el régimen de Chiang Kai-shek. Las reformas democráticas comenzaron en la década de los 80s, pero no fue hasta las primeras elecciones presidenciales de 1996 que Taiwán se convirtió realmente en una democracia.
Hoy en día, Taiwán es un país independiente con fronteras sólidas, un gobierno eficaz y relaciones diplomáticas. Comparte los mismos valores de democracia, libertad, estado de derecho y derechos humanos con Canadá. Tiene la 22ª economía más grande del mundo y es el 12º socio comercial de Canadá. La base de datos estadísticos Numbeo le dio a Taiwán la clasificación más alta en el Índice de Atención Médica por país en 2020, con una puntuación de 86.71, mientras que en 2019, la revista CEOWORLD clasificó a Taiwán como el más alto en su Índice de Atención Médica. También tiene una posición de liderazgo en los campos de la tecnología, la biología, la química y la ingeniería.
Taiwán es reconocido internacionalmente por sus derechos políticos y libertades civiles. El Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha elogiado públicamente a Taiwán por su historia de éxito democrático, un socio fiable y «una fuerza del bien en el mundo». Sin embargo, el ascenso del Partido Comunista Chino al poder y la imposición de su conocido «principio de una China» en el sistema de la ONU llevó a que Taiwán no pueda ser reconocido como un país soberano. Bajo la influencia del régimen chino en la comunidad internacional, a Taiwán también se le ha negado la condición de miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde que se conoció del brote del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), conocido comúnmente como el nuevo coronavirus, en Wuhan el pasado mes de diciembre, más de 33.000 personas han muerto y más de 190 países han sido afectados. Taiwán, cuyo pronóstico inicial era que se convertiría en el segundo país más infectado después de China, ha creado un «milagro médico» mundial gracias a los esfuerzos decididos del gobierno y el pueblo, manteniendo los casos confirmados en solo unas cinco personas infectadas por cada millón de habitantes, y solo dos muertes hasta el 29 de marzo.
En un artículo del 10 de marzo del NBC News titulado «Lo que Taiwán le puede enseñar al mundo en la lucha contra el coronavirus», se elogió el éxito del gobierno en la prevención de una epidemia mediante la aplicación oportuna de ocho medidas: establecer un centro de mando, estar alerta y ser proactivo, adoptar medidas rápidas y decisivas, utilizar la tecnología para detectar y rastrear los casos, garantizar la disponibilidad de suministros, educar al público, lograr la participación del público y utilizar la experiencia adquirida con el brote de SRAS en 2003.
El logro de Taiwán no ha pasado desapercibido. En un artículo publicado en la revista científica Nature se sugirió que, a la luz del éxito de Taiwán, es hora de que la OMS reconsidere su postura hacia la nación insular, afirmando: «La alienación de Taiwán es una responsabilidad inexcusable para la salud mundial».
Muchos de los principales medios de comunicación de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Suiza, España, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia han publicado informes similares. El periódico británico The Telegraph dijo que los esfuerzos de Taiwán para prevenir un brote establecen «el estándar de oro en la respuesta a la epidemia».
El Primer Ministro Justin Trudeau declaró públicamente que otorgar a Taiwán la condición de observador en las reuniones de la Asamblea Mundial de la Salud redunda en beneficio de la comunidad de salud internacional y que Taiwán es un importante asociado en la lucha contra la pandemia.
Taiwán tiene suficiente experiencia y capacidad para ayudar a la comunidad internacional a apoyar el objetivo de la Organización Mundial de la Salud de lograr «el más alto nivel posible de salud para todos los seres humanos». Ningún ciudadano de ningún país debería tener que vivir sin los valores universales que garantizan el derecho a la salud, independientemente de la raza, religión, creencias políticas, economía o condición social.
Dejemos que la pandemia de COVID-19 sea una oportunidad de cambio. La comunidad internacional no debería permitir, por consideraciones políticas, que el régimen autoritario del Partido Comunista Chino siga excluyendo la «buena fuerza» de Taiwán de la Organización Mundial de la Salud por más tiempo.
The Epoch Times se refiere al nuevo coronavirus, que causa la enfermedad COVID-19, como el virus del PCCh porque el encubrimiento y la mala gestión del Partido Comunista Chino permitieron que el virus se propagara por toda China y provocara una pandemia mundial.
Michael Sun es director del Centro Cultural Comunitario afiliado al Consejo de Asuntos Comunitarios en el Extranjero en Toronto.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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