Normalmente pensamos que el miedo nos frena, que es algo que hay que evitar. Pero, ¿y si el miedo fuera una herramienta poderosa? ¿Y si pudiéramos dominarlo? Seríamos imparables, capaces de superar el rechazo, el fracaso y el ridículo.
Hace tiempo, el miedo era una señal de peligro que nos decía que debíamos huir de un león o alejarnos de un precipicio. Eso era bastante útil. Hoy en día, no nos enfrentamos a muchos peligros físicos, pero las mismas señales de miedo aparecen cuando intentamos perseguir nuestros sueños o cuando nos sentimos vulnerables ante otras personas.
Los miedos de hoy se refieren más a nuestras inseguridades y a la posibilidad de «no estar a la altura». Estos son los principales miedos que aparecen en una encuesta que realicé hace un tiempo entre los lectores:
- Miedo al fracaso
- Miedo a ser insuficiente
- Miedo al rechazo
- Miedo a no estar preparado
- Miedo a ser un fracaso
- Miedo a hacer el ridículo
Puede darse cuenta que todos ellos son en realidad el mismo miedo: el miedo a no ser lo suficientemente bueno. Si no somos lo suficientemente buenos, podemos fracasar, ser rechazados, ridiculizados o ser llamados un fraude. Nuestro miedo más profundo y común es el de ser insuficiente. No se trata de un peligro físico; es algo interno.
Por tanto, el miedo ya no es una señal de que debemos huir, sino de que debemos enfrentarnos a algo y superarlo.
Escalando el muro del miedo
Siempre que sentimos miedo, significa que nos estamos estrellando contra un muro. Al otro lado del muro hay una nueva libertad.
Es una libertad que deseamos, y es algo sano de desear. Pero cuando nos encontramos con el miedo y el malestar, nuestra respuesta normal es evitarlo. Al esquivarlo, permanecemos en el mismo lado del muro, el lado cómodo donde sabemos lo que hacemos y donde las cosas son fáciles. Estamos atrapados.
¿Qué pasaría si saltáramos ese muro? Tendríamos una nueva libertad: para conectar con los demás de forma significativa, para salir al exterior y perseguir la vida que realmente queremos, para explorar el mundo, para iniciar un negocio o para amar con el corazón abierto.
La libertad está al otro lado del miedo. Así que cuando sentimos este miedo creado internamente, en realidad es una señal de que debemos avanzar. Es una oportunidad de crecimiento.
Sí, es difícil. Pero evitarlo no funciona. Puede que nos sintamos cómodos, pero viene con el dolor de los sueños abandonados y la pérdida de autoestima. Una mejor opción es ir hacia dentro: ver el miedo y la confusión que hay ahí, y procesarlo. Eso significa analizar ese pensamiento que nos dice que no somos lo suficientemente buenos, aprender a querernos a nosotros mismos y a estar bien aunque fracasemos o nos rechacen.
Y también podemos actuar con valentía ante el miedo.
Actuar ante el miedo
Podemos practicar la actuación consciente incluso con el miedo en el cuerpo. La práctica consiste en percibir que sentimos miedo, y observar nuestra reacción habitual. Quédese con el miedo y compruebe cómo se siente físicamente.
Compruebe que no es tan malo, que podemos estar bien en medio de esa sensación. Son solo hormonas en nuestro cuerpo, solo una energía de excitación.
Estando en el momento, podemos pasar a la acción: escribir un libro, mantener una conversación, ir a un evento social o subir al escenario. Podemos sumergirnos de lleno en el momento, sintiendo el miedo en nuestro cuerpo, pero sin dejar de actuar.
El miedo es una preocupación por el futuro, que todavía no existe. Al darnos cuenta de ello, podemos volver al momento presente y a lo que tenemos delante. Podemos estar agradecidos por ello, sonreír y pasar a la acción.
Esto requiere práctica. Inténtelo ahora. Practíquelo todos los días: Acérquese a lo que le asusta, repetidamente. Apóyese en el miedo. Sea valiente, atraviese el muro del miedo y entre en la libertad de la apertura.
Leo Babauta es autor de seis libros y escritor de Zen Habits, un blog con más de 2 millones de suscriptores. Visite ZenHabits.net
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