¿Una tormenta perfecta para el oro?

¿La confluencia de las crisis mundiales desatará una nueva "fiebre del oro"?

Por James Gorrie
28 de febrero de 2020 9:27 PM Actualizado: 28 de febrero de 2020 9:27 PM

Comentario

No soy un gran fanático del oro. No paga dividendos, no se usa fácilmente para compras normales y, por lo general, limita, en vez de facilitar la expansión económica. Pero el oro tiene un valor intrínseco, incluso si ese valor es difícil de precisar, y se ha utilizado como dinero durante milenios.

Dicho esto, una nueva década definitivamente está sobre nosotros y, en lo que respecta a los mercados bursátiles, se perfila para no parecerse a la anterior. Múltiples eventos están sacudiendo la confianza en los mercados financieros de todo el mundo. La incertidumbre es el sentimiento dominante y, por el momento, hay pocas razones para pensar que eso cambiará pronto.

Aumento de la incertidumbre

El precio del oro es el último índice de incertidumbre y, para los inversores, poseerlo es el mejor refugio seguro. Y en este momento, no hay escasez de incertidumbre. En el mundo este factor está sobreabundando.

En la parte superior de la lista de incertidumbre, por supuesto, está la creciente epidemia, ¿o es una pandemia en este instante?, del coronavirus COVID-19. A medida que el virus mortal continúa propagándose a través de un número creciente de naciones, la incertidumbre aumenta también. Esto es especialmente cierto, ya que vemos nuevos casos de origen desconocido de la enfermedad que aparecen en Estados Unidos.

A esta incertidumbre se suma el hecho de que aún no tenemos información definitiva sobre qué es o de dónde proviene.

¿Es un patógeno diseñado por el laboratorio biológico de Wuhan situado a unos 900 pies del mercado de animales salvajes? ¿O es del propio mercado de animales salvajes?

Otras preguntas desencadenan más ansiedad e incertidumbre.

¿Por qué el virus tiene similitudes con los virus del Ébola y el VIH? ¿Cuál es su tasa de mutación? ¿Sigue siendo cada vez más fuerte?

Nadie está proporcionando esas respuestas, por lo que la incertidumbre sigue siendo alta en los mercados, como en todos los demás lugares, y probablemente esté aumentando aún.

China, la mayor fuente de incertidumbre

Pero, por supuesto, la gran historia es el gran impacto que está teniendo el brote en China y en su vasta economía basada en la manufactura. Esa desaceleración probablemente continuará, al menos, durante este año y arrastrará a todas las economías del mundo. Eso significa una caída en la producción de China y, a medida que el virus se propague al resto del mundo, más cuarentenas en otras naciones asiáticas, en Europa, Estados Unidos y el resto del mundo.

Ah, pero hay más. En Estados Unidos, se aconseja a las personas que se preparen almacenando alimentos. Eso en sí mismo genera incertidumbre, ¿no? También se traduce en una menor actividad comercial en todas partes y, por lo tanto, una disminución de la demanda a escala mundial.

La disminución de la demanda significa menos actividad empresarial, lo que conduce a la deflación del precio de los activos. El mercado se da cuenta rápidamente, por eso estamos viendo caer los precios de las acciones. Los activos, que son especialmente vulnerables, son aquellos que obtienen gran parte de su valor percibido de la confianza, como acciones y bonos. Los bienes raíces podrían seguir fácilmente e incluso los valores de las divisas también.

Récord de caídas bursátiles 2.0

En respuesta, los mercados están viendo algunas caídas en el valor de las acciones récord y varios días negativos seguidos. Las empresas favoritas, como Tesla, han perdido el 30 por ciento de su valor de mercado en cuestión de días, y el mercado está mirando su peor semana desde la Crisis Financiera Global.

En consecuencia, los bonos han visto caer sus rendimientos a mínimos históricos. El rendimiento de los bonos a 30 años ahora está por debajo del 2 por ciento, y el rendimiento a 10 años se encuentra en territorio récord, a un nivel muy bajo, ya que los inversores que venden sus posiciones de capital huyen a la relativa seguridad de los bonos del Tesoro de EE.UU.

Una vez que la confianza se ve sacudida en las mentes de los inversores, puede llevar un tiempo restaurarla. A fines de 2008 y durante gran parte de 2009, las carteras de valores y los bienes inmuebles perdieron la mitad de su valor. Los bancos que obtuvieron rescates del gobierno federal se recuperaron mucho más rápido, pero la mayoría de los inversores de acciones típicas tardaron mucho más en volver al mercado.

Mientras todo eso sucedía en aquel entonces, el precio del oro subió a más del doble.

Es por eso que, con las incertidumbres de hoy, además de los bonos, los inversores están comprando oro nuevamente. La carrera puede estar comenzando, ya que el precio del oro se disparó casi un 3 por ciento esta semana, alcanzando un máximo de siete años, antes de que se retrajera un poco.

¿Llegará la fiebre del oro a los niveles máximos que alcanzó durante el pico de la crisis financiera mundial de 2008-2009?

Eso aún está por verse. Es muy posible que dependa de la rapidez con que llegue una vacuna, o incluso de la noticia de una vacuna prometedora. Las estimaciones actuales son de 12 a 18 meses, pero una puede venir antes.

Más incertidumbre en el horizonte

Mientras tanto, la crisis de COVID-19 no es la única crisis que amenaza la prosperidad y el orden mundial, tal como está establecido. Las tendencias geopolíticas apuntan a una escalada de conflictos que fácilmente podrían generar incertidumbre, y también precios más altos del oro.

Por ejemplo, la guerra en curso en el Medio Oriente que involucra a Siria, Israel, Rusia, Turquía e Irán es altamente inestable. Cualquiera o todas esas naciones podrían estar a solo un incidente de una escaramuza que se intensificaría en una guerra más amplia.

Lo mismo ocurre con Estados Unidos e Irán. Cada uno continúa golpeando al otro en Irak, una actividad de alto riesgo que fácilmente podría salirse de control. Esto es particularmente probable si el régimen gobernante de Irán ve mayores disturbios civiles de los que ya está intentando contener.

Mientras tanto, Israel continúa atacando a las fuerzas hostiles iraníes en Siria, mientras responde a los ataques con cohetes de los palestinos en Gaza. Además, en Siria, las fuerzas rusas y estadounidenses se han enfrentado por el deseo de Rusia de acceder a los campos petroleros sirios, y Turquía ha estado atacando a Siria en la región noroeste de Idlib.

Un poco más lejos, Yemen está librando una guerra religiosa como representante de Irán contra Arabia Saudita. Nuevos avances yemeníes podrían desestabilizar el Reino de Arabia Saudita, un régimen autoritario que lucha por mantenerse en el poder, en medio de una generación joven e inquieta que busca más libertades.

Y en el Mediterráneo, Turquía se ha asociado recientemente con Libia para desafiar el reclamo de Israel sobre sus campos petrolíferos de Leviatán y sobre el oleoducto de gas natural a Europa que Israel, Grecia y Chipre desean construir. Casualmente, Turquía ocupa ilegalmente el norte de Chipre y también apoya a Hamas, un grupo terrorista con sede en Gaza empeñado en la destrucción de Israel.

¿Dejé a alguien afuera? Sin duda, sí. Pero creo que este esbozo señala que no hay escasez de crisis en el horizonte, crisis que pueden aumentar el ya alto nivel de incertidumbre en el mundo actual.

La trinidad profana de quienes están en contra de las bondades del oro —el miedo, la incertidumbre y la duda— dominan una vez más los titulares mundiales y pueden hacerlo en el futuro previsible.

Puede ser una tormenta perfecta para el oro, al menos, eso es lo que dicen los halcones del oro.

¿Tienen razón?

Puede que sí.

James Gorrie es escritor y orador en el sur de California. Es autor de «La crisis de China».

Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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