Uruguay culminó este miércoles su último «corredor humanitario» con el viaje a Estados Unidos de los 14 pasajeros que quedaban en el buque Greg Mortimer, afectado por el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como nuevo coronavirus y anclado a 20 kilómetros del puerto de Montevideo, y de una británica internada en un hospital montevideano.
Alrededor de las 16.40 horas (19.40 GMT) despegó desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco el vuelo sanitario hacia Miami, desde donde los no estadounidenses (canadienses y varias nacionalidades europeas) podrán volar a sus países de origen.
De esta manera termina un operativo que tuvo su primera fase el pasado viernes, cuando 112 cruceristas australianos y neozelandeses fueron evacuados y llevados en un vuelo médico a Australia como parte de un dispositivo que arrancó por la tarde y no finalizó hasta la madrugada.
Montevideo, una parada imprevista
El crucero Greg Mortimer partió de Ushuaia (Argentina) hacia las Islas Canarias con 132 pasajeros y 85 tripulantes y llegó a Montevideo cuando uno de sus ocupantes, el primero que debió ser evacuado, el 31 de marzo, tuvo problemas físicos.
Personal de laboratorio, equipado con 216 kits de testeo, ascendió a la nave el 5 de abril para determinar cuántos ocupantes estaban afectados por el COVID-19. Como resultado de las pruebas, se informó que la mayoría estaban «asintomáticos o con síntomas leves».
Sin embargo, según explicó este miércoles el canciller uruguayo, Ernesto Talvi, que presenció la toda actividad en primera línea, este crucero nunca tuvo Uruguay en su mapa y «quedó a la deriva con una situación muy comprometida, la explosión del coronavirus».
Los gestos de agradecimiento del pasaje por devolverles a casa, que ya se vieron el pasado viernes, se repitieron este miércoles y muchos de los cruceristas descendieron del Greg Mortimer saludando a los presentes, con gestos de agradecimiento o dibujando corazones.
Este operativo «más pequeño pero muy similar al anterior» implica una solidaridad que «nos define como pueblo y como país», dijo el canciller ante los periodistas presentes en el puerto.
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Un corredor humanitario para garantizar la seguridad
Desde que se decretara la «emergencia sanitaria» el pasado 13 de marzo, Uruguay ha podido presumir de lo que ha denominado «corredores humanitarios» para devolver a sus países a más de mil personas de 40 nacionalidades diferentes.
En estas repatriaciones, lo prioritario fue garantizar la seguridad sanitaria tanto de los pasajeros como de los trabajadores implicados, e incluso se efectuaron chequeos médicos previos al embarque.
El fuerte viento que sopló este martes en la capital uruguaya retrasó 12 horas un operativo que arrancó minutos antes de las 12.15 horas (15.15 GMT) del miércoles, cuando la embarcación atracó en un muelle del puerto.
El canciller dirigió en todo momento la operación, en la que participaron también el Ministerio de Salud Pública, el de Defensa, el del Interior, el de Transporte y Obras Públicas y el de Economía y Finanzas.
La paciente británica internada fue la primera en subir al avión alrededor de las 15.15 horas (18.15 GMT), tras lo cual continuaron los 14 pasajeros que llegaron al Aeropuerto Internacional de Carrasco en un autobús escoltado por la Armada y el Ministerio del Interior.
La tripulación, a cuarentena
Sin ningún pasajero a bordo, el buque australiano queda con unos 85 miembros de la tripulación, que todavía no podrán volver a casa.
El crucero regresó a la denominada ‘zona de servicios’, a unos 20 kilómetros del puerto de Montevideo, para continuar con la cuarentena, si bien Talvi confirmó que recibirán, en todo momento, «servicio de salud y abastecimiento».
Cuando las autoridades médicas consideren que toda la tripulación ha superado el contagio, el barco zarpará rumbo a Las Palmas (España), que era el destino final del crucero inicialmente.
Además, dos tripulantes y dos pasajeros -acompañados de sus cónyuges, que están sanos- continúan internados en diferentes hospitales uruguayos a la espera de su recuperación.
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