Usinas de carbón secretas revelan la estrategia ‘espejismo verde’ de China

Por Joshua Philipp - La Gran Época
06 de abril de 2019 2:16 PM Actualizado: 06 de abril de 2019 2:16 PM

Comentario

A pesar de haber dicho que reduciría el uso de carbón, el régimen chino ha renovado en silencio la construcción de usinas energéticas de carbón.

Según la televisora alemana Deutsche Welle, los hallazgos se basan en imágenes satelitales recientes que muestran que el régimen ha reanudado la construcción de docenas de usinas de carbón. La nueva construcción fue expuesta en un informe conjunto del Monitor de Energía Global, Greenpeace y Sierra Club.

Como hace notar Deutsche Welle, esto va contra las propias medidas del Partido Comunista Chino (PCCh) en 2012 y 2013 de reducir el crecimiento de su industria carbonífera, y de su promesa de ponerle tope al consumo del carbón. La transmisora informó que el PCCh también ha puesto dinero en efectivo en otras usinas de carbón en el extranjero.

Esto muestra que a la vez que el PCCh habla de «energías limpias» y de respaldar programas internacionales para frenar las emisiones de gas de efecto invernadero, mantiene sus propios programas de energía barata y eficiente.

Al mismo tiempo, al promover programas de energía menos rentables y menos efectivos en Europa y otros lados, el PCCh toma un camino que le permite dominar el mercado.

Guerra irrestricta

Estas acciones están enlazadas con las estrategias militares delineadas en los sistemas de guerra irrestrictos del PCCh—específicamente la guerra de recursos y la guerra de ley internacional (también llamada «guerra legal»). La guerra ambiental combina estos dos conceptos.

Según el libro militar chino «Guerra irrestricta«, la guerra de recursos se describe como «apropiarse de la riqueza diezmando la provisión de recursos», y la guerra legal se describe como «aprovechar la primera oportunidad para establecer regulaciones».

«El objetivo de esta clase de guerra abarca más que simplemente usar medios que involucren la fuerza de las armas para forzar al enemigo a aceptar la voluntad de uno», dice el libro.

«En cambio, el objetivo debería ser ‘usar todos los medios habidos y por haber—medios que involucren la fuerza de las armas y medios que no involucran la fuerza de las armas, medios que involucren el poder militar y medios que no involucren el poder militar, medios que conlleven pérdidas de vidas y medios que no impliquen pérdidas de vidas—para forzar al enemigo a que sirva a los propios intereses'».

En el sentido estratégico, la guerra de recursos podría ser la destrucción intencional de la tierra para evitar que el adversario la use—como cuando Rusia incendió campos de cultivo mientras caía bajo las fuerzas de Napoleón, causando que el ejército de Napoleón muera de hambre.

Cuando se trata de guerra legal, esto incluye la manipulación de leyes y regulaciones para controlar o impedir el acceso a recursos claves como el hierro, minerales de tierras raras, o fuentes de energía como el petróleo y el gas natural.

El PCCh demostró el uso de esta estrategia en septiembre de 2010, cuando estaba tratando de tomar el control de las Islas Senkaku de Japón. Luego que Japón detuvo a un pescador chino en aguas en disputa, el PCCh respondió prohibiendo la venta de tierras raras a Japón.

Su control del mercado de tierras raras actuó como un arma simbólica a la cabeza de la industria de alta tecnología de Japón—y de igual manera a la economía japonesa.

En otras palabras, el PCCh usó el método de la guerra legal para tomar control del territorio.

Guerra ambiental

Entremos ahora en los combustibles fósiles y gases de efecto invernadero—y ya sea que estés de un lado o del otro en el asunto del calentamiento global, olvídalo por un momento. Vamos a ver esto puramente desde el ángulo estratégico.

Cuando se trata del tema actual de la energía del carbón, el PCCh ha estado hablando con dos lenguas. De un lado, habla de la boca para afuera sobre energías limpias y dice que liderará el cambio. Por el otro lado, no está cambiando nada—incluso continúa su historial de ser el transgresor número uno en emisiones de gases de efecto invernadero.

El negocio de la energía es estratégicamente valioso, no solo porque controla la habilidad de proporcionar energía a los ejércitos, economías e infraestructura nacional, sino también por su poder de influenciar otras naciones.

Rusia tiene muy claro este concepto, y ha usado su control del gas natural para inclinar las políticas en Europa. Cables filtrados del Departamento de Estado de 2009, mostraron que Rusia estaba planeando ejercer un control similar con la energía nuclear, y estaba haciendo Europa del Este su principal objetivo.

Las conocidas ambiciones de Rusia para usar mercados energéticos como influencia política fueron parte de la controversia cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos bajo Hillary Clinton, hizo su «vuelta a cero» el 6 de marzo de 2009, y ayudó a aprobar la compra de Rusia de la compañía de uranio Uranium One, a la vez que millones de dólares entraban a la Fundación Clinton.

Cuando se trata de debates sobre calentamiento global, China es el infractor más grande en emisiones de gases de efecto invernadero. Como nota Deutsche Welle, el carbón es el mayor culpable de las emisiones de carbono, y aunque la mayoría del mundo está queriendo apartarse de la energía por carbón, la demanda global de carbón aumentó un 0,7 por ciento. En él se dice «Casi todo ese crecimiento vino de Asia y especialmente de China, donde la producción eléctrica por carbón aumentó más del 5 por ciento».

Según estos números, y el historial ambiental del régimen chino que incluye la imprudente destrucción de sus propios recursos naturales, es justo decir que el PCCh se preocupa muy poco sobre cómo su industria afecta el medio ambiente.

Pero el PCCh dice que sí se preocupa. Esto tiene unas cuantas facetas. Parte de la razón por la cual el PCCh apoya restringir las emisiones de gases de efecto invernadero es que las regulaciones internacionales incapacitan a sus competidores, y les permite comprar recursos a precio de liquidación.

El PCCh también controla una gran porción del movimiento tecnológico de «energía limpia», también por su monopolio sobre tierras raras que se usan en paneles solares y turbinas eólicas, y su habilidad de reducir el precio de sus competidores en tecnología de turbinas eólicas, la cual sus hackers militares—la «Unidad 61398″—robaron de la compañía estadounidense American Superconductor Corp.

Esto nos trae al acuerdo climático de París, el cual fue un tratado internacional para cortar emisiones de gases de efecto invernadero. El presidente Donald Trump se retiró del acuerdo, criticándolo como un tratado que pondría pesadas restricciones a compañías estadounidenses a la vez que le daría libertad a los principales infractores, incluyendo China.

Irónicamente, la administración de Trump—sin restricciones para producir a través de la quema limpia de gas—se las arregló para cortar las emisiones de carbono incluso sin las restricciones del acuerdo de París, tanto que Estados Unidos es ahora el líder mundial en cortar las emisiones de carbono. Sobrepasó a todos sus críticos desde Canadá a Europa, y hasta China.

Mientras tanto, según The Heartland Institute, «Las emisiones de dióxido de carbono de China se elevaron al ritmo más rápido en siete años durante el primer trimestre de 2018, según Greenpeace. China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y los datos del gobierno muestran que las emisiones de dióxido de carbono del país fueron 4 por ciento más altas en el primer trimestre de 2018 que en el mismo periodo en 2017».

El acuerdo de París le habría permitido al PCCh dominar el mercado energético. Los nuevos hallazgos de las usinas de carbón del PCCh muestran que todo lo que se dijo sobre energías limpias no era más que pura habladuría.

Joshua Philipp es un periodista de investigación senior de La Gran Época.

Las opiniones expresadas en este artículo son la opinión del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.

 

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