Un estudio publicado en el British Medical Journal a última hora del jueves sugiere que la vacuna anti COVID-19 de Moderna tiene hasta cuatro veces más probabilidades de causar inflamación del corazón —miocarditis o miopericarditis— que la vacuna anti COVID-19 de Pfizer-BioNTech.
«La vacunación [con la vacuna de Moderna] se asoció a un riesgo significativamente mayor de miocarditis o miopericarditis en la población danesa», y la tasa fue «entre tres y cuatro veces mayor» con la vacuna Moderna en comparación a la de Pfizer-BioNTech, señalaron los autores del estudio que abarcó a casi el 85 por ciento de los daneses, es decir 4.9 millones de personas de 12 años o más.
El mayor riesgo de miocarditis o miopericarditis con la vacuna Moderna fue «principalmente impulsado por un mayor riesgo entre los individuos de 12 a 39 años», dijeron los investigadores del Instituto Statens Serum de Dinamarca.
El estudio basado en un conjunto de personas, publicado el 16 de diciembre en la revista British Medical Journal (BMJ), también corroboró estudios e informes anteriores, como los de Israel y Estados Unidos, que afirman que existe un mayor riesgo de miocarditis o miopericarditis al vacunarse con Moderna o Pfizer, que son vacunas basadas en el ARNm.
Número de casos es «bajo» y la mayoría son «leves”
Los autores del estudio describieron que la tasa absoluta de miocarditis o miopericarditis de la vacuna basada en ARNm «fue baja, incluso en los grupos de edad más jóvenes».
«Los beneficios de la vacunación con ARNm contra el SARS-CoV-2 deben tenerse en cuenta al interpretar estos resultados», añadieron. «Se necesitan estudios multinacionales más amplios para investigar más a fondo los riesgos de miocarditis o miopericarditis tras la vacunación dentro de subgrupos más pequeños».
Los autores analizaron los registros nacionales de Dinamarca que muestran los datos de la vacunación, los ingresos hospitalarios y los resultados de los análisis de laboratorio de las muestras de sangre, en la población del país.
En los 28 días siguientes a la vacunación, encontraron una tasa absoluta de 1,4 casos de miocarditis o miopericarditis entre los vacunados con Pfizer por cada 100,000 personas (o alrededor de 1 caso por cada 71,400 personas) y 4.2 casos por cada 100.000 personas (o aproximadamente 1 caso por cada 23,800), entre los vacunados con Moderna, según los resultados del estudio.
La mayoría de los casos fueron «predominantemente leves», escribieron los autores.
La vacuna de Pfizer «solo se asoció a un riesgo significativamente mayor entre las mujeres», lo que contrasta con los resultados de estudios realizados en Israel y Estados Unidos, indicaron a continuación. La discrepancia podría explicarse por la edad media de la población vacunada, por el lapso de tiempo transcurrido entre la primera y la segunda dosis, o porque un menor número de daneses dieron positivo en la prueba de detección de COVID-19, dijeron.
Los autores también señalaron que la vacuna de Pfizer «se asoció significativamente con el evento de miocarditis o miopericarditis cuando se aplicó en el estudio una ventana de tiempo reducida de 14 días».
Según una declaración del autor del estudio, Anders Hviid, los hallazgos del estudio «no eclipsan en general los muchos beneficios que conlleva la vacunación».
«Hay que tener en cuenta que la alternativa de contraer una infección con COVID-19 probablemente también implica un riesgo de inflamación en el músculo cardíaco», añadió.
El estudio encontró que tanto las vacunas de Moderna como las de Pfizer se asociaban a una reducción de alrededor del 50 por ciento del riesgo de sufrir un paro cardíaco o morir en comparación con las personas no vacunadas, afirmaron los investigadores.
La observación no puede establecer ninguna relación causal y puede tener algunas fuentes de sesgo, como una mayor concienciación del público sobre los posibles efectos secundarios de las vacunas basadas en el ARNm, que pueden haber afectado a los resultados, dijeron los autores.
En Estados Unidos, los fabricantes de vacunas son inmunes a la responsabilidad por cualquier reacción adversa, a menos que haya una «mala conducta intencionada».
Por su parte los proveedores de atención médica que administran las vacunas COVID-19 están obligados por ley a informar de cualquier efecto adverso grave o error en la administración de la vacuna al Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS), alojado en el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.
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