Un caso de niveles de glucosa peligrosamente altos en un paciente tras una vacuna de refuerzo contra COVID-19 llevó a los médicos del Johns Hopkins a investigar más a fondo, revelando un vínculo sutil pero significativo entre la dosis de refuerzo y las alzas de azúcar en la sangre a corto plazo en adultos con diabetes de tipo 1.
Primer indicio del problema
En el verano de 2021, una mujer de 24 años con diabetes de tipo 1, que normalmente se administraba 45 unidades de insulina al día, acudió a urgencias. Su corazón latía con fuerza y respiraba con rapidez. Sus niveles de glucosa en sangre eran alarmantemente altos y no respondía al protocolo de insulina habitual.
Durante su primer día en el hospital, necesitó 220 unidades de insulina por vía intravenosa, casi cinco veces su dosis habitual. Al tercer día, su organismo empezó a reaccionar y sus niveles de glucosa disminuyeron cautelosamente.
Perplejos ante el repentino aumento de los niveles de glucosa en la sangre, los médicos descartaron un caso de COVID-19 y posibles infecciones como para que la mujer estuviera experimentando la cetoacidosis diabética (CAD).
El misterio persistió hasta que el Dr. Mihail «Misha» Zilbermint, endocrinólogo del Johns Hopkins, observó un detalle crucial: el repentino aumento se produjo justo un día después de que la paciente recibiera la vacuna de refuerzo contra COVID-19.
«Yo revisé el caso exhaustivamente, buscando cualquier causa potencial de una CAD. Nada parecía fuera de lo normal, salvo la reciente vacuna contra COVID-19. Esto provocó un ‘momento aha'», dijo el Dr. Zilbermint a The Epoch Times. «Corrí a casa en bicicleta y, aún con la ropa de ciclista puesta, llamé urgentemente a mi colega exclamando: «¡No te lo vas a creer!»».
Inicio de la investigación
A raíz de este incidente, y con el eco de otros relatos anecdóticos, el Dr. Zilbermint encabezó un estudio de investigación, reuniendo a un equipo en Johns Hopkins para explorar los impactos de las dosis de refuerzo contra COVID-19 en los niveles de glucosa entre dicho grupo demográfico.
El estudio reunió a 21 participantes adultos con diabetes de tipo 1 —8 recibieron la vacuna de Moderna y 13 la vacuna de refuerzo de Pfizer-BioNTech— y analizó los cambios en su control glucémico y el uso de insulina en el momento de la vacunación. Utilizando monitores continuos de glucosa Dexcom G6 Pro durante diez días, la investigación trató de rastrear con precisión cualquier cambio en los niveles de glucosa antes y después de la vacunación.
«Hasta donde yo sé, somos los primeros en explorar el impacto de las dosis de refuerzo contra COVID-19 en la glucosa, utilizando datos de 24 horas de monitoreo continuo de glucosa en tiempo real», dijo a The Epoch Times, el Dr. Andrew Demidowich, profesor adjunto de la División de Endocrinología de la Johns Hopkins Medicine.
El estudio reveló un cambio tangible en los niveles de glucosa después de la vacunación entre las personas con diabetes tipo 1. El nivel promedio de glucosa de los participantes aumentó de 163 a aproximadamente 173 apenas en un par de días después de la vacunación, un salto que se considera estadísticamente significativo y probablemente no se deba a una mera casualidad. Los investigadores también notaron un aumento temporal en la resistencia a la insulina, lo que sugiere que el cuerpo no estaba utilizando la insulina con tanta eficacia como de costumbre.
El estudio encontró que, si bien las vacunas de refuerzo contra COVID-19 tuvieron un impacto generalmente mínimo en el control de la glucosa, incrementándola en un promedio del 6%, el Dr. Demidowich destacó una observación crítica: «Uno de cada cuatro participantes experimentó un aumento pronunciado en los niveles de azúcar en sangre post-vacuna de refuerzo».
Sin embargo, los autores del estudio afirman que, para la mayoría de los pacientes, la vacuna de refuerzo contra COVID-19 sigue siendo segura y bien tolerada, lo que coincide con investigaciones anteriores sobre la serie de vacunas primarias.
El Dr. Demidowich anticipa un posible aumento de azúcar en sangre, aunque probablemente más leve, después de la vacuna en personas con diabetes tipo 2, lo que justifica una mayor exploración de la interacción matizada entre las vacunas, las respuestas inmunitarias y el control de la glucosa en todos los tipos de diabetes.
Esta investigación surgió al mismo tiempo que las pautas actualizadas de los CDC, que recomiendan la vacunación anual contra COVID-19 para todas las personas mayores de seis meses de edad. Los CDC están cambiando el término «vacuna de refuerzo» a «vacunación anual», lo que refleja un enfoque adaptativo a la evolución continua del virus y establece un paralelo con el virus de la gripe.
Profundización en las causas
La conexión entre un aumento en los niveles de glucosa entre los diabéticos tipo 1 después de una dosis de refuerzo contra COVID-19 no es una sorpresa total, según el Dr. Demidowich. «Las vacunas están diseñadas para provocar una respuesta inmune, que induce una reacción inflamatoria, conocida por alterar la señalización de la insulina y la regulación de la glucosa», explicó el Dr. Demidowich. Para las personas con diabetes, las alteraciones como dolores de muelas o infecciones inminentes suelen traducirse en un aumento de los niveles de glucosa.
Aunque el estudio fundamenta la teoría de que la resistencia a la insulina, impulsada por la inflamación, es un factor clave para la hiperglucemia, no presenta una respuesta definitiva.
Sin cuantificar los marcadores inflamatorios, el equipo admite la posibilidad de que otros factores contribuyan. Los autores del estudio señalan que «la elevación temporal de los niveles de glucosa podría estar directamente relacionada con mecanismos inflamatorios, o quizás con otras influencias, como cambios en el apetito o los niveles de actividad física después de la vacunación».
Los aspectos prácticos de la vacunación, como el malestar, la reducción de la actividad física, la alteración de los hábitos alimentarios o las alteraciones del sueño, desempeñan un papel en la dinámica de la glucosa. El Dr. Demidowich teoriza que cualquiera de estos factores podría impactar de manera colaborativa los niveles de glucosa tras una vacunación con una dosis de refuerzo, generando un panorama complejo que requiere una exploración más amplia.
Manteniendo bajo control el nivel de azúcar en sangre después de la vacunación
Es crucial que las personas con diabetes sean conscientes de las posibles alzas en los niveles de glucosa, no solo después de la vacunación contra la COVID-19 sino con todas las vacunas, debido a la respuesta inmune inherente del cuerpo.
«Si bien las vacunas contra COVID-19 no tuvieron un impacto significativo en la glucemia, otras vacunas como la influenza, la Tdap o la neumocócica podrían tener efectos diferentes. Es crucial identificar a los pacientes más susceptibles a la hiperglucemia posvacunación grave o la CAD», afirmó el Dr. Zilbermint.
Es fundamental comprender la cetoacidosis diabética (CAD), reconocer sus síntomas y saber cómo responder. Los CDC citan indicadores iniciales de la CAD como sed pronunciada y micción frecuente, con una posible progresión rápida a síntomas graves como aliento con aroma a frutas, dolores musculares, dolores de cabeza, náuseas y fatiga, por nombrar algunos.
«Los profesionales de la salud deben ofrecer información detallada sobre el impacto potencial de la vacuna en la glucosa en sangre», continuó el Dr. Zilbermint, y agregó que los médicos deben realizar una valoración previa a la vacunación, evaluando el plan de manejo de la diabetes del paciente para garantizar que esté bien controlada.
Un plan estratégico post vacunación es vital, especialmente durante los primeros cinco días después de la inyección, aconseja el Dr. Demidowich. El médico subraya la importancia de realizar pruebas de glucosa con diligencia, de tener una estrategia sólida de ajuste de la insulina y de establecer un punto de referencia claro sobre cuándo buscar ayuda profesional, garantizando una red de seguridad para las consecuencias glucémicas potencialmente turbulentas de las vacunas.
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