Vacuna e infección por COVID pueden aumentar riesgo de padecer afección cardiaca, afirma estudio

Por Bill Pan
17 de diciembre de 2022 12:32 PM Actualizado: 17 de diciembre de 2022 12:32 PM

Un nuevo estudio sugiere que la infección por COVID-19 y la vacuna contra el virus pueden incrementar el riesgo de síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS, por sus siglas en inglés), una afección que causa que el corazón lata anormalmente rápido.

En una persona sana, el sistema nervioso automáticamente tensa los vasos sanguíneos y causa un incremento moderado en el ritmo cardíaco para asegurar que la cantidad suficiente de sangre llegue al cerebro. En la mayoría de los pacientes con POTS, sin embargo, este sistema nervioso autónomo no funciona adecuadamente, lo que fuerza al corazón a latir más rápido para compensar la falta de suministro de sangre al cerebro. Esto resulta usualmente en mareos, desmayos, dolor en el pecho, dificultad para respirar, especialmente cuando se levantan después de haber estado sentados.

Para el estudio, publicado esta semana en Nature Cardiovascular Research, un equipo de científicos analizó los diagnósticos de POTS tras la vacunación de 284,592 adultos entre 202o y 2022. Una gran mayoría de estos paciente recibió las vacunas de Pfizer-BioNTech (62%), Moderna (31%) y Johnson & Johnson (6.9%).

«De este análisis, encontramos que las probabilidades de desarrollar POTS son mayores 90 días posteriores a la exposición a la vacuna que en los 90 días antes de la exposición», dijo en Dr. Alan Kwan, principal autor del estudio y médico cardiólogo en el Centro Médico Cedars-Sinai, en un comunicado. «También encontramos que las probabilidades relativas de POTS son mayores de lo que se explicaría por el aumento de las visitas a los médicos tras la vacunación o la infección».

En concreto, las probabilidades de desarrollar diagnósticos relacionados con el POTS después de la vacunación en comparación con antes de la vacunación fueron de 1.33. Esto es inferior a las probabilidades de obtener un diagnóstico de miocarditis después de la vacunación (2.57), que es uno de los efectos adversos más comúnmente reportados de las vacunas contra el COVID-19 y, por esa razón, utilizado como punto de referencia en este estudio.

Los investigadores también examinaron los registros de diagnóstico de 12,460 pacientes del Cedars-Sinai con COVID-19. Al trazar tanto las probabilidades posteriores a la exposición como las tasas absolutas de aparición de nuevos diagnósticos, descubrieron que el riesgo posterior a la infección de ser diagnosticado de POTS era 5.35 veces mayor tras la infección por COVID que tras la vacunación.

«A partir de estos resultados, podemos concluir que el POTS podría aparecer con una frecuencia mayor de la esperada tras la vacunación contra COVID-19, aunque con una tasa global inferior a la frecuencia de POTS que aparece tras la infección por SARS-CoV-2», escribieron en el estudio.

Aunque no está claro exactamente como la vacunación puede desencadenar el POTS, los investigadores señalan que podría tener que ver con el hecho de que las vacunas de ARNm funcionan evocando una respuesta inmunológica a la proteína espicular del virus.

Según Kwan, los hallazgos deberían incitar a la comunidad médica a estudiar la relación entre esta disfunción del sistema nervioso autónomo y las vacunas contra el COVID-19, pero no deben tomarse como algo que desaliente la vacunación.

«El mensaje principal aquí es que, aunque vemos una posible relación entre la vacunación contra el COVID-19 y el POTS, prevenir el COVID-19 mediante la vacunación sigue siendo la mejor manera de reducir el riesgo de desarrollar POTS», afirmó Kwan.

El Dr. Madhava Setty, anestesista y redactor científico jefe del sitio web de noticias sobre salud The Defender, comentó que el estudio debería haber incluido también a personas que recibieron vacunas contra el COVID pero seguían infectadas por el virus.

«En otras palabras, no respondieron a la gran pregunta, que es si vacunarse reduciría el riesgo de contraer POTS una vez contraído el COVID-19», dijo Setty.

«Como la vacuna no previene las infecciones y no sabemos si las vacunas mitigan el riesgo de contraer POTS después del COVID-19, no tenemos ni idea de si el riesgo supera al beneficio».


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