La capitalización bursátil de Spotify aumentó en miles de millones de dólares el lunes, tras una polémica semana en que la empresa de servicios de streaming fue el centro de una guerra cultural entre la estrella del folk-rock Neil Young y el principal presentador de podcasts, Joe Rogan, por las acusaciones de que este último utilizó la plataforma para difundir información errónea sobre el virus del PCCh.
El incidente comenzó la semana pasada, cuando Young lanzó un ultimátum a Spotify exigiendo que censuren The Joe Rogan Experience, como condición para que Young no retirara por completo su música de la plataforma.
«Lo hago porque Spotify está difundiendo información falsa sobre las vacunas, que puede causar la muerte a quienes creen en la desinformación que difunden (…) Pueden quedarse con Rogan o con Young. No a ambos», dijo Young en una carta dirigida a su equipo directivo.
Aunque Young pidió a otros que retiraran su música de la plataforma, el llamado fue desatendido por muchos, siendo Joni Mitchell uno de los artistas más notables que siguió su camino al retirar también su música. De hecho, si hay que creer en la reciente actividad bursátil es poco probable que esta polémica sobre la información del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) suponga un perjuicio para la plataforma sueca de streaming.
Al igual que una gran multitud de valores tecnológicos, Spotify sufrió un mes de enero difícil, en el que la capitalización bursátil de la plataforma de streaming descendió casi un 20 por ciento durante el mes. Tras el anuncio de Neil Young, Spotify alcanzó su punto más bajo del presente año con 164.41 dólares por acción el 28 de enero. Este descenso momentáneo provocó cierto grado de sensación de triunfo entre los críticos de Rogan, que consideraron la venta como la justa recompensa recibida por la empresa por el hecho de que Spotify haya puesto en escena a un acusado de sembrar desinformación.
Sin embargo, desde el inicio de la controversia sobre Neil Young, Spotify superó al Nasdaq en una semana difícil para el mercado en general y para los valores tecnológicos en particular. Esta dinámica quedó patente el 31 de enero, cuando el precio de las acciones de Spotify subió más de un 13 por ciento, mientras Spotify se mantenía firme en su compromiso de mantener el podcast de Rogan (aunque con la advertencia de que se añadirían «avisos de contenido» a los episodios en los que se hablara del virus del PCCh).
A pesar de las críticas, The Joe Rogan Experience sigue siendo el podcast más popular del mundo, con unos 11 millones de oyentes en cada episodio. El programa, que fue adquirido por Spotify en un acuerdo exclusivo de aproximadamente 100 millones de dólares en 2020, es un éxito improbable en un panorama mediático que prioriza la brevedad, el sensacionalismo y la conformidad con las narrativas del establishment: Los episodios de Rogan superan con frecuencia las tres horas de duración y su agnosticismo ideológico hace que sea difícil adscribirlo a una facción política concreta.
Rogan defendió su podcast en un vídeo de casi diez minutos publicado en su Instagram el 30 de enero, destacando su apertura a múltiples perspectivas tanto dentro como fuera de los límites de la ortodoxia médica y reiterando su compromiso con la libertad de expresión.
«¿Me equivoco? Por supuesto me equivoco, pero trato de corregirlo. Siempre que me equivoco, intento corregirlo, porque me interesa decir la verdad; me interesa averiguar cuál es la verdad, y me interesa mantener conversaciones interesantes con personas que tienen opiniones diferentes. No me interesa hablar solo con gente que tiene una sola perspectiva», dijo Rogan.
Aunque la controversia es solo una de las muchas disputas sobre la identificación de la desinformación en la pandemia, también puede entenderse como una guerra dentro del propio medio del podcasting, que se ha politizado cada vez más a raíz del virus del PCCh.
Mientras que la primera generación de podcasts, que reflejaba los valores y la sensibilidad estética de NPR, mantenía una predisposición claramente liberal, el medio se ha vuelto recientemente más atractivo para los disidentes políticos y culturales, que lo ven como un raro enclave relativamente libre de la coerción institucional. El compromiso de tiempo que supone escuchar episodios de larga duración cuando se busca un contenido reprochable supone una barrera importante para los posibles censuradores, y el hecho de que la escucha de podcasts permita realizar varias tareas a la vez con un trabajo menor dota al medio de un amplio atractivo populista.
«El podcast, o programa de radio independiente, representa un Salvaje Oeste libre de la desvanecida bestia de los medios de comunicación dominantes, cuya escandalosa corrupción fue el tema dominante de la presidencia de Donald Trump», dijo el podcaster y crítico de medios Jack Mason a The Epoch Times. «El término ‘desinformación’ usado como comodín es un intento cínico de los liberales de dar a la censura un brillo de autoridad científica que solo se aplica a los conservadores, nunca al revés», añadió.
Mason, que recientemente dejó su trabajo en el sector de la hostelería para centrarse a tiempo completo a su podcast The Perfume Nationalist, cree que la respuesta del mercado al ultimátum de Young demuestra el amplio atractivo y popularidad del enfoque informativo de Rogan.
«Joe Rogan es un centrista simpático e inofensivo que actualmente es objeto de ataques desquiciados por parte de los medios de comunicación de las izquierdas porque se opone a la censura y anima a los oyentes a pensar por sí mismos valores estadounidenses de antaño universales que ahora se clasifican de forma poco sincera como «sedición de extrema derecha. El alza de las acciones de Spotify tras su negativa a retirar a Rogan de la plataforma demuestra el deseo de la gente de tener libertad de expresión y de tener voces disidentes en el enclaustramiento actual y en el actual clima de un Estado tipo niñera pro-censura».
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