Varios países de Europa y Asia tomaron el viernes medidas rápidas para detener los viajes desde varios países africanos por una cepa mutada de la COVID-19 a la que las autoridades culpan de un aumento de los casos en Sudáfrica.
A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió el viernes que no debía imponer restricciones a los viajes a esos países en relación con la llamada variante B.1.1.529, la Unión Europea anunció que propondría detener los viajes aéreos desde el sur de África.
«Ahora es importante que todos nosotros en Europa actuemos con rapidez, decisión y unidad», dijo la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un tuit el viernes. El bloque de 27 naciones debe poner el «freno de emergencia» a los viajes, argumentó.
El Reino Unido, por su parte, aplicó restricciones de viaje hacia y desde Sudáfrica, Botsuana, Namibia, Zimbabue, Eswatini (antes Suazilandia) y Lesoto, según anunciaron el viernes las autoridades.
En Japón, las autoridades confirmaron el viernes que impondrán un requisito de cuarentena de 10 días a cualquier persona que viaje desde el sur de África. También tendrán que someterse a un total de cuatro pruebas de COVID-19 durante ese periodo.
«La clave de la gestión de la crisis es prepararse para lo peor», dijo el viernes el secretario del gabinete, Hirokazu Matsuno, según el periódico Japan Times.
La COVID-19 es la enfermedad causada por el virus del PCCh (Partido Comunista Chino).
En Hong Kong, las autoridades locales confirmaron dos casos de la nueva cepa. Las autoridades sanitarias de Hong Kong confirmaron que prohibirán la entrada a los no residentes que hayan permanecido previamente en ocho países del sur de África durante un plazo de 21 días.
Las autoridades alemanas dijeron que están considerando una prohibición en la región a partir del viernes por la noche. Las autoridades italianas también anunciaron una prohibición de viajar el viernes.
«Lo último que necesitamos es introducir una nueva variante que cause aún más problemas», dijo el ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn.
Y el primer ministro israelí, Naftali Bennett, anunció casi al mismo tiempo que su nación está «al borde del estado de emergencia» debido a la nueva variante. La noticia se produjo después de que el Ministerio de Sanidad israelí dijera que un individuo de Malawi dio positivo por la nueva cepa, según informaron medios locales.
Como resultado, Israel también amplió el viernes la prohibición de viajar a los países del sur de África. Bennett dijo que se habían registrado algunos casos en Israel, incluyendo al menos una persona que ya había recibido una dosis de refuerzo.
Bennett, en declaraciones públicas, afirmó que las vacunas contra la COVID-19 siguen siendo eficaces, pero matizó su declaración diciendo que «podría significar que son eficaces hasta cierto punto». Israel cuenta con un estricto sistema de pasaporte de vacunación, conocido como «pase verde», que bloquea la entrada de personas no vacunadas a una serie de negocios y lugares.
Mientras los países se movilizan para restringir los viajes, el portavoz de la OMS, Christian Lindmeier, confirmó que la agencia sanitaria de la ONU está celebrando una reunión a puerta cerrada en Ginebra. Los participantes se reunieron para designar la cepa COVID-19, conocida como B.1.1.529, como una variante de preocupación o una variante de interés.
«En este momento, se advierte de la necesidad de aplicar medidas de viaje», dijo Lindmeier en una conferencia de prensa de la ONU en Ginebra, según la agencia de noticias Reuters. «La OMS recomienda que los países sigan aplicando un enfoque científico y basado en el riesgo a la hora de aplicar medidas de viaje».
En cuanto a la cepa, «todavía no sabemos mucho sobre ella», dijo en declaraciones públicas Maria van Kerkhove, que trabaja como epidemióloga de la OMS especializada en la COVID-19.
«Lo que sí sabemos es que esta variante tiene un gran número de mutaciones», dijo. «Y la preocupación es que cuando se tienen tantas mutaciones puede tener un impacto en el comportamiento del virus».
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