Venerada en México y reprimida en su país, la gimnasta checoslovaca Vera Caslavska se mantiene como una de las figuras históricas de los Juegos Olímpicos México 68, año en que su país fue invadido por el régimen comunista de la ex URSS.
A 50 años de haber conquistado sus preseas doradas en esa justa organizada en México, su hija, Radka, contó a Proceso acerca de los sentimientos que su madre tuvo por los mexicanos y sobre la persecución política que padeció:
“Fue más que una deportista que ganó siete medallas olímpicas de oro, fue firme en sus opiniones, congruente con los ideales y las acciones de vida”, dijo Radka, y agregó, «Por algo también ganó el premio Fair Play del Comité Olímpico Internacional, pues creía que una victoria moral es para todas las naciones».
La gimnasta no se dejó manipular por los políticos, que la acosaron antes de venir a México, para que se retractara de haber firmado el Manifiesto de las Dos Mil Palabras tras la Primavera de Praga, comentó su hija.
El manifiesto ‘Dos mil palabras’, redactado por escritor checo Ludvik Vaculik, es el hito fundacional de la Primavera de Praga, y fue promulgado por el escritor y periodista Ludvik Vaculik junto con intelectuales y artistas checos.
Caslavska firmó el manifiesto junto a otros miles de personas, y ello demostraba que el partido comunista ya no controlaba la opinión pública.
Dos mil palabras pasó a la historia como un hito de la emancipación de la conciencia de los checos y eslovacos del molde totalitario comunista.
Con la Primavera de Praga, la ex URSS invadió Checoslovaquia. Cuando Vera Caslavska regresó a Praga, la policía secreta de Checoslovaquia presionó a la campeona para que se arrepintiera de firmar el Manifiesto de las Dos Mil Palabras. Ell se negó. Entonces el gobierno la condenó al ostracismo laboral en su país.
“Mi madre nunca doblegó su espalda ante el poder”, afirmó, Radka.
Pero antes de eso, sucedió algo increíble.
Durante los juegos del 68, en plena ocupación del país por los comunistas soviéticos, Caslavska se enfrentó a la gimnasta del país invasor, la soviética Larisa Petrik.
Caslavska bailó ese dia al ritmo del Jarabe tapatío y Allá en el rancho grande, contó Radka, bailó acompañada al piano en los ejercicios gimnásticos de piso en el Auditorio Nacional.
Sin embargo, los jueces dieron los mismos 19.675 puntos de Vera a la soviética Larisa Petrik. Ambas compartieron el oro.
“El público abucheó a los jueces. Mi mamá fue muy aclamada, subió al podio y le dio un tremendo orgullo que los mexicanos tocaran primero el himno de Checoslovaquia, un país pequeñito que había sido invadido por la gigantesca Unión Soviética. Y cuando sonó el soviético, mi mamá bajó la cabeza a un lado, con tristeza, en lo que la prensa designó como ‘la protesta silenciosa’, según el diario Proceso.
“El gesto de mi madre no fue contra Larisa Petrik, sino en desacuerdo por la invasión de los tanques rusos a Checoslovaquia que entraron como ladrones a Praga la madrugada del 21 de agosto de 1968 y se quedaron dos décadas”, enfatizó Radka.
México en el corazón
Según contó la hija de la campeona olímpica, ella creció con hábitos mexicanos. “La música mexicana hacía cantar y bailar a mi abuelita y a mi mamá; ambas la disfrutaban intensamente, como la ópera y la música clásica”.
“Mi madre siempre me habló de cuánto amaba México no sólo por haber sido la primera gimnasta en haber ganado cuatro medallas de oro en la historia de los Juegos Olímpicos y casarse (con el atleta checo Josef Odlozil) en la Catedral Metropolitana, aquel año del 68 ante 100 mil personas, cuando la bautizaron La novia de México y La reina de las Olimpiadas, sino también por el cariño que sintió al regresar en 1979, convocada por el presidente José López Portillo, para formar a niñas mexicanas en el arte de la gimnasia olímpica”.
La gimnasta fue catalogada como la mejor del mundo en la década de los 60.
Murió en 2016 producto del cáncer de páncreas contra el que luchó durante años, así, a los 74 años, se apagó la vida de la que fue nombrada como la mujer del año en 1968 junto a Jackie Kennedy.
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