Cómo los videos virales sobre muertes y violencia están traumatizando a los niños

Los vídeos virales nos exponen a una nueva forma de lesión psicológica, especialmente peligrosa para los niños, cuya salud mental ya se encuentra en un punto crítico

Por Amy Denney
08 de octubre de 2024 8:51 PM Actualizado: 08 de octubre de 2024 8:51 PM

«Como profesional de la salud mental, les ruego que no vean el vídeo».

Kathleen Lyons, consejera clínica profesional licenciada, escribió la advertencia sobre el vídeo gráfico de la muerte de Sonya Massey en las redes sociales el día en que la policía hizo públicas las grabaciones de las cámaras corporales a la familia de Massey y después al público en línea. El vídeo recibió unos 5 millones de visitas.

Massey, una mujer negra de 36 años, llamó al 911 el 6 de julio porque creía que alguien estaba merodeando fuera de su casa. Terminó siendo baleada por un ayudante del sheriff, que desde entonces fue detenido y acusado de su asesinato.

Ya se había hecho pública la transcripción del audio, así como los detalles del tiroteo. Lyons no tenía ninguna duda que el vídeo de la muerte de Massey sería gráfico y perturbador hasta el punto de alterar el funcionamiento cotidiano de quienes lo vieran.

El mensaje de Lyons en las redes sociales decía: «Por todos los medios, manténgase informado sobre el asunto a través de las muchas formas en que se está compartiendo la información, pero lo más probable es que ver el vídeo le cause un daño directo. El trauma secundario es real, y no es necesario sufrir innecesariamente para honrar su preciosa vida o comprender el colapso sistémico que condujo a su fallecimiento».

Trauma ajeno

Lyons explicó a The Epoch Times que, según su experiencia, la exposición al trauma de otra persona ya sea de forma accidental o intencionada, puede interferir en las habilidades básicas de afrontamiento.

Esa exposición puede incluir la tecnología, que amplifica la violencia de la vida real y las imágenes perturbadoras, sobre todo porque cuando los usuarios de aplicaciones ven esos contenidos, los algoritmos reponen sus noticias con contenidos similares. Incluso una exposición accidental puede causar un trauma secundario, que es una forma de trastorno de estrés postraumático (TEPT).

El TEPT, un trastorno psiquiátrico que afecta a cerca del seis por ciento de la población estadounidense en algún momento de su vida provoca pensamientos intrusivos, evitación y cambios en el estado de ánimo, la cognición y la reactividad.

El síndrome de trauma secundario es una forma más reciente de TEPT que explica cómo las personas cercanas al trauma —como los funcionarios públicos que responden a delitos y catástrofes y los trabajadores sanitarios que atienden las necesidades físicas y emocionales de las víctimas— pueden verse afectadas por él.

Según un artículo publicado en 2021 en la revista Georgia State University Law Review, quienes están acostumbrados a manipular pruebas violentas —como investigadores criminales y abogados— experimentan tasas más elevadas de TEPT debido a que gran parte de los delitos se graban con cámaras.

La madre de Sonya Massey, Donna Massey (2ª izq.), es abrazada por su familia después de dirigirse a una conferencia de prensa en Washington, DC, el 13 de septiembre de 2024. (Foto de Jim WATSON / AFP) (Foto de JIM WATSON/AFP vía Getty Images)

El artículo señalaba investigaciones que demuestran que el uso de cámaras corporales «aumenta el agotamiento de los oficiales de policía» y que el simple hecho de ver estos vídeos virales puede provocar TEPT o síntomas similares de ansiedad.

Violencia viral

Las cámaras corporales son cada vez más comunes, al igual que los vídeos de violencia policial grabados por transeúntes, y su contenido a menudo se convierte en viral. Las políticas sobre cómo y a quién se divulgan las grabaciones de las cámaras corporales varían según la jurisdicción.

Cualquiera que vea repetidamente vídeos de sucesos mortales corre peligro. «Un estudio reveló que algunas personas que vieron repetidamente imágenes de sucesos mortales sufrieron más traumas que las personas que presenciaron los hechos en la vida real», afirma el artículo de la Georgia State University Law Review.

«Debido al paso de las noticias tradicionales a las redes sociales, ahora podemos ver historias violentas e imágenes gráficas con ‘detalles horribles sin editar'», agrego el autor.

Según un estudio publicado en junio en Computers in Human Behavior Reports, las personas más expuestas suelen ser las que hacen doomscroll. El estudio señala que el «doomscrolling» se refiere al consumo de noticias negativas sin rumbo, y fue asociado a una mayor toma de riesgos, un uso problemático de los medios de comunicación, miedo a perderse algo y ansiedad futura.

Las personas que ya padecen ansiedad, así como las que tienden a tener menos autocontrol y más cinismo y neuroticismo, son más propensas al «doom scrolling». Los que siguen exponiéndose a contenidos violentos pueden descubrir que el hábito puede alimentar la ansiedad y el bajo estado de ánimo e incluso alterar su percepción del sentido de la vida.

Los oficiales de policía de Miami Dade recolectan evidencia del estacionamiento frente al club Billiard’s después que tres hombres armados mataran a dos personas e hirieran a 20 durante la noche en el área de Hialeah del condado de Miami Dade el 30 de mayo de 2021. (Foto de CHANDAN KHANNA / AFP) (Foto de CHANDAN KHANNA/AFP vía Getty Images)

«Estas dificultades de salud mental pueden exacerbar el estrés y los sentimientos de inseguridad, lo que deteriora el compromiso proactivo con actividades acordes con los propios intereses, valores, puntos fuertes y significados vitales», según el estudio.

Preocupación de los jóvenes espectadores

Lyons señaló que la exposición repetida a contenidos violentos es especialmente preocupante cuando se trata de niños y adolescentes.

«Los jóvenes son especialmente vulnerables porque todo lo que ven les resulta cercano. Se asocian a sí mismos con estas historias porque todavía están muy centrados en su ego», explica. «Están resolviendo el ‘y si me pasa a mí’… y pueden quedar muy traumatizados».

Las plataformas de redes sociales suelen añadir etiquetas de advertencia a los contenidos gráficos. Un representante de Meta dijo a The Epoch Times en un correo electrónico que sus aplicaciones pueden restringir la capacidad de los usuarios menores de 18 años para ver ese tipo de contenido.

«Hemos desarrollado más de 50 herramientas y recursos para apoyar a los adolescentes y a sus padres, y hemos pasado más de una década desarrollando políticas y tecnología para abordar el contenido que rompe nuestras reglas o que podría ser visto como sensible. A principios de este año, anunciamos protecciones adicionales que se centran en los tipos de contenido que los adolescentes ven en Instagram y Facebook», dijo el portavoz.

La empresa dijo que «bloquea por edad» el contenido violento o perturbador, lo que implica una ventana emergente que pide a los usuarios que verifiquen que tienen 18 años o más. Las barreras de edad se utilizan para contenidos que incluyen tabaco y juegos de azar.

Las aplicaciones de redes sociales son la principal fuente de entretenimiento y actividad social para muchos jóvenes de hoy en día. (Ilustración fotográfica de Justin Sullivan/Getty Images)

Exposición no deseada

Nick Marchigiani, estudiante universitario de 19 años, afirma que los esfuerzos de seguridad no impedirán que todos los adolescentes vean vídeos violentos. Al igual que la pornografía, que tiene espacios dedicados en Internet, hay páginas que ofrecen vídeos de peleas escolares y autolesiones.

Incluso si un niño no quiere ver contenidos gráficos en su propio teléfono o computadora, Marchigiani afirma que sus amigos pueden engañarlo para que vea vídeos con imágenes sangrientas u otras imágenes perturbadoras. Una de las formas en que se topó accidentalmente con la violencia es en los vídeos que empiezan con un simpático gato o perro y terminan con contenido de «jump scare». Es decir, es inesperadamente aterrador o sangriento.

«A algunas personas les divierte engañarte para que veas algo que no quieres ver», afirma. «A otras personas simplemente les gusta verlo. Ni siquiera puedes estar ‘metido’ en buscar este material, pero puede aparecer porque alguien que conoces disfruta con este contenido».

Otras formas en que los adolescentes pueden encontrarse con contenido gráfico es cuando los bots u otros usuarios comparten vídeos en los hilos de comentarios de diversas aplicaciones, señaló. Cuando era adolescente, Marchigiani dijo que veía cualquier cosa que le enseñaran sus amigos porque valoraba más la unión con ellos que la autopreservación.

«Ver [los vídeos] y que te gusten le dice al algoritmo que te gustan más los aspectos violentos de la vida», dijo, señalando que las empresas se benefician mientras los adolescentes corren el riesgo de ser emocionalmente atrofiados. «El objetivo es mantenerte conectado el mayor tiempo posible. Te muestra cosas que sin duda te perjudicarán a largo plazo solo para ganar dinero rápido».

El «círculo vicioso» de las redes sociales

El Cirujano General de Estados Unidos declaró el estado de crisis de salud mental entre los jóvenes en 2021 y siguió con otro en 2023 sobre los efectos de las redes sociales en la salud mental de los jóvenes. El informe iba acompañado de una advertencia de 25 páginas sobre las redes sociales y una sección sobre el uso de la tecnología para los padres.

Una quinta parte de los adolescentes declararon sentir ansiedad y el 17 por ciento síntomas relacionados con la depresión, según un informe de febrero de KFF, una organización de investigación sobre política sanitaria. La organización también informó que el 55 por ciento del público considera los problemas de salud mental de los adolescentes como una crisis.

El uso de las redes sociales se ha relacionado con problemas de salud mental entre los jóvenes. (miljko/Getty Images)

Los Institutos Nacionales de Salud anunciaron el 30 de julio que las tasas de suicidio entre los preadolescentes —de 8 a 12 años— aumentó aproximadamente un 8 por ciento anual desde 2008. Este aumento es especialmente pronunciado entre las niñas y las minorías.

Muchas plataformas de redes sociales no se diseñaron inicialmente pensando en los niños, afirma Jasmine Hood Miller, directora de compromiso familiar y asociaciones comunitarias de Common Sense Media. La alfabetización digital, la responsabilidad de las empresas tecnológicas y los daños para la salud mental de la vida en línea se están desarrollando en tiempo real, dijo a The Epoch Times.

La organización sin ánimo de lucro califica películas, juegos, aplicaciones y otros contenidos para padres. Miller explicó a The Epoch Times que los empleados son muy parecidos a su público, que se enfrentan a las complejidades de la vida en línea mientras la viven. En muchos casos, los jóvenes adultos que crecieron en la primera generación de redes sociales están ayudando a otros grupos de edad a navegar por ellas.

«Creo que los jóvenes son cada vez más inteligentes y entienden que hay que dar prioridad a la salud mental, y estas empresas no lo hacen», afirma Miller. «Es un círculo vicioso en el que [las redes sociales] son algo sin lo que no pueden vivir, pero también algo de lo que no quieren formar parte».

Preocupan especialmente los vídeos virales, la cobertura ininterrumpida de noticias y las funciones de reproducción automática, habituales en aplicaciones como YouTube y TikTok, que reproducen vídeos constantemente. Estas funciones pueden aprovechar las tendencias adictivas de los usuarios mediante algoritmos, así como exponerlos a contenidos no deseados o chocantes.

Un algoritmo es un programa informático que utiliza datos sobre el usuario para ofrecerle contenidos que predice que le resultarán atractivos. El Pew Research Center señala que los algoritmos son criticados por promover contenidos nocivos, como el sensacionalismo, la desinformación o el odio.

El informe del Cirujano General sugiere que los padres vigilen:

– Cuánto tiempo pasan sus hijos en Internet.

– Si las actividades en línea impiden hábitos saludables como dormir, hacer ejercicio, leer y relacionarse con los amigos.

– Si su hijo consume y comparte contenidos significativos y constructivos.

– Qué piensa su hijo de los contenidos en línea y del tiempo que les dedica.

El informe incluye numerosos consejos para niños, padres, empresas tecnológicas, responsables políticos e investigadores. Destaca que debe animarse a los niños a hablar para obtener la ayuda necesaria o a denunciar a cualquiera que pueda estar en peligro por su comportamiento en línea. Otros consejos incluyen la creación de límites para las actividades en línea, el desarrollo de planes de redes sociales para ser proactivo sobre el uso de aplicaciones, y ser selectivo sobre lo que se publica y con quién se comparte.

Legislar para eliminar la violencia

Según el senador Edward J. Markey (D-Mass.), gran parte de la actual política de seguridad en Internet se redactó antes que se inventaran los iPhones, y es necesario actualizar las salvaguardias para «evitar que las grandes tecnológicas rastreen, traumen y ataquen a los jóvenes cada segundo, cada minuto y cada hora del día».

Markey es uno de los legisladores patrocinadores de la Ley de Protección de la Privacidad Online de Niños y Adolescentes (COPPA), que el Senado de EE.UU. aprobó por abrumadora mayoría el 25 de julio.

En parte, la legislación obliga a las empresas de medios sociales a mitigar los contenidos que incluyan violencia física. También exigiría a las plataformas en línea que activen ajustes que protejan más a los menores y su información, incluidas opciones para excluirse voluntariamente de contenidos controlados por algoritmos.

«Las grandes tecnológicas están alimentando a sabiendas una crisis de salud mental en este país al explotar a niños y adolescentes para ganar más dinero. Es tarea del Congreso defender a los jóvenes y poner fin a esta situación», declaró el senador Markey en un comunicado de prensa.

La Electronic Frontier Foundation (EFF), una organización sin ánimo de lucro que defiende las libertades civiles en el mundo digital señaló las complicaciones que puede acarrear la interpretación de la información, incluidas las noticias y los comentarios políticos, que corren el riesgo de ser censurados por provocar ansiedad o depresión.

Las plataformas de redes sociales y algunos sitios web intentan identificar contenido potencialmente perturbador y advertir a los espectadores antes de mostrar imágenes o videos inquietantes. (HakanGider/Shutterstock, Cavan Images/getty images)

«En un esfuerzo por cumplir con esta disposición vaga y demasiado amplia, las plataformas censurarán en exceso el discurso protegido. Si no lo hacen, podrían ser legalmente responsables de los contenidos que los funcionarios públicos consideren que causan ansiedad, depresión, ‘uso compulsivo’ u otros supuestos daños a los menores», dijo a The Epoch Times la directora de asuntos federales de la EFF, India McKinney, en una declaración enviada por correo electrónico.

McKinney señaló que la legislación podría convertirse en un arma para «censurar contenidos a lo largo de todo el espectro político, desde las armas a las vacunas, pasando por las cuestiones transgénero o los abortos».

Consejos adecuados a la edad

La organización Common Sense Media hace hincapié en la importancia de mantener conversaciones apropiadas para cada edad. Esto es especialmente relevante en el caso de tragedias de la vida real, como un oficial de policía que dispara a una mujer desarmada en su casa, dijo Miller.

«No es necesario ver estas imágenes para estar al día en las noticias», dijo. «Se puede ver un fragmento, pero no todo el reportaje, en el que se ven imágenes violentas o brutales. Si quieres hablar de estos temas con tus hijos, puedes utilizar libros o películas sin ver esas imágenes de cámaras policiales, porque es muy traumatizante verlas».

Según Miller, lo mejor es que los padres empiecen a hablar con sus hijos a partir de los 7 u 8 años —antes de darles acceso a las redes sociales y los teléfonos inteligentes— sobre cómo les hace sentir el contenido de los medios de comunicación.

Los niños menores de 7 años creen que cualquier cosa que vean puede pasarles a ellos, por ejemplo. Necesitan saber que sus temores pueden ser injustificados. Si ven contenidos traumáticos, también necesitan que se les asegure que están a salvo. Los niños mayores necesitan orientación específica sobre cómo tratar los contenidos cuando aparecen.

Si no aprenden cómo pueden afectarles las redes sociales, es posible que los jóvenes no estén preparados para la inevitable exposición a contenidos inquietantes, aunque algunas personas piensen que esos contenidos son importantes.

«Incluso en nombre de la justicia y la concienciación, se cobra un costo psicológico que es duro tanto para los padres como para los hijos», dijo Miller sobre los vídeos virales que muestran violencia.

Otros expertos, como Melanie Hempe, fundadora de ScreenStrong, abogan por que los padres eviten que sus hijos utilicen teléfonos inteligentes hasta que estén en edad universitaria e, incluso entonces, que utilicen salvaguardas. En el instituto, sugiere teléfonos personales que solo permitan hacer llamadas y enviar mensajes de texto.

Persistencia del trauma

Para niños y adultos, la naturaleza visual, inmediata, a veces inesperada y repetida de los vídeos en línea es un área de preocupación global para la salud mental, según Lyons.

«Puede traumatizar a una persona cuando algo sucede de la nada y no estaba preparada para ello; si los niños no tuvieron la opción de exponerse o no tienen las habilidades para afrontarlo. Por ejemplo, sería como un niño de 9 años que está navegando en YouTube y aparece algo que supera su capacidad para afrontarlo. Eso también puede ocurrirle a un adulto», explica.

Los signos de trauma secundario son:

– Pensamientos intrusivos.

– Evitación.

– Hiperactivación, impulsada por la ansiedad o el miedo.

– Cambios en la cognición o el estado de ánimo.

– Reactividad, o alteración del comportamiento o las emociones que puede hacer que sean más intensos y duraderos.

Las empresas de tecnología están diseñando sus productos para atraer a los jóvenes, pero luchan por garantizar que el contenido sea seguro y apropiado. (Ilustración fotográfica de Spencer Platt/Getty Images)

Cómo afrontar un trauma secundario

Muchas herramientas de afrontamiento pueden ayudar a los afectados por un trauma, cuya superación puede llevar meses o años.

Lyons ofreció los siguientes consejos de autocuidado para cualquier persona que luche contra un trauma:

– Ser honesto sobre el hecho de sentirse abrumado y tener problemas para hacer frente a la situación.

– Acudir a un terapeuta para recibir terapia cognitiva conductual, desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR) u otras terapias que no requieran hablar, como la terapia somática. La EMDR es una terapia que consiste en mover los ojos de una determinada manera mientras se procesan los recuerdos traumáticos. La terapia somática se centra en la conexión cuerpo-mente e incluye actividades como el yoga, la respiración, la danza o la acupresión.

– Estrategias como la conexión a tierra, la atención plena, la alimentación sana, el sueño adecuado y la priorización del ejercicio físico.

«Las investigaciones sobre el ejercicio cardiovascular de baja intensidad en estado estacionario demuestran que puede ayudar a que las emociones se muevan por el cuerpo y a reducir los síntomas», afirma Lyons, quien señala que cualquier persona puede hacer algún tipo de ejercicio.

«Lo más importante es que no sufras tú solo. Habla con alguien maduro en quien confíes y hazle saber lo que te ocurre», añadió. «Pero si después de dos semanas no mejora, te recomendamos que hables con tu médico de cabecera».


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