Opinión
En los últimos meses, ha surgido más evidencia que confirma que el escándalo «Russiagate» fue un engaño cuidadosamente coordinado mantenido por funcionarios federales con la ayuda de los medios de comunicación cómplices. Y eso significa que el escándalo «Spygate» siempre fue la verdadera historia de las elecciones de 2016.
Cada vez es más obvio que debido a que el asesor de campaña presidencial de Trump 2016, Carter Page, nunca fue un agente ruso, tuvieron que recurrir al fraude para que el Tribunal de la FISA aprobara la orden.
El FBI parece haber pasado toda la primavera y el verano de 2016 sin lograr que Page o el asesor de campaña George Papadopoulos dijeran algo incriminatorio mientras los informantes encubiertos grababan sus conversaciones, por lo que finalmente se vieron obligados a recurrir al falso expediente de Christopher Steele.
Pero esto plantea una pregunta interesante.
Como no hubo ningún agente ruso de verdad en este sórdido episodio, ¿qué fue lo que impulsó la actividad del FBI?
¿Estaba Russiagate realmente protegiendo el acuerdo con Irán?
El columnista Lee Smith de Tablet Magazine escribió un sugerente artículo que presentaba un caso convincente de que la verdadera razón por la cual los partidarios de Obama dentro de las agencias federales estaban tan decididos a perseguir al asesor entrante de seguridad nacional de Trump, el teniente general Michael Flynn, nunca fue sobre supuestos lazos con Rusia. Lo que realmente buscaban era proteger el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA). Ese es el nombre oficial de lo que se conoce comúnmente como «el acuerdo con Irán».
No es ningún secreto que tanto Trump como Flynn habían prometido vocalmente eliminar el acuerdo con Irán si la outsider de Washington ganaba las elecciones.
Y tampoco es ningún secreto que Barack Obama y su administración consideraron a ese acuerdo con Irán como el logro emblemático de la política exterior de toda su presidencia.
¿Qué pasaría si la narrativa de colusión rusa siempre fue tan solo un falso pretexto que estos funcionarios del gobierno políticamente partidistas usaban para enmascarar su verdadero objetivo: Espiar a la presidencia de Trump para tratar de sabotearla y al mismo tiempo proteger el precioso acuerdo de Obama con Irán?
Después de todo, los policías corruptos del Departamento de Justicia y el FBI no pueden simplemente salir y decirle al Tribunal de la FISA: «Nos gustaría espiar la campaña presidencial de Donald Trump para que podamos sabotearlo en caso de que gane las elecciones, incluyendo filtrar y frustrar cualquier acción que tome para desechar el Acuerdo con Irán».
Y es revelador que la primera persona contra la que planearon actuar directamente luego de que Trump ganara las elecciones inesperadamente, fue Flynn.
¿Por qué fue tan importante para Comey & Co. eliminar a Flynn de su puesto como asesor de seguridad nacional lo más rápido posible?
Muy probablemente porque Flynn era la única persona en el círculo íntimo de Trump con experiencia en seguridad nacional e inteligencia: más de treinta años. Fue un asesor clave de Trump en todo lo relacionado con la política exterior y específicamente con Irán. Al forzar la destitución de Flynn, los partidarios políticos del FBI descarrilarían cualquier plan inicial para desechar el acuerdo con Irán, tal vez hasta que Trump pueda ser destituido de su cargo de manera segura.
Las pruebas documentales directas recientemente reveladas en el caso de la declaración falsa de Flynn pone fin para siempre la idea de que Spygate no es real.
Ya no es una teoría de conspiración descabellada que los funcionarios federales conspiraron para espiar una campaña política por razones políticas cuando estos mismos funcionarios fueron sorprendidos con las manos en la masa tramando casualmente entre ellos atrapar y tender una trampa a un respetado general de tres estrellas.
Si resulta que el motivo real era espiar la campaña de Trump para proteger el acuerdo con Irán, esto también significaría que el representante Devin Nunes (R-Calif.) ha estado en lo correcto al decir durante más de tres años que la verdadera razón de esta actividad de espionaje en la campaña de Trump, y luego en su propia presidencia, no tenía nada que ver con algún problema legítimo de inteligencia o aplicación de la ley. Todo fue por política y siempre lo ha sido.
Esto significaría que los vastos poderes de vigilancia del gobierno federal fueron utilizados deliberadamente por funcionarios corruptos del gobierno para atacar y socavar a sus propios opositores políticos.
Esto solo sería el mayor escándalo en la historia de Estados Unidos.
Brian Cates es un escritor con sede en el sur de Texas y autor de «Nobody Asked For My Opinion … But Here It Is Anyway!» Puede ser contactado en Twitter @drawandstrike.
Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.
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