Joven refugiado denuncia la persecución de su padre en China: «El Partido Comunista es perverso»

Su familia ha sido brutalmente maltratada por negarse a renunciar a su fe

Por Daksha Devnani
21 de abril de 2021 12:37 PM Actualizado: 21 de abril de 2021 12:38 PM

Un joven chino refugiado en Australia, que huyó del país comunista con su madre en 2012, espera que algún día pueda reunirse otra vez con su padre, quien ha sido gravemente perseguido en China por su fe.

Eric Jia, oriundo de la provincia china de Shaanxi, tenía solo 11 años cuando vio por última vez a su padre, Ye Jia, en el año 2011.

«Todavía estaba en la cárcel», dijo Eric, de 22 años, a The Epoch Times. «Todo lo que sabía en ese momento era que mi familia estaba encarcelada por no hacer nada malo, y que la policía china es malvada, el partido comunista es perverso, pero no hay nada que pueda hacer».

Aunque Eric ya no recuerda la voz de su padre, el recuerdo de la tranquilizadora sonrisa de Ye sigue fortaleciendo su decisión de buscar la verdad y la justicia.

Ye, de 58 años, ha sido detenido ilegalmente varias veces en las últimas dos décadas por negarse a renunciar a su fe en los principios de «Verdad, Benevolencia y Tolerancia», las tres enseñanzas fundamentales de Falun Dafa (también conocido como Falun Gong), un sistema de cultivación para mejorarse a sí mismo que ha sido brutalmente perseguido por el partido comunista chino (PCCh) desde julio de 1999.

Eric Jia de pequeño con su padre Ye Jia. (Cortesía de Eric Jia)

Ye, que trabajaba en la central eléctrica del condado de Hu, en la ciudad de Xi’an, no solo perdió su trabajo, sino que ha tenido que sufrir terribles torturas a manos del régimen comunista. La valentía de Ye para enfrentarse a la represión tan solo agravó su persecución; se vio obligado a quedarse sin hogar durante seis largos años, soportando la agonía de estar separado de su familia y de su pequeño hijo.

De la libertad a la persecución

A principios de los años 90, Ye y su esposa, Chunli Liu, fueron testigos del poder curativo de Falun Dafa. La abuela de Eric tenía varios problemas de salud en 1996 y aprendió los suaves ejercicios de Falun Dafa de una amiga.

«Mi abuela tenía muchas enfermedades, entre ellas enfisema, traqueítis, enfermedades del corazón y lo peor eran sus fibromas uterinos», dijo Eric. «Después de empezar a practicar, sus fibromas uterinos desaparecieron mágicamente en tres meses. Todas las enfermedades que tenía desaparecieron finalmente con la práctica de Falun Dafa».

Ye, que siempre se interesó por el Qigong (antiguos ejercicios chinos de energía y curación), empezó a aprender Falun Dafa después de ver los cambios positivos en la salud de su madre. Según su hijo Eric, al poco tiempo Ye empezó a experimentar cambios en su salud. «Mi padre tenía una inmunidad débil antes de practicar Falun Dafa. Después de empezar a practicarlo, se puso saludable», dijo Eric.

Ye Jia antes de ser perseguido por su fe. (Cortesía de Eric Jia)

Chunli, propietaria de una tienda en China, empezó a mejorar la forma en que manejaba sus negocios. Dijo que toda su familia se volvió armoniosa y pacífica, y que «sonreían mucho más». Su familia fue una de los cientos de miles de seguidores de Falun Dafa en China que experimentaron beneficios físicos y mentales de la práctica.

A finales de la década de los 90s, según las estimaciones del Estado, entre 70 y 100 millones de personas en China practicaban Falun Dafa. Por miedo a que su popularidad fuera una amenaza para el reinado de puño de hierro del PCCh, el antiguo líder del PCCh, Jiang Zemin, inició una campaña genocida contra Falun Dafa, arrestando y deteniendo a innumerables practicantes como «enemigos del Estado».

Con la esperanza de apelar a los funcionarios comunistas para que restauraran la libertad de practicar su fe, Ye, como muchos otros practicantes, acudió a la plaza de Tiananmen (o la Puerta de la Paz Celestial) en Beijing en abril de 2000. Sin embargo, fue «identificado y detenido», y la policía de Beijing se puso en contacto con las autoridades locales de la ciudad natal de Ye.

«Lo llevaron de vuelta y lo sentenciaron en el ‘Centro de Tratamiento de Drogadicción del Condado de Hu’ durante un mes. La policía incluso nos cobró 2000 yuanes (unos 300 dólares) por la gasolina», dijo Eric.

En septiembre de 2001, Ye fue detenido nuevamente y lo trasladaron al Centro de Detención del Condado de Hu, en la ciudad de Xi’an, durante un año y dos meses. Eric, que entonces era un niño pequeño, recuerda que su familia fue continuamente acosada por la policía.

Para evitar la persecución, Ye tuvo que quedarse sin hogar durante seis largos años.

Un arresto de 8 años

Durante los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008, el PCCh empezó a detener en masa a los practicantes de Falun Dafa y a otros grupos religiosos y políticos disidentes. Ye fue uno de los detenidos el 4 de junio de 2008.

Más tarde, en septiembre de ese año, Ye fue condenado a ocho años en la prisión de Wei Nan, en la ciudad de Weinan. Durante su encarcelamiento, Ye enfrentó maltratos inimaginables, que deterioraron su salud. Durante medio mes, estuvo amarrado a una cama y esposado durante más de 12 horas al día. Debido a la severa tortura, perdió peso, sufrió hemoptisis, esputo negro y dolor de hígado.

Esposado a una cama: Recreación de un método de tortura empleado por el PCCh para forzar a lospracticantes de Falun Dafa a renunciar a su fe. (Minghui.org)

Eric dijo que su padre fue sometido a aislamiento. «Estuvo encerrado en una pequeña habitación durante 6 años, con 2 o 3 guardias de la prisión que lo vigilaban todos los días», dijo.

«Solo le permitían salir cuando un familiar lo visitaba una vez al mes. Durante el primer año y medio, no nos permitieron visitarlo. Solo lo dejaban salir cuando había una ‘hora de presentación anual’, lo que ocurría solo dos veces al año».

Eric dijo que cuando su padre se quedó sin hogar en 2003, su pelo estaba completamente negro. Pero cuando él y su madre visitaron a Ye en la cárcel a principios de 2009, su pelo estaba «casi todo blanco». Eric recordó que cuando su abuela se reunió con su padre en la cárcel el 8 de septiembre de 2013, quedó «impactada».

«La cara de mi padre estaba muy pálida, blanca, y parecía muy débil. Ella le preguntó qué había sucedido. Fue cuando nos enteramos que estaba encerrado en una habitación de aislamiento todo el tiempo», cuenta Eric.

«Podemos volver a ser nosotros mismos»

El 10 de enero de 2012, Eric y su madre llegaron a Australia. Viviendo en un país libre, Eric dijo: «El mayor cambio para nosotros fue que podíamos ser quienes somos».

Eric, estudiante universitario, dijo que en China, su familia no solo corría el riesgo de ser arrestada en cualquier momento, sino que se enfrentaba a la vigilancia continua de sus vecinos, a quienes la propaganda del PCCh contra Falun Gong les había lavado el cerebro.

«Después de llegar a Australia, la preocupación de estar en peligro y ser discriminados por nuestras creencias desapareció completamente. Podemos volver a ser nosotros mismos», dijo.

Eric Jia (R) en un evento para crear conciencia sobre la persecución a Falun Gong en China. (Yan Nan/The Epoch Times)

Ahora el joven está creando conciencia sobre la difícil situación de su padre. Ha compartido la historia de su familia con los medios de comunicación locales y ha escrito cartas a funcionarios del gobierno, entre ellos el exprimer ministro Malcolm Bligh Turnbull y ministros de asuntos exteriores.

«Aunque no pasé por mucho dolor emocional, ya que era demasiado joven. Sin duda, mi madre ha tenido que lidiar con mucha presión, miedo, desesperanza y discriminación para educarme y cuidar del resto de nuestros familiares», dijo.

El padre de Eric salió de la prisión de Wei Nan el 23 de julio de 2016, después de ocho años. Después de su liberación, Ye intentó llevar una vida normal y encontrar un trabajo. Sin embargo, poco después, en 2017, fue detenido y llevado al centro de lavado de cerebro de Ba Qiao, en el distrito de Xin He, en la ciudad de Xi’an. La abuela de Eric, que entonces tenía 73 años, y su tía mayor, Chunxia Liu, también fueron detenidas ese mismo año.

Para denunciar la injusticia a la que fue sometida su familia, Eric, su madre y su tía menor se presentaron frente al parlamento australiano con carteles que decían: «Por favor, ayuden a rescatar a mi familia». Afortunadamente, su llamado pacífico llamó la atención de la senadora de los Verdes australianos por Victoria, Janet Rice, quien se detuvo para saber más sobre el encarcelamiento ilegal de sus familiares.

Conmovida por lo que escuchó, Rice escribió una carta al alcalde de la ciudad de Xi’an, para que «liberara inmediata e incondicionalmente a Ye Jia y Chunxia Liu», reportó Minghui.org.

La senadora Rice dijo en su carta de 2017: «Me informaron que fueron detenidos únicamente por ejercer el derecho a la libertad de creencia y expresión. A la espera de su liberación, por favor, asegúrese de que tengan acceso regular y sin restricciones a su familia y a sus abogados».

Después de la carta, Ye Jia fue liberado el 21 de diciembre de ese año y Chunxia fue juzgada el 26 de diciembre, pero no se dictó sentencia; posteriormente fue condenada a cuatro años de prisión en enero de 2018.

Sin embargo, Eric dijo a The Epoch Times que a finales de marzo de este año Chunxia salió de la cárcel.

Eric dijo que sus familiares sufrieron maltratos que son difíciles de describir. Dijo que su tía mayor pasó por tanta persecución como su padre; la torturaron físicamente, la golpearon, le quitaron el sueño y la esposaron en posiciones incómodas.

«Incluso mi abuela, que este año cumple 76 años, ha pasado casi dos años de prisión. También la torturaron físicamente, le dieron descargas con una porra eléctrica, no la dejaron dormir ni comer ni beber durante 3 días, y la golpearon», dijo.

«Digo esto solo para señalar la gravedad de la persecución en China, lo mucho que se hace sufrir a una sola familia. Quiero que la gente sepa cómo trata el PCCh a la gente buena, a la gente de fe».

A pesar de todo el dolor y el sufrimiento, la familia mantiene la esperanza.

«No hay nada malo en ser una buena persona», dijo la madre de Eric. «Creo que una buena persona tendrá un buen destino. La buena voluntad siempre prevalece, no importa cuántas dificultades haya en el camino».

Con información de Arshdeep Sarao.


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