Nota del editor: La Gran Época publica una serie de artículos que exponen el uso de la tortura por parte del régimen chino contra grupos a los que persigue, así como el sufrimiento y el daño que causa a quienes la sufren.
Después de que el reconocido abogado de derechos humanos Gao Zhisheng comenzó a investigar la campaña de persecución del Partido Comunista Chino (PPCh) contra los practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa, se horrorizó ante la magnitud de la brutalidad de la persecución.
Pero lo que más le sorprendió fue el descubrimiento de que, entre la gran variedad de métodos de tortura utilizados contra los prisioneros de conciencia de Falun Dafa, la tortura sexual era rutinaria y generalizada, tanto para hombres como para mujeres.
“Entre los verdaderos testimonios de increíble brutalidad, entre los registros de tortura inhumana del gobierno a su propio pueblo, los actos inmorales que más conmocionaron mi alma fueron la práctica lasciva pero rutinaria de atacar los genitales de las mujeres por parte del equipo de la Oficina 610 y de la policía”, escribió Gao en una carta abierta en 2005 dirigida a altos funcionarios del régimen chino.
“Casi todos los genitales y pechos de las mujeres o los genitales de cada hombre eran agredidos sexualmente durante la persecución de la manera más vulgar. Casi todos los que fueron perseguidos, sean hombres o mujeres, eran desnudados antes de ser torturados”.
“Ningún lenguaje o palabra podría describir o recrear la vulgaridad e inmoralidad de nuestro gobierno en este sentido. ¿Quién con un cuerpo cálido podría permitirse permanecer en silencio cuando se enfrenta a tales verdades?”.
Gao, un cristiano, fue torturado sexualmente, incluyendo con palillos de dientes clavados en sus genitales, de acuerdo con “Noche oscura, capucha oscura, secuestrado por la mafia oscura”, un testimonio que escribió sobre el haber sido torturado física y emocionalmente durante más de 50 días mientras estuvo detenido en 2007.
“Dos personas extendieron mis brazos y los inmovilizaron en el suelo. Usaron palillos de dientes para perforar mis genitales. No hay palabras para describir la impotencia, el dolor y la desesperación que sentí en ese entonces”, escribió.
El sentido de justicia de Gao era tan fuerte que tomó el riesgo de escribir tres cartas abiertas a los funcionarios del régimen entre diciembre de 2004 y diciembre de 2005 instándoles a poner fin a la persecución a los practicantes de Falun Dafa (también llamado Falun Gong). La campaña fue lanzada en 1999 por el entonces cabecilla del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, quien le temía a la inmensa popularidad de esta antigua disciplina tradicional, que según estimaciones contaba con entre 70 y 100 millones de practicantes a finales de los años 90.
Las cartas de Gao, sin embargo, provocaron la ira del régimen y lo persiguieron con una venganza que llevó a numerosas detenciones y salvajes torturas desde hace más de una década, a pesar de ser uno de los abogados de derechos humanos más respetados de China.
En 2001, el Ministerio de Justicia nombró a Gao uno de los 10 mejores abogados del país por su trabajo ad honorem en casos de interés público. Nacido el 20 de abril de 1964, creció en una familia muy pobre que no podía permitirse enviarlo a la escuela, pero aprendió escuchando desde la ventana fuera del aula. Eventualmente tomó un curso de derecho y abrió su bufete después de aprobar el examen de abogacía. A menudo se le conoce como “la conciencia de China” y fue nominado tres veces al Premio Nobel de la Paz.
«La esperanza del mañana de China»
Gao fue inquebrantable en sus críticas sobre los abusos de los derechos humanos por parte del PPCh e implacable en su búsqueda de justicia para el pueblo chino, y pagó el precio.
Su matrícula de abogado fue revocada y su bufete cerró en 2005. En agosto de 2006, tras numerosas amenazas de muerte y continuos hostigamientos, estuvo desaparecido mientras visitaba a la familia de su hermana. A esto le siguió una sentencia de tres años de prisión que fue conmutada por cinco años de libertad condicional. Fue detenido de nuevo en septiembre de 2007 y ahí fue cuando fue torturado durante más de 50 días.
En septiembre de 2007, Gao escribió una carta abierta al Congreso de Estados Unidos condenando la falta de libertad religiosa en China y la persecución del Partido contra los practicantes de Falun Dafa, los cristianos de las iglesias en casas y los budistas tibetanos. La carta también criticaba al régimen por la represión de los abogados de derechos humanos, los crímenes contra los propietarios y los agricultores, la corrupción del sistema legal y la contaminación desenfrenada de lagos y ríos.
También en 2007, se publicaron las memorias de Gao, “Una China más justa”, en inglés en Estados Unidos. En un capítulo critica al PCCh por emplear “los medios más salvajes, inmorales e ilegales para torturar a nuestras madres, torturar a nuestras esposas, torturar a nuestros hijos y torturar a nuestros hermanos y hermanas” y renunció a su afiliación al Partido Comunista.
Continuó la vigilancia, el acoso, las detenciones, la tortura y las desapariciones, a pesar de la condena de las Naciones Unidas y de organizaciones internacionales y personas reconocidas.
Poco después de haber sido liberado en agosto de 2014 de su paso por la cárcel y puesto bajo arresto domiciliario, Gao escapó, a pesar de su mal estado de salud. Pasó unas tres semanas huyendo antes de ser recapturado al mes siguiente. Desde aquel entonces, no fue visto ni se supo más nada de él.
La esposa y los dos hijos de Gao escaparon a Estados Unidos en 2009, huyendo de China a través de Tailandia. En el lanzamiento en Hong Kong de “El año 2017: Levántate, China”, un libro que Gao escribió durante uno de sus arrestos domiciliarios y que fue publicado en 2016, su hija, Grace Geng, dijo que leer el libro solo aumentó su respeto y admiración por su padre.
“Creo que es una persona muy fuerte. Estoy muy segura de que mi padre es uno de los hombres más sobrios de esta era en China. Él y los que luchan [por el mejoramiento de China] son la gloria de China hoy y la esperanza de China mañana. Estoy orgullosa de ellos”, dijo Geng, que no ha visto a su padre en 10 años.
“Para él, está dispuesto a soportar las consecuencias por lo que cree que es correcto. Creo que lo que es importante [para él] es no tener miedo; si es correcto, si es algo justo, sé persistente y termínalo”.
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