El Partido Comunista Chino (PCCh) tiene una pluma roja más en su gorra marxista por no dudar en perseguir —encarcelar indefinidamente e incluso matar— a los profesores de escuela que se nieguen a someterse a sus ideologías totalitarias.
Sobra decir que es deber de los ciudadanos y de los gobernantes honrar la dignidad de sus profesores, que trabajan duro para sentar las bases de una sociedad floreciente. Sin embargo, el PCCh no ha sido imparcial ante la fe religiosa de sus educadores.
Mientras los profesores de todo el mundo se esfuerzan por guiar a los niños hacia su compás moral interior —a menudo como modelo de conducta con su propia fe y valores—, a sus homólogos chinos se les niega el derecho a desempeñar este papel, ya que sus creencias espirituales están prohibidas si desean enseñar.
El régimen comunista está aplicando medidas estrictas para censurar cualquier influencia religiosa o ideológica en las aulas, reportó Bitter Winter. Su objetivo es «garantizar que la educación y la enseñanza se adhieran a la dirección política correcta», según el reporte.
Una continua persecución
La organización International Christian Concern (ICC) reportó en mayo de 2020 que la ciudad de Wenzhou, en la provincia de Zhejiang, había exigido a los profesores de las escuelas que «firmaran un compromiso de no creer en ninguna religión».
Algunos de los requerimientos clave en el documento, titulado «Promesa de los maestros de no creer en ninguna fe», incluyen lo siguiente: «establecer firmemente una visión religiosa marxista, reforzar la educación en el ateísmo, no creer en ninguna religión, no participar en ninguna actividad religiosa, no predicar ni difundir la religión en ningún lugar».
Una profesora cristiana en Shenyang, provincia de Liaoning, fue presionada a dejar su trabajo en agosto de 2019, reportó Bitter Winter. Otra maestra de jardín de niños que es miembro de la iglesia católica estatal dijo a la revista que el personal especialmente asignado trabaja para «monitorear e informar sobre los profesores y estudiantes religiosos».
«Les dicen que renuncien a su fe, y algunos han sido designados como objetivos clave de vigilancia, ya que las autoridades temen que desarrollen una ‘influencia contrarrevolucionaria’, que se confabulen con fuerzas extranjeras y que provoquen el caos», dijo la profesora anónima a Bitter Winter.
En otro de los innumerables incidentes, Zhao Xin, profesora de la Escuela de Economía de la Universidad Tecnológica y Empresarial de Beijing, fue detenida ilegalmente en junio de 2000 mientras realizaba ejercicios de meditación del sistema espiritual Falun Dafa en un parque de Beijing.
Aunque la conocían como una persona responsable y admirada por sus colegas y estudiantes por su integridad moral, Zhao, de 32 años, fue brutalmente golpeada a los tres días de su detención. La severa tortura le fracturó la cuarta, quinta y sexta vértebras cervicales y se quedó ciega del ojo izquierdo. Con lesiones que pusieron en peligro su vida, quedó paralizada y falleció seis meses después, reportó Minghui.org.
En otro caso, Zhang Yan, profesora de música de una escuela secundaria de la ciudad de Mianyang, provincia de Sichuan, estuvo encarcelada durante un total de 2208 días en varios centros de detención, prisiones, un campo de trabajos forzados y un centro de lavado de cerebro y finalmente perdió la vida a la edad de 46 años en febrero de 2020. Ella también era practicante de Falun Dafa.
Zhang ayudaba a los estudiantes después de las clases, sin cobrar nada, y se ganó el respeto y la admiración de los padres por no aceptar dinero a escondidas. Sin embargo, el PCCh la etiquetó, como a muchos otros, como «enemiga del Estado» por negarse a renunciar a su fe.
Las historias de Zhao y Zhang no son casos aislados. Desde que el PCCh comenzó a perseguir a los practicantes de Falun Dafa en julio de 1999, el régimen comunista ha ordenado a las escuelas de todos los niveles, desde la primaria hasta la universidad, que denuncien públicamente a la práctica espiritual.
Las actividades escolares de los profesores y alumnos que practican Falun Dafa son objeto de una estricta vigilancia. Incluso las autoridades los obligan a ver videos de lavado de cerebro en los que se difaman los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia de la práctica que, irónicamente, se practican libremente en más de 100 países del mundo.
Profesores al rededor del mundo
En un marcado contraste, los profesores de otros países reciben reconocimiento por elevar su moralidad y por su carácter refinado.
Erik Fehér, un profesor de bellas artes de 39 años en una escuela de arte de Nitra, Eslovaquia, dijo a The Epoch Times que es crucial exponer la «persistente persecución» a la fe por parte del régimen chino.
«No es que no nos afecte», dijo Erik. «Todo está interconectado. También somos un país que estuvo gobernado por un régimen comunista. En China se persigue cruelmente a la gente, los torturan, los encarcelan y les sustraen los órganos a la fuerza para trasplantarlos. Esto no está bien».
Erik, que empezó a practicar Falun Dafa hace cuatro años, dijo que al refinar su carácter mediante los principios básicos para ser » verdadero, bueno» y para «soportar», se ha vuelto más desinteresado. «Encuentro más fácil manejar situaciones de conflicto cuando soy menos egocéntrico. Me estoy convirtiendo en una persona más tranquila y equilibrada», dijo.
Afortunadamente, al tener la oportunidad de vivir en una sociedad libre, Erik se esfuerza por influir positivamente en su proceso de enseñanza-aprendizaje ayudando a sus estudiantes a apreciar la «esencia de los valores morales y espirituales» y a comprender la importancia de respetar los derechos humanos.
Al mismo tiempo, no muy lejos de China, C. N. Pradeep Kumar, director de escuela y funcionario de educación de 51 años en la India, dijo que se siente «afortunado de haber nacido en un país democrático» donde puede practicar su fe sin temor a ser perseguido.
Con más de dos décadas de experiencia como docente, Pradeep afirma que los profesores son los «principales pilares» que sostienen el futuro de los estudiantes. Denunció cómo el régimen comunista explota y lava el cerebro a inocentes alumnos de la escuela para que espíen a sus propios profesores de cierta fe espiritual y luego los denuncien, lo que lleva a su detención y persecución.
«Los alumnos aún no son lo suficientemente maduros para decidir sobre las buenas o malas prácticas. Es posible que los estudiantes no entiendan la cara retorcida del PCCh», dijo Pradeep.
Dijo que la forma en que el régimen comunista persigue a los profesores y educadores por practicar los principios fundamentales de «Verdad, Benevolencia y Tolerancia» es aterradora. «Está matando a la humanidad», dijo.
Pradeep, de la ciudad de Kolar, en el estado meridional indio de Karnataka, cree firmemente que su fe ha hecho de su profesión docente «algo maravilloso».
«Soy capaz de entender los aspectos educativos como el plan de estudios, los libros de texto, el programa de estudios y otras actividades relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje de una manera mejor al verlos desde una perspectiva moral», dijo, y añadió que si los valores morales se introducen en los niños de una manera correcta y en un entorno adecuado, pueden generar cambios de comportamiento positivos.
En el país del Vietnam comunista, una profesora de 50 años de la capital, Hanoi, comparte el mismo sentimiento que Erik y Pradeep.
Vi Minh sostiene que la misión de un profesor es dotar a los alumnos de la sabiduría necesaria para discernir entre lo que está bien y lo que está mal; un profesor tolerante y comprensivo con su carácter arraigado en una conducta moral recta puede guiar a los alumnos satisfactoriamente.
Los principios de «Verdad-Benevolencia-Tolerancia» son buenos, especialmente para la generación joven», dijo. «Es muy triste y decepcionante cuando esos valores éticos son atropellados».
Dijo que, debido a la influencia y la propaganda del régimen chino, incluso en Vietnam hasta cierto punto, los practicantes de Falun Dafa enfrentan un riesgo cuando salen a practicar los cinco ejercicios de meditación.
«Falun Dafa es legal en Vietnam», dijo, «así que se nos deben permitir la libertad de practicar y seguir nuestra fe».
Con información de Arshdeep Sarao.
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