El té está presente en cada ámbito de la vida cotidiana y está intrínsecamente relacionado con la cultura de Hong Kong, por eso todas las clases sociales gozan de esta sabrosa y económica bebida.
Por las mañanas, las personas compran su periódico y van a las casas de té, ya sea solos, con la familia o con amigos, pero siempre dispuestos a pasar momentos agradables en torno a una buena taza de té.
Las casas de té tienen tres horarios: por la mañana, al mediodía y por la noche, aunque los precios varían mucho. En las mañanas es más barato, y muchas personas mayores hacen cola desde temprano esperando por su taza de té.
El consumo de té es tan popular en Hong Kong que no importa en qué parte de la ciudad se encuentre uno, basta con salir, caminar unos cuantos pasos y de seguro se va a encontrar con una casa de té. Pero atento, que los fines de semana o días de vacaciones es prácticamente imposible encontrar un lugar vacío.
La costumbre de tomar té en las mañanas es heredada de los abuelos, y se originó en la ciudad de Guangzhou en China continental en la década de 1930. En aquella época, había una constante comunicación marítima entre las ciudades de Guangzhou, Macao y Hong Kong, y la gente acostumbraba, antes de salir o al llegar a Hong Kong, hacer una parada por las casas de té ubicadas a orillas del mar, y así cumplir su cotidiano ritual.
La cultura hongkonesa de tomar té, también está directamente asimilada a la cultura de la Nación Familiar, una maravillosa relación, casi épica, entre el té y la familia. Con cualquier excusa las personas se reúnen con sus seres queridos en las casas de té para, mientras conversan, saborear un buen té y deleitarse con un rico y clásico dimsum.
Las casas de té también son las favoritas para celebrar ocasiones especiales. Por ejemplo, cuando los hijos se casan invitan a los padres a tomar té, de esta manera, la generación mayor se siente honrada y bendicen a estos hijos que tienen piedad y respeto filial.
La cortesía del invitado
Cuando acudes a una casa de té, a menudo puedes observar que cuando el invitado recibe la taza de té, éste la agradece haciendo un gesto sutil con la mano. Esta es una costumbre heredada desde hace muchos años, que indica que cuando alguien sirve el té a una persona, quien recibe el servicio debe doblar ligeramente los dedos mayor e índice y golpear suavemente la mesa unas pocas veces para demostrar cortesía y gratitud.
Esta costumbre de retribuir la cortesía golpeando suavemente la mesa, envuelve una vieja historia:
Cuentan que cierto día, el Emperador Qianlong de la Dinastía Qing (1711-1799) salió del palacio para visitar el sur de Beijing. Durante el viaje tuvo un deseo: quiso experimentar la vida civil y se disfrazó de mesero en una casa de té.
Mientras trabajaba sirviendo las mesas, se encontró con un alto funcionario de la región que inmediatamente reconoció al Emperador Qianlong, quien no quiso revelar su identidad y continuó sirviendo el té al funcionario. Esto puso en un gran dilema al funcionario que quería arrodillarse ante Qianlong para demostrar su respeto, pero no quería revelar su identidad.
El funcionario, en su afán de demostrar respeto al emperador, y para salvar su vida, se le ocurrió una idea: golpeó suavemente la mesa con sus dos dedos en señal de reverencia; de este modo evitó arrodillarse pero demostró agradecimiento hacia Qianlong.
Esta historia se difundió rápidamente y, desde entonces, la gente comenzó a golpear la mesa con los dedos ligeramente doblados para manifestar cortesía a la persona que le está sirviendo el té.
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