El embajador de EE.UU. Sam Brownback pide a China que detenga su «guerra contra la fe»

Por Frank Fang
18 de noviembre de 2020 4:57 PM Actualizado: 18 de noviembre de 2020 4:57 PM

El embajador de los Estados Unidos para la libertad religiosa internacional, Sam Brownback, renovó el 17 de noviembre su petición a Beijing para que termine su «guerra contra la fe», incluyendo la persecución a los practicantes de Falun Gong.

«Creo que en particular lo que China está haciendo está absolutamente equivocado. Es una de las peores situaciones de persecución religiosa del mundo hoy en día, si no la peor», dijo Brownback al responder a la pregunta de un reportero en una conferencia de prensa especial para el primer Foro Anual de Ministros de la Alianza Internacional para la Libertad Religiosa o de Creencias (Alianza IRF).

Lanzada en febrero de este año, la Alianza IRF busca promover la libertad religiosa y combatir la persecución basada en la religión o las creencias. Actualmente cuenta con 31 países miembros, entre ellos el Reino Unido, los Países Bajos, Australia, Senegal y Ucrania.

«Seguimos pidiendo a China que detenga su guerra contra la fe (…) contra los uigures, contra los budistas tibetanos, contra la iglesia casera cristiana, contra la iglesia católica [y] contra Falun Gong», dijo Brownback.

También el 17 de noviembre, el secretario de Estado Mike Pompeo expresó su preocupación por la persecución religiosa de China en Twitter.

«La guerra contra la fe del Partido Comunista Chino tiene como objetivo a cristianos, musulmanes, budistas, y devotos de Falun Gong por igual. El Partido no perdona a nadie», declaró Pompeo.

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una práctica espiritual con ejercicios de meditación y enseñanzas morales basadas en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia. Según estimaciones oficiales, había entre 70 y 100 millones de personas que lo practicaban antes de que el régimen chino lo prohibiera en 1999.

La popularidad de la práctica atrajo la ira del exlíder del régimen chino Jiang Zemin, que la consideraba una amenaza tanto para su gobierno como para las ideologías del Partido Comunista. En julio de 1999, Jiang inició una persecución en todo el país para arrestar y detener a los practicantes de Falun Gong.

De acuerdo con el Centro de Información de Falun Dafa, millones han sido detenidos en prisiones, campos de trabajo y otras instalaciones, y cientos de miles de personas han sido torturadas mientras estaban encarceladas. Hay más de 4000 muertes documentadas como resultado de la persecución, de acuerdo con Minghui.org, una página web con sede en los Estados Unidos que hace un seguimiento de la persecución, aunque los expertos dicen que la cifra real es probablemente mucho más alta.

La persecución ha continuado durante la pandemia mundial. Solo en octubre, más de 1000 personas fueron detenidas y acosadas por la policía, y 65 de ellas fueron condenadas a la cárcel.

En el foro, los 31 miembros debatieron su oposición al «uso ilegal de la tecnología por parte de los gobiernos para vigilar las acciones de los individuos únicamente debido a su religión o creencia, y para reprimir a comunidades religiosas enteras», dijeron en un comunicado conjunto.

Brownback llamó especialmente la atención sobre el uso de la tecnología por parte de China en su guerra contra la fe.

«Esto es algo que han hecho en el Tíbet, que están haciendo en Xinjiang, y que se está extendiendo en diferentes lugares de su país. Y queremos evitar que esto se extienda a otros países del mundo o que se extienda más a otros países del mundo», dijo.

En octubre del año pasado, el Departamento de Comercio puso en una lista negra a 28 oficinas y empresas de la policía china, incluido el fabricante de equipos de vigilancia Hikvision, por su papel en el apoyo a la represión y vigilancia de los musulmanes uigures en la región del extremo occidental de China, Xinjiang. Se estima que un millón de uigures están actualmente detenidos en campos de internamiento en esa región.

Se ha instalado una tecnología similar en todo el país para vigilar a disidentes y a ciudadanos corrientes.

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