Una abuelita peruana de 108 años venció la batalla contra el COVID-19 y fue dada de alta este 16 de diciembre, justo a tiempo para poder pasar las fiestas navideñas a lado de su familia.
La Sra. Petronilla Cárdenas Quispe, originaria de la ciudad Huancavelica en Perú, a sus 108 años de edad es madre de 9 hijos, abuela de 15 nietos y bisabuela de 5 bisnietos. La abuela, que habla quechua, adquirió el virus del PCCh, el nuevo coronavirus que ocasiona la enfermedad de COVID-19, informó la página oficial del Proyecto Especial Legado.
La longeva mujer fue ingresada en el Centro de Atención y Aislamiento Temporal (CAAT), que fue implementado por el Proyecto Especial Legado Juegos Panamericanos y Paraparanamericanos, en el Hospital Hipólito Unanue de El Agustino.
Su hija Melissa Condori, de 45 años de edad, señaló que la llevaron previamente a dos hospitales y no la recibieron porque no había camas disponibles. Entonces le recomendaron que la llevaran al CAAT de Hipólito Unanue.
“Mi mamá se puso mal, estaba hinchada y no podía respirar, la llevamos de emergencia a otros dos hospitales y ninguno nos quiso recibir porque no había cama. Alguien nos dijo que la llevemos al CAAT del Hipólito Unanue y ahí sí nos recibieron rapidito”, explicó la hija según el mismo medio.
Mujer de 108 años logró vencer al COVID-19 y es dada de alta de hospital en El Agustino https://t.co/nEBcPlzpNq pic.twitter.com/fhGdLgj1XP
— Diario Correo (@diariocorreo) December 17, 2020
Tras realizarle las pruebas necesarias, la Sra. Petronilla recibió el diagnóstico de COVID-19. La familia temía fuertemente por la salud de la abuela y madre, pues su edad la ponía entre las personas con alto riesgo ante la enfermedad.
“Le hicieron la prueba COVID-19 y salió positivo, tomaron placas del pulmón y muestras de sangre, luego me dijeron que se tenía que quedar. Me puse a llorar, tuve miedo de no volver a ver a mi mamita”, agregó su hija.
Afortunadamente, la señora fue dada de alta una semana después de ser ingresada en el hospital que comenzó a funcionar el 22 de junio, luego que el Proyecto Legado prestara sus instalaciones al Ministerio de Salud (Minsa), para ampliar la atención a pacientes con COVID-19.
“El personal médico la cuidó con esmero y juntos vencieron ese mal. Tras ello, pudo salir de alta y regresar a pasar Navidad con su familia”, explicó Carlos Orellana, representante del Legado.
Su hija Melissa señaló que estaba realmente agradecida con la atención que recibió su madre por parte del personal médico, quienes le informaban por teléfono sobre la salud de la señora.
“Justo ayer me dijeron que salía de alta. No lo podía creer, hasta que fui a recogerla y volví a llorar, pero esta vez de emoción. Gracias a Dios por tanta dicha”, dijo Melissa.
La abuelita de 108 años fue la paciente número 442 con COVID-19 que se dio de alta en el CAAT, uno de los seis centros de atención instalados e implementados en Lima, Perú.
La suya es una historia más de recuperación positiva y de esperanza, ante la difícil situación que se vive actualmente en el mundo tras la llegada de las segundas oleadas en medio de la actual pandemia.
Sobreviviente de COVID-19 dice que recitar estas palabras le ayudó a recuperarse
A principios de marzo, Osnat Gad, residente de Long Island , sufrió los síntomas de COVID-19 durante más de un mes.
El primer síntoma extraño que notó fue perder el sentido del gusto y el olfato. Dos días después, ni siquiera podía levantarse de la cama. Gad tuvo la sensación de que había contraído el virus.
Al día siguiente, sintiéndose aún peor, Gad solicitó atención al servicio de emergencias para explicar su situación. Allí, dio negativo para la gripe estacional y le dijeron que se fuera a casa, se pusiera en cuarentena durante dos semanas y tomara Tylenol cada cuatro horas. Esto fue antes de que su hospital local incluso le hiciera pruebas de COVID-19, aunque su médico y enfermeras dijeron que sus síntomas mostraban que era probable que lo tuviera. Se le aconsejó que se quedara en casa porque incluso si llegaba al hospital, era poco probable que pudieran hacer más para ayudar.
Gad realizó un seguimiento de sus niveles de oxígeno y temperatura, que se mantuvieron en niveles normales. Después de una semana, pensó que había mejorado. Entonces, un día, se levantó para lavar la ropa y recibió un “segundo ataque”.
“No podía moverme”, dijo Gad. Después de un tiempo, se recuperó y tuvo una videoconferencia con su médico, quien le dijo que había otros pacientes con COVID-19 que también tuvieron un segundo ataque después de una semana de retroceso de los síntomas. El médico nuevamente le aconsejó que se quedara en casa y siguiera tomando Tylenol.
Ella se sintió profundamente sola. Aislada en casa sin nadie para acompañarla, si dejaba de respirar por completo, ni siquiera podría pedir ayuda. No había nadie que pudiera llamar por ella.
Si iba a sobrevivir, tendría que hacerlo sola. A medida que avanzaban las semanas de enfermedad, su frustración dio paso a la furia. Sentía que nunca iba a mejorar.
“También soy una sobreviviente de cáncer, he tenido una afección cardíaca y muchas gripes, enfermedades. He tenido operaciones”, dijo. “Esto no fue así en absoluto”.
Este ataque fue mucho peor que el primero. “Ni siquiera podía respirar”, dijo.
Los días y las semanas se nublaron a mediados de marzo a fines de abril. Hubo momentos en que no podía moverse en absoluto.
“El dolor era insoportable”, dijo Gad. “El miedo a no poder respirar es tremendo, es un miedo terrible”.
Ella llamó a sus amigos para pedirles consejos. Algunos le aconsejaron respirar vapor. Nada funcionó. Entonces, una de sus amigas, Anna, le dijo algo en chino, y la cabeza de Gad estaba tan borrosa que no pudo escuchar ni recordar la explicación.
Anna le dijo que repitiera estas palabras: “Falun Dafa Hao. Zhen Shan Ren Hao”.
¿Qué tenía que perder? Gad dijo las palabras y sintió que el oxígeno volvía a entrar en su sistema.
“Estaba muy indefensa y enferma. Confié en que mi amiga Anna (…). Sé que ella se preocupa por mí y quería que sanara. Su pasión y fuerza fue la razón por la que comencé a recitar [esas palabras]”, dijo.
Gad que fue criada como judía ortodoxa, había rezado muchas veces en su vida y tenía esta presión para asegurarse de decir las palabras con mucha precisión como le habían enseñado a hacerlo con la oración hebrea. Pero cuando dijo las palabras, no las sentía como una adoración, sino casi como una autoayuda, dijo. Ella no estaba pidiendo a un poder superior que la rescatara, sino tratando de curarse a sí misma de adentro hacia afuera.
“Bueno, lo que aprendí es que el mantra en realidad te permite respirar correctamente. Después de cada palabra, debes detenerte y recuperar el aliento”, dijo Gad, demostrando las palabras y lo natural que fue respirar después de cada una.
Gad dijo que era como si estas palabras le enseñaran a su cuerpo a respirar de nuevo, y cuanto más las decía, mejor se sentía. Ella comenzaba sus mañanas con las palabras y las decía antes de quedarse dormida. El efecto había sido inmediato, pero ella quería seguir diciendo las palabras.
Las palabras están formadas por nueve caracteres en chino que se traducen como “Falun Dafa es bueno. Verdad, Benevolencia y Tolerancia son buenas”.
“Tengo que estar muy agradecida con Falun Dafa”, dijo Gad. “Puedo decir que me salvó. Me enseñó a respirar”.
Después de lo que pareció un milagro, Gad tuvo que saber qué era exactamente Falun Dafa. Así que llamó a Anna, con deseos de investigar sobre esta práctica espiritual más a fondo.
La cultura tradicional china tiene una larga historia de sistemas de “autocultivación”, o prácticas de mente y cuerpo. Falun Dafa es una práctica espiritual que se introdujo al público en China en la década de 1990, promueve ejercicios suaves, meditación y vivir según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia para superarse a sí mismo.
“[Decir esto] cambió completamente mis niveles de energía. No sé si está asociado o no, no soy médico, pero sé que esto me salvó (…) Fue increíble”, dijo.
“[El COVID-19] se quedó conmigo más de un mes, tal vez seis semanas. Si no respiraba, tal vez no podría mejorar”.
Cuando empezó a investigar sobre Falun Dafa, Gad llamó a un número local para obtener más información.
“Estoy leyendo sobre la fuerza interior que tenemos dentro de nosotros, y solo depende de nosotros usarla siendo buenos humanos”, dijo Gad. “Espero poder estudiarlo profundamente”.
Gad continuó diciendo las frases todo los días y, poco después, decidió comenzar a practicar Falun Dafa: “Estoy extremadamente feliz de practicar e incorporar Falun Dafa a mi vida”, dijo. «Me ha mostrado una nueva manera de ver la vida».
Con información de Catherine Yang, Sarah Lu y Shiwen Rong.
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