Una doctora en Inglaterra encontró una manera de conmemorar y recordar a cada paciente con COVID fallecido bajo sus cuidados, comprando una planta en su honor. Ahora tiene 60 plantas en su departamento y seguirá con su especial forma de honrar la vida de cada persona que desafortunadamente perdió la batalla.
Katie Hodgkinson, de 26 años de edad, comenzó a trabajar como doctora dos años atrás, y aunque anteriormente no tenía un especial gusto por el cuidado de las plantas, sus experiencias en el trabajo con pacientes terminales le dieron un giro a su vida y ahora tiene 60 plantas, una por cada paciente que falleció estando bajo sus cuidados, escribió la misma doctora en un artículo de Metro UK.
En su primera rotación, Hodgkinson trabajaba en el área de cardiología e infartos, en la cual solía ver bastantes pacientes con enfermedades graves. En una ocasión, una paciente terminal le dijo que lo único que quería lograr ver antes de partir era «ver florecer las flores en primavera».
“Me llamó la atención que, después de toda una vida en este mundo, lo que más le importaba era ver los colores y la vida que llegan con una nueva estación; nunca había pensado en las plantas de esa manera”, escribió Hodgkinson.
Posteriormente falleció la primera paciente bajo sus cuidados, con quien había entablado una relación cercana. Tras la triste pérdida, decidió ir a sentarse a reflexionar al jardín del centro de cuidados paliativos del hospital, pero “el centro había puesto nombre a todas sus plantas, y cuando vi una con su nombre, me pareció una especie de señal”, explicó la doctora.
“Era una Calathea brillante y atrevida, con vibrantes rayas rosas que me animaron al instante. Me la llevé a casa”, explicó.
De ahí, la tradición no paró y cada vez que un paciente terminaba el curso de su vida, la doctora adquiría una planta más.
Every time one of my patients dies I buy a plant in their memory https://t.co/mszDff7xso via @MetroUK#humanity
— #CovidRehab (@covid_rehab) March 27, 2021
“Tenía 24 años y veía más muertes de las que la mayoría de la gente ve en toda su vida, pero aunque era horrible, también era un honor formar parte de un equipo que podía ayudar a estas personas a tener una buena muerte”, explicó.
Sin embargo, cuando llegó la pandemia todo cambió y las muertes eran mucho más frecuentes y completamente diferentes. Pasó, en ocho meses, de tener 15 plantas a 60.
Mientras trabajaba en ortopedia electiva su sala fue la primera en empezar a aceptar pacientes con Covid-19. Debido a las medidas de salud necesarias, las familias no pueden estar presentes, y son los mismos médicos quienes toman la mano de aquellos que quizás no lograran vencer la enfermedad.
En algún punto la doctora pensó que ya no tendría más espacio para poner sus plantas, y varias personas le sugirieron comprar una por semana o plantar árboles; pero finalmente, ella decidió que quería continuar.
“Es encantador estar rodeada de tanta vida nueva y me emociona mucho cada vez que veo que una hoja empieza a desplegarse”. Para esta doctora el tiempo que pasa cuidando sus plantas se ha convertido en un momento de reflexión, a veces triste pero otras veces alegre, pues le recuerda a aquellos que “se fueron a casa”.
“Pienso en todo lo que me queda por aprender, en lo lejos que he llegado y en cuántos pacientes más podré conocer. Creo que siempre dedicaré una planta a un paciente que se haya ido; tal vez tenga que mudarme a un lugar con jardín”, finalizó.
Una especial forma de recordar a aquellos que ya no continúan en este camino, pero que pueden ser recordados de diferentes maneras, y que mejor que cuidando de otro ser vivo en su honor.
Afortunadamente en esta pandemia, también hay historias de aquellos que lograron ganar la batalla.
Milagrosa recuperación de un hombre con COVID-19
Dong Nguyen se siente afortunado de haber sobrevivido a su encuentro con COVID-19. Pues en el momento más crítico de su vida, encontró un tratamiento inusual que le ayudó a recuperarse.
Nguyen, de 66 años, residente en Texas, salió muy poco de casa el año pasado debido a la pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino). Pero el 3 de agosto de 2020, fue rápidamente a la tienda para probar su suerte en la lotería. Dijo que llevaba una mascarilla y entró y salió de la tienda. Ese mismo día, presentó fiebre y tos que empeoraron en la noche.
A la mañana siguiente, le pidió a su esposa y a su hijo que lo llevaran a urgencias, donde dio positivo en la prueba de COVID-19. Inmediatamente lo hospitalizaron, lo pusieron en cuarentena y lo trataron por COVID-19, hipertensión e hiperglucemia.
Nguyen no paraba de toser y no podía comer ni dormir. Su estado se deterioró rápidamente y necesitaba suministro de oxígeno.
“El personal del hospital me puso rápidamente oxígeno suplementario”, dijo. “Desde la noche hasta el amanecer del día siguiente, estuve en estado de semicoma”.
Nguyen dijo que los medicamentos no le redujeron el nivel de azúcar en la sangre ni su presión arterial alta. También tenía dificultades para respirar, se sentía mareado y sentía la cabeza como si “alguien se la hubiera cortado por la mitad”.
Desesperado por su recuperación, tres días después Nguyen le pidió a su médico que le diera de alta para cuidarse en casa por su cuenta, con la ayuda de su familia. No mejoraba y no quería estar solo. Así que creía que otro paciente de COVID-19 podría utilizar su cama de hospital.
El médico permitió que le dieran el alta a Nguyen para que estuviera con su familia, porque su hijo era médico interno. Le dieron el alta con varios medicamentos, inyecciones de insulina y dos máquinas de oxígeno.
“Sentía los pulmones destrozados, en parte por el virus del PCCh, los medicamentos y por no haber podido comer ni dormir durante [casi] una semana”, añadió.
En ese momento de desesperanza, se acordó de una amiga que le había presentado una práctica de mente y cuerpo, y que también era médico. La llamó, le contó su estado y le preguntó por la práctica.
Sin tener nada que perder
Después de reflexionar sobre su situación durante la noche, Nguyen, que practica la medicina tradicional china, decidió hacerse cargo de su situación.
Como no mejoraba su situación y en contra del consejo de su hijo, el 8 de agosto Nguyen tomó la decisión de dejar de tomar los medicamentos para reducir su nivel de azúcar en la sangre y su presión arterial.
Nguyen también decidió que quería empezar a vivir según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, los principios básicos de Falun Dafa, una práctica espiritual china que se hizo muy popular a principios de los años 90 y que su amiga médico le había presentado.
Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, se diferencia de otras prácticas de qigong en que tiene un aspecto espiritual centrado en mejorar el carácter moral de la persona.
Desafortunadamente, la popularidad de la práctica y su enfoque en los valores tradicionales la convirtieron en un objetivo del Partido Comunista Chino, que continúa arrestando arbitrariamente, encarcelando, torturando y sustrayendo forzadamente los órganos de las personas que defienden su creencia en la práctica.
Mejora el estado de salud
Nguyen dijo que inmediatamente notó una mejoría aunque solo pudo hacer los ejercicios de Falun Dafa sentado.
“El efecto fue milagroso”, dijo. “Al llegar al tercer ejercicio de Falun Dafa, me sentí mejor”.
“Mi respiración subió al 50% [desde el 10%], mi voz estaba más clara y ya no tenía fiebre. Mi tos también disminuyó y mi nivel de azúcar en sangre bajó a 135 mg/dL”, añadió.
Además, Nguyen dijo que ya no necesitaba suministro de oxígeno.
Después de dos días, Nguyen aseguró que se sentía con suficiente fuerza para ponerse de pie y hacer los ejercicios de Falun Dafa, y que su “respiración aumentó un 85%”. Su presión arterial y su nivel de azúcar también se estabilizaron.
Nguyen dijo que finalmente se sometió a una nueva prueba de COVID-19 varios días después y le dijeron que ya no estaba infectado con el virus del PCCh.
Nguyen dijo que se siente agradecido con Falun Dafa por su recuperación y su nueva perspectiva positiva de la vida.
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