Exalumnos del Colegio Salesiano de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, Argentina, decidieron ayudar a un excompañero que es enfermero y trabaja en primera línea enfrentando al virus del PCCh, también conocido como el nuevo coronavirus. Con el dinero que estaba destinado a la celebración de los 30 años de egresados lograron comprar un auto y se lo obsequiaron, el 20 de septiembre.
José Pérez, a quien sus amigos llaman “Tono”, es enfermero en el Hospital Regional local y solía irse a trabajar caminando, ya que no contaba con un auto propio. Tono caminaba unas 25 cuadras en el frío para poder cumplir con su vocación de servicio, incluso en medio de la pandemia.
Actualmente Tono padece problemas de hipertensión, según Infobae. Pero a pesar de ser considerado “personal exceptuado”, permaneció en la línea de frente durante la pandemia, incluso cuando lo asignaron al sector de COVID-19, donde asiste como mínimo a 20 pacientes por día.
“Lo del auto surgió por idea de unos de nuestros amigos, Víctor Flores, también egresado salesiano», dijo a The Epoch Times Alejandro Fernandez, uno de los excompañeros de Tono.
Víctor trabaja como taxista en la misma localidad y «veía cómo todo el tiempo nuestro amigo Tono se iba caminando a trabajar al hospital. Unas 25 cuadras en el frío patagónico”, agregó. «Entonces, sencillamente se le ocurrió: ¿por qué no regalarle un auto? Y nos comenzó a llamar”.
Un grupo de 24 compañeros egresados hace 30 años del colegio participaron en esta solidaria idea. Los generosos exalumnos tiene una estrecha amistad que lleva más de 40 años de unión.
Todos estuvieron de acuerdo en que Tono se merecía el auto y comenzaron a organizarse. “Víctor y otros amigos que viven en la ciudad de Río Gallegos, se pusieron el proyecto al hombro: Marcelo, Héctor, Fernando fueron parte de la logística de todo esto”, dijo Fernández.
Los amigos consiguieron recaudar ARS 160,000 y con el dinero destinado a la fiesta compraron un Volkswagen Polo modelo 2006. Pero cuando iban a rendirle el homenaje y entregarle las llaves del coche, Tono contrajo el virus del PCCh y tuvieron que esperar a que se recuperará y hasta que cumpliera con los 20 días de aislamiento, según el medio argentino.
“Antes de entregárselo, lo restauramos por completo. Le compramos un estéreo, le cambiamos las butacas y le hicimos el motor a nuevo. El auto quedó OKM”, contó Fernandez.
El 20 de septiembre los compañeros le dieron a Tono la gran sorpresa. Tono no tenía idea del gran plan de sus compañeros, de este gran regalo en “sus 30 años de amistad”.
“Fingimos que era una entrevista de los medios locales. Era la única manera de sacarlo de su casa en plena cuarentena, así que nos comunicamos con unos medios locales y los tuvimos de cómplices de la sorpresa”, dijo Fernandez a The Epoch Times. “Fue muy emotivo todo, realmente. Es su primer auto”.
El día de entrega del vehículo llegó y un montón de autos dando bocinazos paró en la casa del enfermero irrumpiendo en la entrevista televisiva que planearon.
Flores lo abrazó y le dijo: «Este es un regalo para vos y para tu familia», de acuerdo a un video del evento.
“Fue todo muy movilizante, lo filmábamos, le sacábamos fotos y él se agarraba la cabeza. Lloraba de la emoción porque no lo podía creer», señaló Fernández a Infobae.
“Fue un día muy especial, de mucho sol y poco viento; algo atípico en esta época. Tengo 48 años y es el primer auto que tengo en mi vida. El domingo me dieron las llaves y este martes me vinieron a traer los papeles y el 08. Solo me falta aprender a manejar”, expresó Tono.
(Cortesía: Alejandro Fernández)
“Es muy loco todo lo que pasó porque me llamó hasta gente de la municipalidad para pasarme el número de teléfono de personas que, al enterarse de la noticia, se ofrecieron para darme cursos de manejo y acompañarme a sacar el registro», dijo.
«No sé manejar. Tengo 48 años y es el primer auto que tengo en mi vida», agregó el agradecido enfermero.
El fuerte lazo de amistad que une a este grupo de exalumnos no es casualidad.
Fernández conoce a Tono desde niño y lo describe como un niño muy creativo en aquél entonces, y ahora como un «muy buen profesional de la salud». Además dijo que «Tono es una persona muy servicial, muy familiero y profundamente creyente».
“Si bien somos más, con esto de la pandemia con algunos hemos perdido contacto. Algunos viven en nuestra ciudad, Río Gallegos, pero otros vivimos fuera, en otras provincias y países», dijo Fernández. «Promediamos 47 años y algunos nos conocemos desde los siete años. Ya te podrás imaginar…»
“Somos un grupo en el cual este tipo de historias no es una anomalía, sino lo usual». dijo Fernández. “Hemos aprendido de niños, un poco de nuestros padres, un poco de la lógica de los pueblos chicos y un poco de nuestra educación católica salesiana. [Es] una institución que hace especial hincapié en la solidaridad y los lazos comunitarios, el sentido de pertenencia», agregó.
“La vida es un don de Dios, y desde esa premisa hemos edificado nuestro camino”, comentó Fernández, según Infobae. También citó a San Juan Bosco diciendo: «No se espere la ayuda de la Divina Providencia, estando nosotros sin hacer nada. Ella se moverá cuando haya visto nuestros esfuerzos generosos por su amor”.
Sobreviviente de COVID-19 dice que recitar estas palabras le ayudó a recuperarse
Ella recibió la visita de algunos miembros de su familia, de Manhattan y se fueron de excursión. Una semana después de la visita, comenzó a sentirse increíblemente enferma.
El primer síntoma extraño que notó fue perder el sentido del gusto y el olfato. Dos días después, ni siquiera podía levantarse de la cama. Gad tuvo la sensación de que había contraído el virus.
Al día siguiente, sintiéndose aún peor, Gad solicitó atención urgente de un hospital. Allí, dio negativo por gripe estacional y le dijeron que se fuera a casa, se pusiera en cuarentena durante dos semanas y tomara Tylenol cada cuatro horas. Aunque los médicos y enfermeras aun no realizaban pruebas para COVID-19 le dijeron que era probable que lo tuviera.
Gad realizó un seguimiento de sus niveles de oxígeno y temperatura, que se mantuvieron en niveles normales. Después de una semana, pensó que había mejorado. Entonces, un día, se levantó para lavar la ropa y comenzó un “segundo ataque”.
“No podía moverme”, dijo Gad. Después de un tiempo, se recuperó y tuvo una videoconferencia con su médico, quien le dijo que había otros pacientes con COVID-19 que también tuvieron un segundo ataque después de una semana de retroceso de los síntomas.
“[El COVID-19] se quedó conmigo más de un mes, tal vez seis semanas. Si no respiraba, tal vez no podría mejorar”, dijo.
Gad se sentía profundamente sola. Aislada en casa sin nadie para acompañarla, se dio cuenta que, si dejaba de respirar por completo, ni siquiera podría pedir ayuda. No había nadie que pudiera llamar por ella.
Llamó a sus amigos para pedirles consejos. Algunos le aconsejaron respirar vapor. Nada funcionó. Entonces, una de sus amigas, Anna, le dijo algo en chino y la cabeza de Gad estaba tan borrosa que no pudo escuchar ni recordar la explicación.
Anna le dijo que simplemente repitiera estas palabras: «Falun Dafa Hao. Zhen Shan Ren Hao».
¿Qué tenía que perder? Ella dijo las palabras y sintió que el oxígeno volvía a entrar en su sistema.
“Estaba muy enferma e indefensa. Confié en que mi amiga Anna tenía el mejor interés en su corazón. Sé que ella se preocupa por mí y quería que sanara. Su pasión y fuerza fue la razón por la que comencé a recitar [esas palabras]”, dijo.
Nunca imagino que recitar simplemente tres palabras salvaría su vida. Gad dijo que era como si estas palabras le enseñaran a su cuerpo a respirar de nuevo y cuanto más las decía, mejor se sentía.
Las palabras están formadas por nueve caracteres en chino que se traducen como “Falun Dafa es bueno. Verdad, Benevolencia y Tolerancia son buenas”.
Ella comenzaba sus mañanas con las palabras y las decía antes de quedarse dormida. El efecto había sido inmediato, pero ella quería seguir diciendo las palabras.
Después de lo que pareció un milagro, Gad tenía que saber qué era exactamente Falun Dafa. Así que llamó a Anna para saber más al respecto.
“Tengo que estar muy agradecida con Falun Dafa”, dijo. “Puedo decir que me salvó. Me enseñó a respirar”.
La cultura tradicional china tiene una larga historia de sistemas de “autocultivación”, o prácticas de mente y cuerpo. Falun Dafa es una práctica espiritual que se introdujo al público en China en la década de 1990, promueve ejercicios suaves, meditación y vivir según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia para superarse a sí mismos.
Gad se dio cuenta y sintió que decir esas palabras como un mantra era una forma de “autoayuda”.
“[Decir esto] cambió completamente mis niveles de energía. No sé si está asociado o no, no soy médico, pero sé que esto me salvó, porque aprendí a respirar diciendo el mantra, ¿entiendes lo que digo? Fue increíble”, dijo.
Gad investigó más sobre Falun Dafa y se interesó por aprender los ejercicios y la meditación.
“Estoy leyendo sobre la fuerza interior que tenemos dentro de nosotros y solo depende de nosotros usarla siendo buenos humanos”, dijo Gad. “Espero poder estudiarlo profundamente”.
Gad continuó diciendo las frases todo los días y, poco después, decidió comenzar a practicar Falun Dafa: «Estoy extremadamente feliz de practicar e incorporar Falun Dafa a mi vida», dijo.»Me ha mostrado una nueva manera de ver la vida».
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