Tori Hamlin, de Georgia, sufrió la conmoción de su vida cuando una noche se asomó al dormitorio de su hijo Everett de 4 años, el niño estaba profundamente dormido en la cama, pero al examinarlo más de cerca, estaba acunando a su querido pez dorado como mascota. Tori lo despertó suavemente y le explicó que el pez «Nemo» había fallecido tristemente.
Everett admitió que «solo quería acariciarlo». No tenía idea de que el pequeño moriría cuando lo sacaran de su tanque. «Al principio me sorprendió», dijo Tori, «Pero cuando dijo que solo quería acariciarlo, pensé: ‘Dios mío, eso es muy triste’. ¡No me pareció gracioso que lo matara!»
«Me sorprende que lo atrapara», continuó la atenta mamá. «Tiene buenas habilidades allí. Tal vez el pez estaba tan acostumbrado a verlo que se sentía cómodo con él al lado del tanque».
Everett ha amado a los peces desde que tenía solo unos meses, y el tanque que se instaló en el lugar de privilegio en su propio dormitorio había sido una fuente de fascinación durante bastante tiempo. «Su tanque tenía luces de diferentes colores, así que le encantaba mirar… y escoger diferentes cosas para poner en el tanque», explicó Tori.
El percance a la hora de acostarse ocurrió poco después de la rutina normal de Everett de ir a la cama: Tori y su esposo, Corey, le leyeron a su hijo un cuento para dormir y luego se retiraron a la sala de estar para ver una película antes de escuchar un ruido extraño en la habitación de Everett. «Lo llamamos y le preguntamos qué había pasado, y dijo que no era nada», recordó Tori.
Tori le echó un vistazo un rato más tarde y se dio cuenta de que el niño había empujado su sillita contra el costado de su cómoda. El tanque, encima de la cómoda, no tenía tapa y el pez dorado ya no estaba. Tori llamó a su marido confundida y los dos inspeccionaron silenciosamente la habitación del niño. Mirando por encima de la cama, Tori saltó de espaldas conmocionada: su hijo dormido sostenía al pececillo en la mano.
«Lo despertamos», continuó Tori, «Y le preguntamos por qué estaba sosteniendo su pez. Dijo: ‘Solo quería acariciarlo’. Así que estábamos como: ‘Amigo, mataste a tu pez. Los peces no pueden vivir fuera del agua'».
Inevitablemente, el pequeño Everett estaba devastado. Pero él comprendió que las acciones tienen consecuencias y rápidamente interiorizó su breve y aguda lección de vida (y muerte – ¡lo siento, Nemo!). Everett volvió a estar alegre a la mañana siguiente. «Tendremos que buscar otro pez y no lo tocaré. Solo se me permite tocar el pez cuando voy a pescar», dijo.
«No todos los niños escuchan a sus padres y aprenden de ello», compartió Tori, orgullosa del sensato enfoque de su hijo para aprender una lección muy dura. «Es parte de ser padre y crecer». La divertida pero aún así completamente impactada mamá publicó la historia en línea y recibió más de 65.000 comentarios y reacciones. Algunas personas incluso se ofrecieron a comprarle al dulce Everett un pez nuevo.
Pero sus padres estaban un paso por delante, dándole a su hijo una tarjeta de regalo por su cumpleaños y la oportunidad de elegir un nuevo amigo, esta vez, uno que dejaría a salvo en el tanque para prosperar.
«Cuando estábamos comprometidos teníamos cuatro o cinco tanques», reveló Tori. «Nos metimos de verdad en las peceras. Así que cuando Everett era pequeño no podíamos esperar para darle un pez. Siempre le ha encantado». Nemo era naranja cuando lo compraron, continuó Tori, pero para cuando murió su color se había desvanecido. «Fue una locura», dijo ella. «Vivió una vida más larga que la mayoría de los peces de colores».
Everett rápidamente escogió un nuevo y colorido amigo para su iluminada pecera de dormitorio, y esta vez, solo se trata de abrazos figurativos.
¡Qué lección de vida!
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