NUEVA YORK —Un número cada vez mayor de denunciantes han identificado al Partido Comunista Chino (PCCh) como el culpable de una avalancha de ataques contra practicantes de Falun Gong en Estados Unidos, así como contra las empresas que fundaron para concienciar sobre la persecución a la que se enfrentan en China.
Los ataques adoptan diversas tácticas y formas, mostrando la gama de herramientas del PCCh para utilizar las instituciones estadounidenses y silenciar a sus críticos.
Una de las compañías atacadas por el PCCh, Shen Yun Performing Arts, produce aclamados espectáculos de danza clásica china que se presentan en todo el mundo bajo el lema «China antes del comunismo». Fue fundada por practicantes de la disciplina espiritual Falun Gong que huían de la persecución religiosa en China.
En los últimos años, Shen Yun, y Falun Gong en general, han sido objeto de constantes ataques en Estados Unidos. Los métodos empleados incluyen amenazas de bomba, amenazas de tiroteo masivo, acoso en las redes sociales, suplantación de identidad, demandas, difamación en los medios de comunicación e incluso agresiones físicas.
En los últimos seis meses, media docena de informantes del PCCh han denunciado que los ataques están orquestados por el PCCh como parte de una nueva campaña para «eliminar» a Falun Gong no solo en China, sino también en Estados Unidos y otros países del mundo.
La campaña se basa principalmente en la desinformación a través de influencers en las redes sociales y medios de comunicación occidentales que no pueden ser fácilmente rastreados hasta el PCCh. Además, utiliza el sistema legal y policial estadounidense para perseguir a empresas creadas por practicantes de Falun Gong, en particular Shen Yun, según los denunciantes.
La campaña fue ordenada personalmente por el líder del PCCh, Xi Jinping, en una reunión secreta celebrada en octubre de 2022, según Yuan Hongbing, un jurista chino que vive exiliado en Australia y que obtuvo la información de sus fuentes, entre ellas un miembro de una veterana familia del PCCh que ahora se opone a Xi.
Xi señaló a Falun Gong y a las empresas con sede en EE. UU. creadas por sus practicantes, incluyendo Shen Yun, The Epoch Times y NTD Television, como la principal «fuerza hostil» contra el PCCh y lo calificó como un asunto «grave», dijeron los informantes a Yuan. Todas estas empresas han sacado a la luz atrocidades cometidas por el PCCh.
El jefe del Ministerio de Seguridad del Estado chino, Chen Yixin, supervisa personalmente la campaña, según un informante, aunque también participan otros organismos, como el Ministerio de Seguridad Pública (MPS).
La campaña es especialmente perniciosa por la utilización de agentes encubiertos del MPS en Estados Unidos, según el informante.
«Una vez que se moviliza a estas personas, la amenaza es muy alta».
Aunque el PCCh persigue varios objetivos en Estados Unidos, la amplitud de la nueva campaña contra Falun Gong indica la importancia que el PCCh le asigna, según múltiples expertos.
«La campaña del PCCh contra Falun Gong es solo el ejemplo más escandaloso de la forma en que Beijing interfiere diariamente en la soberanía estadounidense», dijo Steven Mosher, científico social y experto en China, en un correo electrónico enviado a The Epoch Times.
Reggie Littlejohn, defensora de los derechos humanos y fundadora de Women’s Rights Without Frontiers, se mostró de acuerdo.
«Los recientes ataques contra Falun Gong son un ejemplo de hasta dónde puede llegar el PCCh para acabar con la disidencia», declaró a The Epoch Times por correo electrónico.
Littlejohn es una destacada experta en abusos contra las mujeres en China, incluidos el aborto forzado y la esclavitud sexual. Conoció de primera mano la influencia del PCCh en Estados Unidos cuando, en la década de 2000, escribió el guión de una película ambientada en el contexto de los abortos forzados durante la política china del hijo único. El guión ganó varios premios, pero nunca llegó a rodarse.
«No conseguí que se produjera», declaró a The Epoch Times.
Muchos inversores no querían hacerlo porque tenían negocios en China. El casting fue un problema, porque los actores «se suicidarían profesionalmente si aparecieran en una película así», dijo.
La experiencia le reveló la profundidad del control del PCCh en Estados Unidos.
Ha habido ejemplos de Hollywood que ha cedido ante los censuradores chinos modificando películas que ya estaban en producción. Pero»«no se trata solo de cambiar un poco el argumento», dijo.
El problema principal es la autocensura.
«El resultado es que las historias importantes sobre las múltiples violaciones de los derechos humanos cometidas por el PCCh nunca verán la luz del día», afirmó.
Esa es también la razón por la que el PCCh tiene en el punto de mira a Shen Yun, señaló.
«La cultura y el entretenimiento son cruciales en la formación de la opinión pública», dijo.
«El PCCh tiene tanta influencia en los medios de comunicación y en la industria del entretenimiento, en el mundo académico… en todos los lugares en los que esperamos que se diga la verdad. … Da a la población estadounidense, y podría decirse que a la población mundial, una visión poco realista de lo que es China».
«Tres guerras»
En sus operaciones de influencia global, el PCCh se basa en la «guerra sin restricciones» y, en concreto, en su doctrina de las «tres guerras»: guerra psicológica, guerra de opinión pública y guerra legal.
El objetivo de la guerra psicológica es desmoralizar a la población; la guerra de opinión pública pretende controlar qué y cómo piensa la gente sobre cuestiones relevantes; la guerra legal utiliza la ley como arma contra los enemigos.
La doctrina de las Tres Guerras fue analizada en detalle en un informe de 650 páginas publicado en 2021 por el Instituto de Estudios Estratégicos de las Escuelas Militares (IRSEM), un organismo independiente afiliado al Ministerio francés de las Fuerzas Armadas.
Los objetivos de estas operaciones son «seducir y subyugar al público extranjero creando una narrativa positiva de China» y, «sobre todo, infiltrarse y coaccionar», según el informe.
El gobierno estadounidense se ha manifestado en contra de las operaciones de influencia del PCCh y ha tenido cierto éxito en contrarrestarlas, deteniendo y procesando a agentes del PCCh que han acosado o espiado a críticos del PCCh. Pero eso apenas ha arañado la superficie, dicen algunos expertos.
Un problema importante es que Estados Unidos opera a partir de un marco legal obsoleto, dijo Casey Fleming, director ejecutivo de BlackOps Partners y experto en contrainteligencia.
«Nuestras leyes nunca se han actualizado para la tecnología, y nunca se han actualizado realmente para este tipo de ataques», dijo. «Los ataques que hemos tenido en el pasado han sido directamente militares y la guerra sin restricciones se centra en primer lugar en los ciudadanos y la economía y, como último recurso, en el ejército».
Otra razón por la que es difícil acabar con los ataques es que el PCCh suele utilizar intermediarios para lanzarlos, señalaron algunos expertos.
«Ese es exactamente el diseño: aparentar que no hay conexión para que en la superficie no se cuestione», dijo Fleming.
A veces, el régimen mantendrá varios grados de separación con su peón. Y a veces el peón ni siquiera se da cuenta de que está siendo utilizado, según Lu Dong, que una vez fue uno de esos peones.
En la década de 1990, Dong era uno de los principales líderes de la comunidad china en Nueva York y ayudaba al PCCh a influir en la opinión pública y la política de Estados Unidos. Sus servicios al régimen le valieron incluso una audiencia con el entonces jefe del PCCh, Jiang Zemin. Pero cuando vio a los funcionarios del PCCh regocijarse por los atentados del 9/11, se echó atrás y rompió sus lazos con el régimen. Desde entonces, se ha dedicado a denunciar las operaciones del PCCh en Estados Unidos.
«Los estadounidenses no entienden que la infiltración sea tan profunda y generalizada», declaró a The Epoch Times.
Infiltración
Una forma de influir en las instituciones estadounidenses es enviar gente a unirse a ellas, explicó Antonio Graceffo, analista económico de China, colaborador de Epoch Times y autor de «Más allá de la Frnaja y la Ruta: La expansión económica global de China».
«Se dieron cuenta: ‘Bueno, si tenemos personas que se unen a las instituciones como miembros, y luego pueden postularse para cargos en la institución, podrían comenzar a controlar las políticas y cosas por el estilo'», dijo a The Epoch Times.
«Se trata de una gran estrategia en la que el PCCh considera a las personas como piezas de ajedrez y las mueve por el tablero para llevar a cabo los planes de política exterior de China».
El PCCh está dispuesto a jugar el juego largo, reclutando y cultivando a sus agentes durante sus años de estudiante y ayudándolos gradualmente a construir un currículum y credibilidad, hasta que se colocan en la posición deseada en el ejército, los negocios, el gobierno, el sistema de justicia, la academia o los medios de comunicación, dijo Dong.
La mayoría de las veces, el régimen confía en personas de etnia china. Incluso si son ciudadanos estadounidenses, a menudo tienen sentimientos hacia China que pueden ser explotados, dijo.
Dong no se consideraba un espía del PCCh. Sentía que simplemente estaba ayudando a un país que le importaba.
«Pensamos: ‘Oh, estamos haciendo algo bueno por China’. No, no estás haciendo algo bueno por China. Estás haciendo algo bueno para el gobierno comunista chino», dijo.
En caso necesario, el régimen también puede torcer el brazo, señaló Graceffo, aludiendo a la ley de seguridad nacional china que obliga a todos los chinos a colaborar en sus actividades de inteligencia.
«Sus familias están en China. Algunos de ellos pueden ser personas honestas que no quieren ayudar al PCCh, pero no tienen elección, ¿verdad?», dijo.
Reconocer a los agentes del PCCh puede ser extremadamente difícil.
Incluso criticar al PCCh no es una garantía, ya que a algunos agentes se les anima a hablar en contra del régimen para ganar credibilidad.
«Utilizan las críticas al Partido Comunista como una piel de cordero para tapar al lobo», dijo Dong.
Mosher dijo haber visto de primera mano cómo algunos de sus amigos del movimiento democrático chino «se han visto comprometidos de un modo u otro por el PCCh».
«Algunos han moderado su postura en respuesta a amenazas contra sus familias, oportunidades de viajar a China o, tristemente, incentivos económicos», dijo.
Los «esfuerzos extremos del PCCh por atacar y destruir» a Falun Gong son «la mejor prueba de que los practicantes de Falun Gong son inmunes a tales sobornos y amenazas», afirmó.
De hecho, una de las razones por las que el PCCh ataca tan intensamente a Falun Gong es que sus intentos de infiltrarse en él han tenido un éxito limitado, dijo Dong.
«Es demasiado difícil. … Si eres real o no, se nota enseguida», dijo.
Durante la reunión secreta de 2022, el líder del PCCh, Xi Jinping, dijo que las tácticas habituales de «infiltrar, romper y disolver» han sido insuficientes contra Falun Gong, según Yuan.
Debido a que los practicantes de Falun Gong, al igual que los practicantes de otras religiones tradicionales, ponen énfasis en el desarrollo de valores espirituales como la benevolencia o el amor, desarrollan una conducta que es difícil de fingir, dijo Dong.
«Puedes usar la decencia para distinguir el carácter, y usar el carácter para distinguir si se trata de un verdadero cristiano, un verdadero Falun Gong o un [agente] del Partido Comunista. El Partido Comunista tiene una gran característica: no pueden fingir la decencia real, … no pueden fingir que tienen buen carácter», dijo.
Guerra judicial
Una de las tácticas más efectivas del PCCh es explotar el sistema legal estadounidense contra sus enemigos, dijeron múltiples expertos.
En septiembre, el Comité sobre el PCCh de la Cámara de Representantes celebró una audiencia en la que se analizó «Cómo el PCCh utiliza la ley para silenciar a los críticos e imponer su dominio».
«Los investigadores, empresarios y académicos que sacan a la luz la verdad sobre una empresa china, ya sea el robo de datos genómicos por parte del partido, los trabajos forzados o las prácticas comerciales malignas, de repente se ven abofeteados por demandas frívolas2, afirmó el presidente de la comisión, el representante John Moolenaar (R-Mich.), en su declaración de apertura.
«Esto es guerra judicial, simple y llanamente, y hay que ponerle fin», añadió.
El líder del PCCh, Xi, dijo abiertamente que el partido debe «utilizar la ley para llevar a cabo sus luchas internacionales», señaló el representante Raja Krishnamoorthi (D-Ill.), miembro de mayor rango.
«El PCCh ve la ley como una espada para usar contra sus oponentes y un escudo para proteger sus intereses», dijo durante la audiencia.
Se sabe que las empresas chinas han presentado demandas por patentes y difamación contra empresas estadounidenses en un patrón de acoso. Aunque las demandas sean infundadas «siguen ocupando tiempo de los tribunales y de las empresas», dijo Fleming.
A veces, el PCCh utiliza entidades con sede en Estados Unidos para hacer su trabajo.
«De hecho, financian a grupos ecologistas para que presenten demandas e intenten detener o ralentizar el fracking», explicó.
Ahora hay bufetes de abogados enteros en Estados Unidos que trabajan en interés del PCCh, dijo Graceffo.
«Es una estrategia a muy largo plazo tomar a gente leal al PCCh, ponerlos en Estados Unidos, darles becas completas, financiación, hacer que vayan a la facultad de Derecho, obtengan su licencia de abogado, formen un bufete de abogados durante un periodo de años. Y ahora estos bufetes existen y luego el gobierno chino alimenta a la gente en esos bufetes».
Espera que el régimen recurra aún más a esta estrategia.
«Tiene mucho éxito, es muy rentable y se puede negar completamente, porque no hay nada de lo que acusar a China. No han cometido ningún delito, no han disparado ni robado nada. Sólo están utilizando sus libertades y su código legal en su contra», afirmó.
Shen Yun ha recibido su ración de demandas frívolas. Un estadounidense con antiguos vínculos comerciales con China lleva años presentando demandas infundadas contra el campus de Shen Yun en el norte del estado de Nueva York. La última fue desestimada por un juez federal en septiembre, esta vez «sin perjuicio», por lo que no puede volver a presentarse.
En julio, dos hombres se declararon culpables de actuar como agentes chinos tras intentar sobornar a un agente del IRS para que abriera una falsa investigación sobre Shen Yun.
Uno de los hombres declaró al FBI que también habían vigilado el campus de Shen Yun para recabar información para una demanda medioambiental destinada a impedir el desarrollo del campus, según documentos judiciales.
«La guerra judicial es extremadamente eficaz para silenciar la disidencia, porque si una persona o incluso una empresa u organización se ve afectada por una de estas demandas, puede acabar con ella», afirmó Littlejohn.
«De hecho, puede acabar con ellos, porque incluso si tienen toda la razón, la pérdida de tiempo y recursos es tan grande que en muchos casos tendrán que luchar por sobrevivir».
También dijo que solo el miedo a una posible demanda puede tener un «efecto amedrentador».
«De modo que no publicarías información que sabes que es cierta, porque si te ponen una de esas demandas, sabes que no tienes recursos para defenderte».
El mes pasado, Shen Yun fue objeto de otra demanda interpuesta por una exartista que abandonó la compañía hace unos cinco años. Partes de la demanda parecen sacadas de un artículo del New York Times en el que se atacaba a Shen Yun.
La exartista ha sido una fuente clave de acusaciones en el artículo y en varios otros que el periódico publicó a principios de este año. La autora principal de los artículos del New York Times, la reportera Nicole Hong, declaró en una entrevista con el periódico que ella y su coautora empezaron a trabajar en los artículos después de que un «informador» se pusiera en contacto con ellas con supuesta información sobre el «funcionamiento interno» de Shen Yun y les presentara a una exartista.
Algunas fuentes para el artículo también fueron suministradas por un YouTuber chino-estadounidense que ha sido señalado por al menos tres denunciantes del PCCh como utilizado por el régimen como vehículo en su campaña de desprestigio contra Falun Gong.
Este hombre ha hecho comentarios amenazadores contra el personal de Shen Yun y el año pasado el FBI advirtió a las fuerzas policiales que estaba «potencialmente armado y era peligroso» después de que la policía local lo viera cerca del campus de Shen Yun.
Posteriormente fue detenido y acusado de tenencia ilícita de armas de fuego.
Guerra mediática
La guerra legal suele ir de la mano de la guerra mediática.
«Existe una cierta interacción, porque una vez que se controla lo que ocurre en la prensa, también se controla la opinión pública. Y, por supuesto, en Estados Unidos la opinión pública puede influir mucho en los juicios», explicó Graceffo.
El sesgo favorable al PCCh de las noticias estadounidenses se puso de manifiesto durante la pandemia de COVID-19, dijo.
«Era como si recibieran informes semanales del PCCh. No podía creer las tonterías».
La situación ha cambiado un poco porque la opinión pública estadounidense se ha vuelto contra China hasta tal punto que la gente «no quiere ver historias positivas en las noticias sobre China», afirmó.
El PCCh solía pagar directamente a medios de comunicación como The Wall Street Journal, The Washington Post y The New York Times para que publicaran sus suplementos propagandísticos.
También ejerce influencia sobre el acceso de las empresas de medios de comunicación a China.
Pero la influencia es aún mayor, según Dong.
El régimen patrocina a jóvenes chinos para que estudien periodismo y se incorporen a los principales medios de comunicación.
«Hace 10 o 20 años, el gobierno chino patrocinaba a jóvenes chinos para que estudiaran periodismo en la Universidad de Harvard o en la de Columbia. … Poco a poco, alguien los metía en la Voz de América, en The Wall Street Journal, en The New York Times».
El New York Times tiene un largo historial de amplificar la propaganda comunista.
Su cobertura de Falun Gong ha sido «vergonzosa», según un análisis publicado a principios de este año por el Centro de Información Falun Dafa, una organización sin ánimo de lucro que vigila la persecución de Falun Gong.
El periódico ha publicado docenas de artículos «plagados de tergiversaciones, inexactitudes y hostilidad descarada, mostrando un grado escandaloso de falta de profesionalidad y parcialidad», según el informe.
Soluciones
Graceffo coincidió con Fleming en que hay que endurecer las leyes contra las operaciones de influencia extranjera, pero sobre todo, argumentó, hay que hacerlas cumplir.
«Puedes tener una gran ley sobre el papel, pero si no la haces cumplir correctamente, no va a servir de nada».
Mosher se mostró de acuerdo.
«La solución es deportar a todos y cada uno de los agentes del Estado chino que incurran en este comportamiento. Si se descubre que algún funcionario consular del PCCh incurre en ese comportamiento, debe ser declarado persona non grata y expulsado del país. Por último, cualquier consulado [chino] que incurra en este tipo de conducta debe ser clausurado».
El Congreso también podría aprobar «una ley federal anti-SLAPP» para facilitar la desestimación de demandas frívolas, dijo Jill Goldenziel, profesora de la Facultad de Información y Ciberespacio de la Universidad Nacional de Defensa, en su testimonio ante la Comisión de la Cámara de Representantes sobre el PCCh.
Además, «el Congreso debería estudiar la posibilidad de exigir a los principales financiadores extranjeros de litigios en tribunales estadounidenses, ya sean gobiernos, empresas o particulares, que revelen su papel en dichos litigios y, además, debería exigir a cualquier parte extranjera en litigios o financiador de litigios que revele plenamente sus vínculos con gobiernos extranjeros», propuso en la audiencia Jamil N. Jaffer, fundador y director ejecutivo del Instituto de Seguridad Nacional.
La ley podría ir tan lejos como exigir a las partes en litigio que revelen la identidad de cualquier miembro del PCCh que forme parte de su dirección, añadió.
«Desde hace casi una década, China ha telegrafiado que pretende utilizar nuestro sistema jurídico y nuestra concepción del Estado de Derecho contra nosotros, incluso contra nuestras propias empresas, nuestro pueblo y nuestra nación. China también ha dejado claro que nos cerrará su sistema y que nuestras empresas y ciudadanos tendrán un recurso limitado, si es que tienen alguno, en el sistema jurídico chino», declaró Jaffer.
«Ahora tenemos que reconocer estas acciones como lo que son, a saber, un intento a gran escala de socavar el núcleo del Estado de Derecho y doblegarlo a favor del PCCh».
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