El secretario de Estado Antony Blinken se reunió con el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 28 de julio, respaldando la propuesta de este último para investigar más a fondo el origen de la pandemia, que se cree se dio en China.
«El secretario Blinken afirmó el apoyo de Estados Unidos a los planes de la OMS para realizar estudios adicionales sobre los orígenes del COVID-19, incluso en la República Popular China», dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en un comunicado emitido ayer.
Según su comunicado, el máximo diplomático estadounidense pidió una segunda fase de la investigación «oportuna, basada en pruebas, transparente, dirigida por expertos y libre de interferencias», a fin de comprender mejor la situación actual de la pandemia mundial y prepararse para el futuro.
Hace dos semanas, la agencia de salud pública propuso auditar laboratorios y mercados húmedos en la ciudad central china de Wuhan, donde se cree que estalló la pandemia en 2020, como una segunda fase de las investigaciones.
El anuncio se produce después que la OMS no consiguiera la transparencia y el intercambio de información por parte del régimen chino en un estudio, de cuatro semanas en la ciudad central de Wuhan y sus alrededores, con investigadores chinos.
Sin embargo, Beijing rechazó el plan de la segunda fase, alegando que la propuesta «no respetaba el sentido común y vulneraba la ciencia».
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, respondió el 22 de julio que Washington está «profundamente decepcionado» y calificó la postura de irresponsable y peligrosa.
Blinken enfatizó el miércoles la importancia de una fuerza conjunta mundial para afrontar la crisis de salud pública internacional.
El primer paciente documentado en Wuhan se remonta a principios de diciembre de 2019. Sin embargo, las autoridades chinas no implementaron las primeras precauciones de emergencia hasta el 23 de enero de 2020, cuando Wuhan impuso el confinamiento de la ciudad.
En menos de dos meses el brote fue declarado pandemia mundial.
Australia se convirtió en el primer país en reclamar públicamente el apoyo mundial, en abril de 2020, para que se llevara a cabo una investigación independiente y exhaustiva sobre la gestión del brote inicial por parte de China.
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