Un número creciente de estadounidenses cree que la ivermectina es un tratamiento eficaz contra el COVID-19, según una encuesta reciente de una universidad.
Alrededor del 26% de los encuestados cree que el fármaco —utilizado desde hace mucho tiempo para tratar parásitos— puede tratar el virus, según el Centro Annenberg de Políticas Públicas de la Universidad de Pensilvania. Esta cifra es superior al 10% que pensaba lo mismo en septiembre de 2021.
El porcentaje de personas que calificaron esa afirmación de «falsa» también aumentó hasta el 37% en noviembre de 2023, frente al 27% en septiembre de 2021, según la encuesta. El número total de personas que no están seguras disminuyó del 63% al 38% en el mismo periodo.
Sin dar más detalles, los autores de la encuesta dijeron que el 26 por ciento «incorrectamente» dijo que la ivermectina es eficaz, mientras que ha señalado a las declaraciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) diciendo que la agencia no ha autorizado o aprobado el medicamento para prevenir o tratar el COVID-19, y ha afirmado que los datos muestran que no es eficaz contra el virus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera un medicamento esencial para tratar diversas dolencias.
Sin embargo, la OMS emitió la semana pasada una advertencia en la que dice que desaconseja encarecidamente administrar ivermectina a pacientes con COVID-19 «no grave» y desaconseja administrar el fármaco a los que padecen COVID-19 grave o crítico.
Cabe destacar que aproximadamente la mitad de los estudios a los que hace referencia la FDA para afirmar que no es seguro ni eficaz apoyan el uso de la ivermectina contra el COVID-19, según una revisión del Epoch Times de 2022.
En publicaciones en las redes sociales y en declaraciones, la FDA ha dicho a menudo que la ivermectina no debe utilizarse para tratar el virus. Varios de esos comentarios desencadenaron una demanda de médicos, que argumentaron que la FDA no debería hacer recomendaciones y que su función es aprobar medicamentos. Algunas personas también han presentado demandas contra hospitales para obligar a los responsables médicos a permitir su uso para tratar el COVID-19.
El Dr. Pierre Kory, que dijo que prescribe con frecuencia ivermectina para el COVID-19, dijo a The Epoch Times que la posición de la FDA sobre la ivermectina «es uno de los ejemplos más flagrantes de la corrupción de la medicina moderna basada en la evidencia».
«Hay un mensaje que quieren que todo el mundo entienda, y ese mensaje es que la ivermectina no funciona», dijo el Dr. Kory. «Esa no es una conclusión científica, es suya. Es su interpretación desvirtuada y distorsionada de los datos».
La encuesta del Annenberg Public Policy Center, realizada el mes pasado y en la que participaron 1500 estadounidenses, también reveló que cada vez menos estadounidenses creen que vacunarse contra el COVID-19 es más seguro que contraer el virus. En abril de 2021, el 75% compartía ese punto de vista, pero el mes pasado sólo el 63% lo creía así.
La encuesta también encontró que los encuestados creen cada vez más que la vacuna contra el COVID-19 no es segura, aumentando al 24 por ciento el mes pasado desde el 18 por ciento en agosto de 2022.
El centro de políticas públicas argumentó que el aumento de la desconfianza de los estadounidenses en la vacuna contra el COVID-19 y otras vacunas se debe a la «creencia en la desinformación sanitaria».
Mientras tanto, datos recientes proporcionados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE. UU. mostraron que alrededor del 14 por ciento de los adultos estadounidenses y el 5 por ciento de los niños han recibido una de las vacunas de refuerzo actualizadas contra el COVID-19, unos dos meses después de que fueran autorizadas por la FDA. Esto significa que aproximadamente 36 millones de adultos y 3.5 millones de niños han recibido la vacuna.
Las anteriores vacunas contra el COVID-19 actualizadas que estaban disponibles desde el otoño de 2022 se administraron a unos 56.5 millones de personas, o alrededor del 17% de toda la población estadounidense.
En una encuesta publicada en septiembre, alrededor del 23 por ciento de los adultos estadounidenses dijeron que definitivamente recibirían una de las nuevas vacunas, mientras que otro 23 por ciento dijo que probablemente recibiría una. Alrededor de la mitad de los encuestados, sin embargo, dijeron que no se vacunarían o que probablemente no lo harían.
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