Beijing ha comenzado a aplicar un impuesto sobre la propiedad, largamente criticado, en algunas regiones chinas para regular la compra de viviendas, ya que el régimen trata de frenar la especulación inmobiliaria.
El Comité Permanente de la legislatura títere de China autorizó el 23 de octubre al Consejo de Estado a comenzar a gravar a los propietarios. El régimen durará cinco años y el Consejo de Estado determinará las zonas piloto, según la prensa estatal china.
El nuevo impuesto se aplicará tanto a las propiedades residenciales como a las no residenciales, así como a los propietarios de terrenos y bienes inmuebles, aunque los propietarios de tierras rurales estarán exentos.
Los precios de las propiedades en China se han multiplicado más de 20 veces desde que comenzó la propiedad privada de viviendas en 1998, creando una crisis de asequibilidad que solo se ha agravado en los últimos años.
Pero el impulso de un impuesto sobre la propiedad ha llegado en un momento delicado en el que la economía del país ya muestra signos de tensión.
En septiembre, los precios de la vivienda en decenas de ciudades chinas cayeron por primera vez en seis años, ya que las consecuencias de su principal promotor, Evergrande, siguen provocando una conmoción en los sectores financiero e inmobiliario.
En Guangzhou, la capital de la provincia meridional de Guangdong, fronteriza con Hong Kong, los promotores con problemas de liquidez han hecho grandes descuentos, algunos de hasta el 40 por ciento, en algunas de las ubicaciones principales en octubre, según informan varios medios de comunicación chinos.
La caída del mercado de la vivienda, que constituye aproximadamente el 29 por ciento del producto interior bruto de China, está golpeando a la segunda economía del mundo, que según varios analistas se encuentra en la senda de una dramática desaceleración.
Las autoridades han estado considerando la posibilidad de imponer un impuesto a los propietarios de viviendas desde 2003, pero no actuaron al respecto, por temor a que la disminución de la demanda de propiedades pudiera desencadenar una crisis fiscal para los gobiernos locales que dependen de la venta de terrenos para obtener ingresos.
En 2011, las megalópolis de Shanghai y Chongqing iniciaron ensayos de impuestos sobre las segundas residencias y las viviendas de mayor categoría.
El mandatario chino Xi Jinping ha dado un nuevo impulso al plan del impuesto sobre la propiedad al respaldar personalmente el proyecto.
En un artículo publicado el 15 de octubre en Qiushi, la revista teórica oficial del Partido Comunista Chino, Xi hizo una referencia a los precios especulativos de la vivienda y pidió a los funcionarios que «avancen constantemente en la legislación y la reforma del impuesto sobre la propiedad».
«Las casas son para vivir, no para especular», escribió en el artículo, vinculando el plan a su campaña más amplia para lograr la «prosperidad común» en China.
La ubicación y otros detalles del programa de impuestos sobre la propiedad siguen sin estar claros por el momento.
Jia Kang, hasta ahora director del Instituto de Ciencias Fiscales del Ministerio de Finanzas de China, sugirió recientemente realizar la prueba en la ciudad de Shenzhen, un importante centro tecnológico, y en las provincias de Hainan y Zhejiang. Las «autoridades centrales han depositado grandes esperanzas» en las tres regiones y éstas poseen «buenas condiciones» para un programa de este tipo, que proporcionaría lecciones para una ley completa del impuesto sobre la propiedad, escribió en un artículo publicado el martes en el periódico estatal Global Times.
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