El Partido Comunista Chino sigue siendo un «ejemplo flagrante» de un régimen que reprime a sus ciudadanos que ejercen la libertad religiosa, según Rashad Hussain, embajador adjunto de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional.
«Son demasiados los gobiernos que no se dejan intimidar por la represión de sus ciudadanos. No es de extrañar que la República Popular China sea un ejemplo flagrante en este sentido», dijo el embajador en las declaraciones realizadas el 2 de junio al presentar un informe de 2000 páginas del Departamento de Estado sobre la libertad religiosa en el mundo, de las cuales 140 páginas están dedicadas a China.
El informe anual describe un panorama desolador para los creyentes religiosos en China, que viven bajo la constante amenaza de ser castigados por ejercer sus derechos, con el cierre de centros religiosos y el encarcelamiento de fieles por distribuir materiales sobre sus creencias.
Hussain describió la región del extremo occidental de Xinjiang como una «prisión al aire libre», donde más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas están detenidos en una red de campos de reclusión.
«Hay miles de familiares uigures: las hijas y los hijos están desesperados por saber dónde están sus padres, pero están aterrorizados por las noticias de lo que podrían descubrir y se preguntan si alguna vez se reunirán de manera segura», dijo Hussain.
Otros grupos religiosos tampoco se libran de la dura represión. El régimen comunista reconoce cinco religiones —el budismo, el taoísmo, el islam, el protestantismo y el catolicismo— y las denomina «asociaciones religiosas patrióticas», y obliga a los grupos religiosos a registrarse en ellas para poder celebrar servicios de culto. Un nuevo reglamento que entró en vigor el pasado mes de mayo exige a todo el clero religioso que jure lealtad al PCCh y al socialismo, y crea una base de datos del «personal religioso».
«La RPC sigue acosando a los fieles de otras religiones que considera que no están en consonancia con la doctrina del Partido Comunista Chino, incluso destruyendo casas de culto budistas, cristianas, islámicas y taoístas y levantando barreras para el empleo y la vivienda de cristianos, musulmanes, budistas tibetanos y practicantes de Falun Gong», dijo el 2 de junio el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, en referencia al RPC como las siglas del nombre oficial del régimen chino, República Popular China.
La práctica espiritual Falun Gong, conocida como Falun Dafa, que incluye ejercicios de meditación y un conjunto de enseñanzas morales centradas en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, contaba con más de 70 millones de practicantes en China en 1999, cuando las autoridades lanzaron una campaña de persecución en todo el país para eliminar dicha práctica.
Desde entonces, millones de practicantes han sido detenidos en prisiones, campos de trabajo y centros de detención de todo el país, donde se les somete a tortura, lavado de cerebro, trabajo esclavo y sustracción forzada de órganos.
En mayo de 2021, Blinken anunció restricciones de visas para Yu Hui, un funcionario chino que supervisa la persecución a Falun Gong en la ciudad de Chengdu, en el suroeste de China. Al menos un practicante de Falun Gong quedó paralizado como resultado de la tortura en la cárcel durante el mandato de Yu, y otro desarrolló un trastorno mental, según Minghui, un sitio web con sede en Estados Unidos que sigue la campaña del PCCh contra la práctica.
Los registros de Minghui revelaron datos de cerca 6000 detenciones y 10,000 casos de acoso a practicantes de Falun Gong debido a su creencia en 2021. Entre ellos, Cai Xiufang, de 98 años, de la provincia nororiental de Jilin, quien fue retenido durante horas en una jaula metálica por hablar con la gente sobre Falun Gong.
Durante los primeros seis meses de 2021, los practicantes de Falun Gong de al menos 18 provincias y municipios, que representan más de la mitad de China, vieron cómo las autoridades recogían sus muestras de sangre y otros datos biométricos en contra de su voluntad, a veces irrumpiendo en sus casas, informó Minghui. Estas medidas alertaron de que el régimen podría estar creando una base de datos para la comparación de órganos ante una posible sustracción forzada de los mismos más adelante.
En 2019, un panel independiente de expertos concluyó que el régimen chino ha estado asesinando a presos de conciencia para vender sus órganos en el mercado de trasplantes a una «escala significativa», un acto dirigido principalmente a los practicantes de Falun Gong encarcelados.
El Parlamento Europeo aprobó en mayo una resolución en la que expresa su «grave preocupación por los informes sobre una persistente sustracción de órganos, sistemática, inhumana y autorizada por el Estado, de presos en China y más concretamente de practicantes de Falun Gong”.
Una sección separada del informe del Departamento de Estado que cubre Hong Kong también reveló el espacio cada vez más reducido para la libertad religiosa a medida que el régimen comunista refuerza el control en la antigua colonia británica.
El pasado mes de abril, ocho puestos de información de Falun Gong en Hong Kong fueron rajados con cuchillos y pintados con spray en lo que el grupo describió como ataques coordinados. Varios legisladores favorables a Beijing intentaron ilegalizar al grupo espiritual en virtud de la amplia ley de seguridad nacional de la ciudad impuesta por el PCCh. La ley, que penaliza los actos que el régimen considera como subversión, secesión, actividades terroristas o colusión con fuerzas extranjeras, ha sido utilizada por Beijing para reprimir la disidencia en la ciudad.
En junio de 2021, un grupo desconocido colgó pancartas difamando al cardenal Joseph Zen, crítico declarado del PCCh, en alrededor de siete iglesias católicas que tenían previsto celebrar una misa en memoria de las víctimas de la masacre de la plaza Tiananmen de 1989. Zen, de 90 años de edad, fue detenido el mes pasado por infringir la disposición sobre «colusión con fuerzas extranjeras» de la ley de seguridad nacional. Se ha declarado inocente y será juzgado el 19 de septiembre.
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