Dos meses antes, la pareja de Mita había muerto repentinamente. «Odio esto. Lo odio tanto. ¿Cuándo mejorará?», preguntó. Su súplica llevaba la conocida melodía de la pena que oprime el pecho. Como viuda desde hace tres años, sabía demasiado bien que la verdad parecería incongruente, si no insultante. Así que todo lo que dije fue: «Lo siento mucho».
La verdad es que el duelo mejora cuando uno está dispuesto a dejar que mejore.
Para los que comienzan un viaje de duelo, es complicado aceptar que el dolor del duelo solo puede aliviarse cuando lo aceptas. Por eso, el último tramo del viaje del duelo se llama aceptación.
Muchos sugieren que esta paz interna llega con el paso del tiempo. Sin embargo, eso no es del todo cierto. Marcar pasivamente los días en el calendario no es una panacea para la pérdida, y quienes se aferran a este axioma pueden evitar el acto necesario de sentarse tranquilamente con el dolor.
Descubrir la vida después de la pérdida es un proceso activo en el que se aprende el arte de la resiliencia. La resiliencia no significa aguantar los tiempos difíciles; más bien, la resiliencia abarca la conciencia, el bienestar, la motivación, la compasión, el perdón y el valor hábil.
Las investigaciones respaldan la idea de que, al adoptar una práctica consciente de la resiliencia, se puede aceptar la pérdida como una parte natural de la vida y elegir seguir viviendo con propósito y alegría.
La clave para ser resiliente es recordar que se trata de una práctica y que el duelo suele ser complejo, especialmente cuando las pérdidas suceden. A medida que envejecemos, podemos experimentar pérdidas importantes, como la pérdida de seres queridos, del empleo, de la salud, de las mascotas, etc. Pasamos por las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Pero no pasamos por estas etapas de forma lineal, es algo de lo que me di cuenta cuando murió mi marido. Es durante nuestro trabajo a través de las etapas del duelo que podemos atascarnos en el duelo y desarrollar comportamientos inadaptados.
Estuve atascada durante más de un año tras la muerte de mi marido. Expresé mi rabia apartándome de las personas que consideraba que no eran comprensivas ni me apoyaban; evité, disocié y negué mi dolor bebiendo o comprando en exceso; busqué una cita demasiado pronto, creando un facsímil de la relación que no podía aceptar perder.
Cuando una persona disocia, se distancia de su pérdida y de su dolor. Esta es una de las formas más comunes en que las personas se quedan atascadas. La disociación hace que el aprendizaje de la resiliencia sea especialmente difícil porque la resiliencia requiere una vulnerabilidad consciente.
Más allá de evitar comportamientos inadaptados como el autoaislamiento, el abuso de sustancias, etc., hay varias cosas que puede hacer para superar su pérdida y practicar la resiliencia activa.
Terapia y apoyo social
Empecé a ir a terapia y me uní a grupos de apoyo en línea con otras viudas. Los seres humanos somos seres sociales, y la pérdida puede ser muy molesta. Cuando perdemos a nuestra pareja, a nuestros padres, a nuestros amigos y, lo que es más trágico, a nuestros hijos, nos sentimos solos físicamente y abandonados emocionalmente. Como resultado, podemos retraernos socialmente; sin embargo, para ser resilientes, es importante mantener una red social.
El apoyo social puede provenir de muchos lugares, incluida la comunidad religiosa y los grupos de apoyo entre pares. Un terapeuta puede ofrecerte un lugar seguro para afrontar tu dolor. Tus amigos pueden hacer lo mismo. Si ha perdido a su pareja y ha tenido pocas relaciones significativas más allá de su matrimonio, o ha perdido a alguien particularmente importante para usted, es importante entender que necesita a la gente, y eso puede significar hacer nuevos amigos.
Construir nuevos lazos
Empezar de nuevo con un nuevo grupo social puede ser desalentador. Aquí es donde la práctica de la conciencia te beneficia. Sé consciente de que, aunque no hayas creado las circunstancias de tu vida, no eres una víctima indefensa. No pudiste controlar lo que sucedió, pero puedes controlar, hasta un grado razonable, las acciones que tomas a continuación. Bajo el paraguas del bienestar, mantener una red social saludable es vital para la resiliencia. Tu red puede estar formada por amigos, familia, un grupo de apoyo o un terapeuta, por ejemplo. La experiencia de conocer a gente nueva y de causar una primera impresión puede ser estimulante si decides permitirlo.
Cuando me acerqué, hice amigos que comprendían mi situación de pérdida única. Esa comprensión me hizo sentir menos sola. A través del asesoramiento, pude ver mejor mi propia evasión malsana y alejarme de esos hábitos. Adopté nuevos hábitos.
Escribir un diario
Llevar un diario es una práctica de resiliencia que te ayuda a practicar la conciencia, a desatascarte, a etiquetar comportamientos y emociones, y a establecer tu intención para cada día, o a reflexionar sobre tu día cada noche. Al principio, llevaba un diario dos veces al día, una al despertar y otra antes de acostarme. Llevar un diario me permitía plasmar mis pensamientos y emociones en la página.
En el contexto de la resiliencia, el hábito de escribir un diario es útil sobre todo a medida que nos acercamos a nuestros últimos años. La práctica es fiable y familiar —como un compañero— y puede ayudarnos a expresar nuestros sentimientos de vulnerabilidad, miedo e inseguridad en un mundo constantemente cambiante e inconsistente. No se puede exagerar la estabilidad del diario y su vitalidad en la práctica de la resiliencia.
Meditación y atención plena
Una parte de mi propia curación incluía meditar y practicar yoga y atención plena. Es normal experimentar una crisis de identidad después de una pérdida, ya sea la pérdida de una pareja, un amigo, un trabajo, un hogar, la movilidad o cualquier otra cosa. Al fin y al cabo, la pérdida no es solo de la persona o cosa que has perdido, sino que incluye quién eras dentro del contexto de esa relación o papel. Es fácil perder el sentido de uno mismo durante los períodos de duelo.
Dado que el yoga es una práctica holística que implica la conexión de la mente, el cuerpo y el espíritu, era lógico que lo incorporara a mi viaje de duelo. Mediante el yoga y la respiración meditativa, me volví más flexible física y emocionalmente. Dejar espacio para que los músculos se estiren y crezcan me condicionó para dejar espacio al dolor en mi vida; me dio espacio para aceptar que la pérdida y el dolor son partes continuas de la vida. Lloré la pérdida de estabilidad a la que me había aferrado y acepté que nuestro mundo está en constante cambio.
Ten en cuenta que el yoga no es para todo el mundo; puede que experimentes una transformación similar a través de la oración rumiativa, la pintura, el contacto con la naturaleza o un paseo diario.
Las prácticas de atención plena, que están muy en consonancia con la filosofía estoica y las enseñanzas bíblicas, me enseñaron a no etiquetar las experiencias, sino a observarlas. Ser resiliente nos ayuda a enfrentarnos a nuestros sentimientos y a contemplarlos objetivamente.
Por ejemplo, muchos observan que las fechas especiales, como los cumpleaños y los aniversarios, pueden desencadenar episodios de intenso dolor. Tomar conciencia de ello permite prepararse para estas minas terrestres emocionales y darse más paciencia y espacio, así como pedir ayuda a las personas de su círculo en lo que considere necesario.
En última instancia, la resiliencia se construye con una práctica continua de autocuidado: es una práctica continua que te permite ejercer la compasión, el perdón y la amabilidad hacia ti mismo y hacia los demás. Construir la resiliencia es un proceso activo que requiere que tomes medidas para apoyar tu propio bienestar y enfrentar la pérdida que estás experimentando.
Convertirse en una persona resiliente ante el dolor no se consigue de la noche a la mañana; como señala Heather Stang, del Instituto de Mindfulness y Duelo: «El tiempo tampoco es lo que cura el duelo. Es lo que haces con tu tiempo». Practicar activamente la resiliencia adoptando cualquier práctica que le resulte cómoda y natural resultará transformadora y le permitirá elegir el amor y la vida cuando se sienta abrumado por la pérdida.
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