Estados Unidos obligará a todos los viajeros procedentes de China a someterse a la prueba por COVID-19, sumándose así a la creciente lista de países que han adoptado medidas para restringir la entrada en el país debido al aumento de casos de COVID-19.
A partir del 5 de enero, todos los pasajeros de avión mayores de 2 años deberán presentar un resultado negativo en la prueba por COVID-19 que no sea de más de dos días antes de salir de China continental, Hong Kong o Macao, independientemente de su nacionalidad o estado de vacunación, según informaron el 28 de diciembre las autoridades sanitarias estadounidenses.
Los que hayan dado positivo más de 10 días antes del vuelo pueden presentar una prueba de recuperación en lugar de un resultado negativo. Se exigirá al menos uno de los dos documentos para abordar un vuelo con destino a Estados Unidos.
La medida es una respuesta a la oleada masiva de COVID-19 que azota el país tras el abrupto levantamiento por parte del régimen chino de las estrictas restricciones de cero COVID a principios de este mes sin la preparación adecuada.
En los primeros 20 días de diciembre, es probable que se hayan infectado 248 millones de personas en China, según un memorando de una reunión interna del máximo organismo sanitario chino que se filtró en Internet. La cifra eclipsa los datos del COVID-19 y el recuento de muertes publicados oficialmente hasta ahora, que los expertos internacionales y las pruebas sobre el terreno muestran como enormemente desproporcionados con respecto a la magnitud real del brote.
En medio de la oleada de COVID-19, la Comisión Nacional de Salud anunció a principios de esta semana planes para reanudar el turismo de salida a partir del 8 de enero, que se desplomó hasta casi cero durante la pandemia.
Todos los requisitos de cuarentena para los viajeros entrantes terminarán el 8 de enero; se eliminará el límite en el número de vuelos internacionales que entran y salen de China; y el turismo de salida se reanudará de «manera ordenada», dijo la agencia el 26 de diciembre.
Los medios de comunicación estatales chinos citaron un aumento inmediato de la demanda de viajes por parte de ciudadanos chinos, a los que se ha impedido salir del país durante casi tres años. El volumen de búsquedas de boletos de avión internacionales en algunos sitios web de viajes se disparó hasta un 850%.
La reapertura de las fronteras chinas por parte del régimen fue tachada de «extremadamente irresponsable» por un experto en salud.
«Cuando no pueden controlar el brote, lo extienden a todo el mundo», declaró a The Epoch Times Sean Lin, virólogo y exdirector de laboratorio de la rama de enfermedades víricas del Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed.
«Al igual que cuando el COVID estalló por primera vez en Wuhan, a las personas que se habían infectado en Wuhan se les permitió viajar por todo el mundo. La estrategia es la misma ahora que antes», añadió.
Falta de transparencia
Funcionarios estadounidenses confirmaron el martes que la falta de transparencia del régimen chino durante el actual brote fue un factor clave para la imposición de las nuevas restricciones de viaje.
«La comunidad internacional está cada vez más preocupada por los brotes de COVID-19 que se están produciendo en China y por la falta de datos transparentes, incluidos los datos de la secuencia genómica viral, que se comunican desde la República Popular China», afirmó un funcionario estadounidense anónimo en una declaración escrita facilitada a los medios de comunicación el martes, en la que utilizaba el acrónimo del nombre oficial de China.
«Sin estos datos, es cada vez más difícil para los funcionarios de salud pública asegurarse de que serán capaces de identificar cualquier nueva variante potencial y tomar medidas rápidas para reducir la propagación».
Anteriormente el miércoles, cuando se le preguntó sobre Washington considerando restricciones de viaje, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, afirmó que las medidas de respuesta al COVID-19 deben estar «basadas en la ciencia y proporcionadas sin afectar el intercambio normal de persona a persona».
Las restricciones de entrada en Estados Unidos siguieron los pasos de naciones y regiones vecinas de China como India, Malasia, Japón y Taiwán.
Italia también se convirtió el miércoles en el primer país de Europa en hacer obligatorias las pruebas por COVID-19 para las personas que llegan de China.
«La medida es esencial para garantizar la vigilancia y la identificación de cualquier variante del virus con el fin de proteger a la población italiana», declaró Orazio Schillaci, ministro italiano de Sanidad.
El principal aeropuerto de Milán, Malpensa, empezó a realizar pruebas a los pasajeros procedentes de Beijing y Shanghái el 26 de diciembre y descubrió que casi uno de cada dos pasajeros estaba infectado.
Aparte de los requisitos de las pruebas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. dijeron que también están ampliando un programa voluntario de alerta temprana para detectar nuevas variantes de COVID-19 mediante la recogida de hisopos nasales anónimos de los viajeros internacionales que llegan en vuelos seleccionados en los principales aeropuertos internacionales de EE. UU.
El programa abarca actualmente siete aeropuertos y unos 500 vuelos semanales procedentes de 30 países, incluidos 290 de China y zonas circundantes. A principios de la pandemia, había detectado dos subvariantes de ómicron, BA.2 y BA.3.
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