El Departamento de Estado de Estados Unidos comunicó a todo el personal consular no esencial que debe abandonar la ciudad de Shanghai mientras China siga aferrándose a sus políticas inflexibles de intentar aplastar sus brotes de COVID-19.
El anuncio del 11 de abril es una actualización de la semana pasada, en la cual Washington autorizó la salida voluntaria de los trabajadores no esenciales del Consulado General de EE. UU. en Shanghai, considerando como «arbitrarias» las medidas contra COVID-19 de la confinada megaciudad.
«El cambio de salida ‘autorizada’ a ‘ordenada’ significa que ahora estamos ordenando que ciertos empleados salgan de Shanghai en lugar de tomar esta decisión de forma voluntaria», dijo un portavoz de la embajada estadounidense en una declaración a última hora del lunes.
«Nuestro cambio de postura refleja nuestra evaluación de que lo mejor para nuestros empleados y sus familias es que se reduzcan en número y que nuestras operaciones se reduzcan mientras lidiamos con las circunstancias cambiantes en el terreno».
De acuerdo al comunicado, los empleados y sus familiares que se encuentren en Shanghai saldrán en vuelos comerciales, aunque la disponibilidad actual para los ciudadanos estadounidenses que deseen salir de la ciudad sigue siendo limitada.
El centro financiero chino informó de más de 23,000 casos de coronavirus el 11 de abril, un poco menos que el día anterior. Los prolongados cierres repentinos, las pruebas masivas y la cuarentena centralizada están provocando una creciente frustración tanto entre los residentes encerrados en sus casas como entre los que están en cuarentena en los hospitales y en improvisadas instalaciones.
A pesar de un sistema médico desbordado y de la falta de suministros diarios para sus 25 millones de habitantes, tal y como han contado los residentes a The Epoch Times, la ciudad sigue prohibiendo salir a las personas de sus recintos residenciales y aislando a todos los casos positivos, además de a los contactos cercanos libres del virus. Incluso en un momento dado, los niños pequeños y los bebés que dieron positivo a la prueba de detección de COVID-10 fueron separados de sus padres.
El departamento advirtió previamente a los ciudadanos estadounidenses de que eviten viajar a China, incluido Hong Kong, señalando el riesgo de separación de padres e hijos.
Los vídeos que han aparecido en Internet también revelan que las fuerzas de seguridad de Shanghai tratan con dureza a los residentes que infringen las restricciones contra COVID-19. Los medios de comunicación informan que se desplegó a la policía armada de Shanghai para vigilar y aplastar cualquier posible malestar social alimentado por la indignación pública.
El Partido Comunista Chino (PCCh) defendió su política de «COVID cero».
El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, calificó el 9 de abril la preocupación de Estados Unidos de «acusación infundada», mientras los reguladores chinos silenciaban las voces negativas en su país.
Shanghai ha tomado medidas para suavizar parcialmente las restricciones en los barrios en los que no se han registrado nuevos contagios en las últimas dos semanas.
La estrategia nacional de tolerancia cero dio luz verde a las autoridades para priorizar la estabilidad social por encima de todo.
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