El combate mundial entre los valores y los antivalores

Por Gerardo De la Concha
08 de diciembre de 2024 12:31 PM Actualizado: 08 de diciembre de 2024 12:35 PM

Opinión

Existe un combate mundial entre los valores y los antivalores, centrado en Occidente.

Los valores tradicionales de la civilización occidental han sido minados en las últimas décadas del siglo XX y en lo que va del siglo actual.

Estos valores que surgen de la idea de familia, de la identidad hombre mujer, del respeto a la infancia, del rechazo al adoctrinamiento del Estado contra los valores tradicionales, del oponerse a la reivindicación de supremacías particulares para abolir la igualdad ante la ley, de la defensa de la vida, de los principios naturales, de la espiritualidad y de lo sagrado, han sido combatidos por poderes fácticos hasta crear el caos contemporáneo.

Pongo por ejemplo el tema del aborto. Recuerdo que hubo un tiempo que se planteaba el problema de las mujeres pobres que recurrían al aborto con riesgo de su vida. Ahí se centraba el asunto.

Pero luego esto evolucionó hasta el tiempo de ahora cuando el aborto se reivindica como un derecho universal y se celebra como un triunfo de todas las mujeres.

El partido Morena que representa a la izquierda woke en México, propone que el aborto pueda realizarse hasta las 36 semanas.

Pero el PAN que supuestamente es de derecha, ha contado con militantes que promueven también el aborto en toda su dimensión, como su última candidata presidencial, Xóchitl Gálvez, o diputadas ahora que se identifican con esta «causa» sin que esto altere su militancia panista.

La tragedia de matar en el vientre de la madre a bebés no nacidos es ignorada, porque se celebra como un derecho, se baila por esa razón en las manifestaciones, es una fiesta porque se trata de reivindicar ser dueñas de sus cuerpos, aunque el asesinado sea otro cuerpo que solo es un proyecto de vida, aunque todos somos proyectos de vida desde la gestación hasta la muerte, cuando el proyecto culmina.

De tratar de atender el hecho trágico de las mujeres pobres que abortan, se pasó a convertir el aborto en un motivo de alegría colectiva. A mi parecer, una locura contemporánea. Y digo esto a sabiendas que me puede provocar el desprecio de muchos.

Proteger la vida en el vientre materno lo considero un principio natural, un valor, por tanto lo contrario es un antivalor. Pero lo que prevalece es lo último.

Activistas feministas participan en una coreografía en la plaza Brión de Caracas, Venezuela, el 7 de diciembre de 2019. Diez mujeres interpretaron la canción «El violador eres tú». (Yuri Cortez/AFP vía Getty Images)

Otro tema es la homosexualidad. También recuerdo que todo comenzó con la lucha por defender los derechos humanos de los homosexuales. Era sin duda una lucha justa.

Pero ahora, a las decenas de variantes LGBTT+, ya estamos en la legitimación del homosexualismo en la niñez. El tema se incluye en los libros de texto de educación básica, el Estado financia a los Drags Queen para promover la homosexualidad y su aceptación en los niños.

De forma increíble la actual presidenta, Claudia Sheimbaum, firmó como jefa de gobierno un decreto para autorizar que los niños varones puedan ir vestidos como niñas a las escuelas de la Ciudad de México.

También declaró que se debería promover este travestismo, para que los niños comprendan a las niñas. Nadie le hizo caso y gente de familias conservadoras votó por ella. Finalmente su rival pensaba igual.

En otras partes del mundo la homosexualidad como antivalor enseñado a los niños es todavía peor. Llega a autorizarse el cambio de sexo en los niños si el niño lo solicita a pesar de sus padres. El presidente Donald Trump declaró que uno de sus primeros decretos será prohibir esto.

En las manifestaciones LGBTT+ de distintas partes del mundo, ya llevan niños a ellas y adultos los besan en la boca diciendo que se trata de expresiones de amor. El antivalor sustenta la tragedia de la pedofilia y el inmenso daño que produce en los niños marcando sus vidas con efectos negativos hasta su vida adulta. Muchas víctimas han dado la lucha para superar este trauma.

Partidarios y opositores a los derechos de las personas transgénero se manifiestan frente a la Corte Suprema de Estados Unidos mientras la Corte escucha argumentos en un caso sobre los derechos de salud de las personas transgénero el 4 de diciembre de 2024 en Washington, DC. (Kevin Dietsch/Getty Images)

En México las manifestaciones LGBTT+ han sido hasta ahora prudentes con el tema de los niños y solo han transgredido en lo religioso, jugando con la figura de Jesucristo que es sagrada para muchos, a quienes sin embargo no les importó por la legitimación que existe actualmente de la agenda LGBTT+.

Otro antivalor prevaleciente es el de los trans. Confieso que un tiempo pensé que se trataba de hombres operados. Pero luego me enteré de lo incomprensible, que se trata de hombres vestidos de mujeres que exigen y logran ser tratados como verdaderas mujeres.

Basados en este supuesto derecho que es un antivalor, invaden los espacios de las mujeres, sus baños públicos, los deportes, los concursos de belleza, la vida profesional y la política, generando un completo abuso muy tolerado.

Lo curioso es que las feministas no se opongan a esto, quizás atrapadas en la legitimación de los antivalores como componentes de la causa progre de la cual ellas forman parte, aunque no necesariamente debería ser así.

El combate entre los valores y los antivalores es plenamente cultural y político. En Occidente grandes entidades de la cultura y del mundo del espectáculo como Hollywood y Disney se adscriben a la agenda de los antivalores. Su influencia es poderosa.

Gobiernos como el de Macron en Francia o poderosas familias financieras como los Rostchild o los Soros, son grandes promotores de la agenda LGBTT+.

Ahora han saltado a la palestra defensores de los valores tradicionales, un empresario como Elon Musk, o actores como Mel Gibson o escritores exitosos como Joannie Rowling, autora de Harry Potter. Gobiernos como el húngaro se oponen abiertamente a la agenda de los antivalores. La Fundación de George Soros fue expulsada de Hungría por un decreto del presidente Orban.

Y cada vez más hay resistencias a la agenda antivalores que enclaves progres en entidades como la ONU tratan de imponer internacionalmente.

El combate está planteado. Qué prevalezca, si los valores tradicionales o los antivalores progres, determinará el destino de la civilización occidental. Pues ya no se trata de la decadencia señalada por Oswaldo Spengler, sino de una auténtica degeneración, una catástrofe cultural y moral, uno de los mayores riesgos existentes de la vida colectiva contemporánea.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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