Opinión
En la Cumbre de líderes de la APEC de San Francisco se dio el encuentro entre Joe Biden, el presidente de Estados Unidos y Xi Jinping, el dictador de China, representantes de dos potencias rivales en el mundo. El presidente estadunidense llamó “dictador” a Xi Jinping, en el marco de una reunión bilateral de cuatro horas cuyo propósito era crear un entendimiento para la competencia entre ambos países, evitando roces y un creciente enfrentamiento comercial y político en distintas regiones del mundo.
La realidad es que lo mismo de hace un año en la Reunión del Grupo de los Veinte, Joe Biden volvió a llamar dictador a Xi Jinping, un término basado en la realidad el cual provoca un gran disgusto del gobierno chino. En aquella ocasión este incidente enfrió lo alcanzado en las conversaciones diplomáticas directas entre los dos jefes de Estado. Es evidente que ahora va a suceder la misma situación a pesar de los acuerdos alcanzados en materia de seguridad y militares.
Tanto Joe Biden y Xi Jinping viven actualmente una caída en su popularidad interna en sus países, lo cual en el marco de la democracia estadounidense anuncia el retorno probable de Donald Trump y los republicanos a la presidencia, mientras que para el mandatario chino puede ser una molestia pero no significa nada para su ejercicio del poder, pues la popularidad o no del gobernante nunca es un elemento clave en un régimen dictatorial.
Un acuerdo chino-estadunidense surgido de este encuentro es frenar el comercio ilícito del fentanilo, aspecto fundamental para Estados Unidos y que involucra directamente a México, ya que en particular el Cártel de Sinaloa ha sido acusado por la DEA de ser el mayor introductor de esta droga en territorio estadounidense.
El gobierno de Biden ha presionado fuertemente al gobierno mexicano en este asunto. Esto provocó una carta (PDF) del presidente mexicano a Xi Jinping considerada poco diplomática, presionando para que el gobierno chino tome medidas determinantes para evitar los envíos ilegales de los precursores de esta sustancia a México. El hecho determinante es que la materia prima para producir esta droga en laboratorios de los narcotraficantes mexicanos proviene de China.
Antes del encuentro oficial, el presidente López Obrador informó que China tenía interés de participar en la reconstrucción de Acapulco devastado por el huracán Otis. Sin embargo, el presidente chino declaró que canalizaría al gobierno mexicano con las empresas chinas interesadas, es decir, negocios privados y no un compromiso gubernamental efectivo en la materia.
Como el gobierno ha hecho caso omiso de donantes estadunidenses para Acapulco, su declaración parecía un giro hacia una posición pro China lo que significaría un fuerte impacto geopolítico. Al final todo quedó en la declaración de Xi Jinping felicitando a AMLO por “el progreso de México” y expresando su propósito de llevar a “un nuevo nivel” las relaciones entre los dos países. Es decir, formalismos diplomáticos y no virajes estratégicos.
Hace años la facción de Shanghái del Partido Comunista Chino (PCCH) pactó con las viejas tríadas chinas la protección del tráfico de drogas. El tema del fentanilo es así un problema también interno para el gobierno de Xi Jinping, quien tiene desencuentros con esa facción de su Partido que no es tan homogéneo como se considera internacionalmente.
Para el actual gobierno mexicano quien mantiene una política de tolerancia hacia los Cárteles de la droga, el fentanilo constituye, junto con los migrantes centroamericanos y caribeños, la mayor piedra en el zapato en las relaciones bilaterales con Estados Unidos.
El tráfico de fentanilo es uno de los temas de presión de Estados Unidos a China y a México. Uno es su competidor y otro es su socio comercial. Lo que queda claro es que por ahora México no está realizando un viraje estratégico para convertir en prioritarias sus relaciones con China.
Esto quedará en dado caso como un propósito de su sucesora Claudia Sheinbaum quien es conocida con esta postura, si Morena continúa en el gobierno; por su parte, la opositora del Frente Amplio por México (FAM), Xóchitl Gálvez, ya explicó que su estrategia es profundizar las relaciones de México con Estados Unidos y no con China.
Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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