El embajador de Estados Unidos en China, Terry Branstad, renunciará a su cargo a principios de octubre, poniendo fin a un periodo en Beijing que presenció durante tres años el deterioro de las relaciones entre los dos países.
Branstad, quien fue designado por el presidente Donald Trump en 2017, informó a Trump de su decisión en una llamada telefónica la semana pasada, dijo la embajada de Estados Unidos en un comunicado del 14 de septiembre. No se proporcionó el motivo de su partida.
«Estoy muy orgulloso de nuestro trabajo para lograr el acuerdo comercial de la Fase Uno y entregar resultados tangibles para nuestras comunidades en casa», dijo Branstad el lunes en una reunión interna con el personal, según la Embajada de Estados Unidos.
Antes del anuncio de la embajada, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, agradeció en Twitter a Branstad por sus servicios.
«El embajador Branstad ha contribuido a reequilibrar las relaciones entre Estados Unidos y China para que estén orientadas a los resultados, sean recíprocas y justas», dijo Pompeo. «Esto tendrá efectos positivos y duraderos en la política exterior de Estados Unidos en Asia-Pacífico durante las próximas décadas».
Recientemente, el diario oficial del Partido Comunista Chino (PCCh), People’s Daily, se negó a publicar un artículo de opinión que Branstad había escrito.
Pompeo dijo la semana pasada que el rechazo del periódico expuso el «miedo a la libertad de expresión y al debate intelectual serio» del PCCh, y destacó la hipocresía del régimen en su razonamiento para el rechazo. En una carta enviada a la Embajada de Estados Unidos en China, People’s Daily se quejó de la falta de trato justo y recíproco por parte de Estados Unidos. Señaló que el embajador de China en Estados Unidos, solo este año, ha publicado cinco artículos de opinión en importantes medios estadounidenses como The Washington Post y ha concedido entrevistas exclusivas a medios como CNN y CBS.
El artículo de opinión propuesto por Branstad, titulado «Restablecimiento de la relación basada en la reciprocidad», argumentó que el régimen chino ha explotado la sociedad abierta de Estados Unidos, al tiempo que impide que los funcionarios estadounidenses, incluido el propio Branstad, se relacionen libremente con el pueblo chino.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, dijo que el artículo de Branstad estaba «lleno de lagunas jurídicas, seriamente inconsistente con los hechos y ataca y difama a China sin sentido».
Branstad, de 72 años, oriundo de Iowa y quien gobernó ese estado más de 22 años, el mandato más largo de un gobernador estatal en la historia de Estados Unidos, renunció a este cargo en mayo de 2017 para asumir el cargo diplomático en China.
Conocía desde hacía mucho tiempo al líder chino Xi Jinping, habiendo recibido a Xi en Iowa cuando éste era todavía un joven funcionario agrícola del norte de China en 1985. A lo largo de los años, los dos se mantuvieron en contacto y Xi ha llamado a Branstad un “viejo amigo”.
Pompeo dijo en un tuit que Trump eligió a Branstad como embajador «porque su experiencia de décadas en el trato con China lo convirtió en la mejor persona para representar a la Administración y defender los intereses e ideales estadounidenses en esta importante relación».
Poco después de llegar a Beijing, en junio de 2017, Branstad dio la bienvenida a la carne de vacuno estadounidense al mercado chino, después de una prohibición de 14 años, diciendo: “Sé que es una prioridad clave del presidente reducir el déficit comercial, y este es una de las formas en que podemos hacerlo».
Pero las relaciones comerciales se agriaron rápidamente, ya que Estados Unidos impuso aranceles a los productos chinos citando las prácticas comerciales desleales de China, y China tomó represalias de la misma manera. Siguieron otras disputas sobre tecnología, derechos humanos y la respuesta a la pandemia del virus del PCCh.
Branstad se unió al representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y al secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, para mantener conversaciones comerciales con sus homólogos chinos en Beijing, en mayo de 2019.
El acuerdo de la Fase Uno, firmado en enero, representó una tregua, pero no abordó las quejas más fundamentales de la parte estadounidense.
La declaración de la embajada de Estados Unidos también señaló el papel de Branstad en el esfuerzo por reducir el flujo de fentanilo de China a Estados Unidos, incluido un pacto de 2018 en el que China acordó incluir el opioide sintético, junto a todos sus derivados, como sustancias controladas.
Branstad también realizó una visita poco común al Tíbet, en mayo de 2019, donde expresó su preocupación por la interferencia del régimen chino en la libertad de los budistas tibetanos para organizar y practicar su religión.
En diciembre pasado, en el Día de los Derechos Humanos, Branstad denunció los continuos abusos del régimen a los derechos humanos de las minorías étnicas, los grupos religiosos y los disidentes.
En un comunicado, el embajador dijo que, durante su estadía en China, había “sido testigo del fracaso del modelo de gobernanza de la RPC [República Popular China] para proteger las libertades fundamentales” de su pueblo, “como se estipula en la Declaración y en las propias leyes de la República Popular China”, en referencia a la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, de la que China es signataria.
“La República Popular China no puede esperar ganarse el respeto internacional que busca mientras no cumpla con su compromiso de defender los derechos humanos y las libertades individuales”, dijo Branstad en ese momento.
Con información de Associated Press.
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