La pandemia de COVID-19 ha introducido una serie de nuevos comportamientos en las rutinas diarias, como el distanciamiento físico, el uso de mascarillas y la desinfección de las manos. Por otra parte, muchos comportamientos antiguos —asistir a eventos, salir a comer y ver a los amigos— se han suspendido.
Sin embargo, un antiguo comportamiento que ha persistido, y podría decirse que se ha ampliado debido a la COVID-19, es estar sentado —y no sorprende ver por qué. Bien sea por estar sentado durante el transporte, el trabajo, el tiempo de pantalla o incluso en las comidas, los entornos y las actividades cotidianas se adaptan casi exclusivamente a estar sentado de forma prolongada. Por lo tanto, el comportamiento sedentario, como estar sentado, constituye la mayor parte de nuestro día.
Las evaluaciones previas al COVID-19 estimaban que el comportamiento sedentario del adulto canadiense promedio era de alrededor de 9 horas y media por día. Las estimaciones previas al COVID en Estados Unidos revelan una cifra similar, dado que el trabajador promedio de oficina pasa sentado hasta 15 horas al día. Es probable que el tiempo diario de sedentarismo actual sea aún mayor como consecuencia de las órdenes de permanecer en casa, las limitaciones de los negocios y las instalaciones recreativas, y la elevada ansiedad por la salud.
Salud frente a bienestar
Esto es un problema, teniendo en cuenta que los niveles excesivos de tiempo sedentario crónico se han relacionado con un mayor riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas, mortalidad e incluso algunos tipos de cáncer. Sin embargo, para muchas personas, sus propios juicios y sentimientos sobre su calidad de vida (también conocidos como bienestar subjetivo) pueden ser más importantes y relevantes para informar sobre sus decisiones y comportamientos en materia de salud que el posible desarrollo de enfermedades crónicas.
El bienestar subjetivo comprende la propia evaluación de un individuo sobre su calidad de vida. Incluye conceptos como el afecto (sentimientos positivos y negativos) y la satisfacción de la vida. Es interesante observar que estas evaluaciones pueden entrar en conflicto con los resultados de la salud física. Por ejemplo, una persona puede tener diabetes y aún así manifestar un buen bienestar subjetivo, mientras que alguien sin problemas de salud física puede manifestar un mal bienestar subjetivo.
Esto es importante, ya que significa que lo que una persona siente sobre su propia salud no siempre coincide con lo que su cuerpo demuestra. Por este motivo, la evaluación del bienestar subjetivo es fundamental para obtener una imagen holística de la salud.
Diferentes contextos de la postura sentada
Son relativamente pocas las investigaciones que han analizado las relaciones entre el comportamiento sedentario y el bienestar subjetivo. Explorar estas relaciones es importante, ya que los diferentes contextos en los que se está sentado —como la socialización y el tiempo en frente a la pantalla— pueden producir diferentes sentimientos o juicios de bienestar subjetivo, a diferencia de las relaciones entre la salud física y el comportamiento sedentario, que tienden a ser más consistentes.
Como psicólogos de la salud enfocados en la actividad física y el comportamiento sedentario, revisamos la documentación científica que describe las relaciones entre las medidas de los comportamientos sedentarios, como la inactividad física y el tiempo frente a la pantalla, y el bienestar subjetivo, tal como se refleja en el afecto, la satisfacción con la vida y el bienestar subjetivo general.
Nuestra revisión destaca tres conclusiones principales. En primer lugar, el comportamiento sedentario, la inactividad física y el tiempo frente a la pantalla demostraron correlaciones débiles pero estadísticamente significativas con el bienestar subjetivo. En otras palabras, aquellos que declararon estar sentados más a menudo y pasar períodos más largos sin actividad física reportaron un menor afecto positivo, un mayor afecto negativo y una menor satisfacción con la vida que aquellos que se sentaron menos y se movieron más.
También se observó que esta relación era más evidente en los estudios que comparaban a las personas muy sedentarias con las que tenían estilos de vida más activos.
No todo el tiempo que se está sentado es malo
Nuestro segundo hallazgo principal está relacionado con el contexto del comportamiento sedentario. Mientras que muchos estudios examinaron el comportamiento sedentario y la inactividad física en general, algunos estudios analizaron contextos o dominios específicos de estar sentado y su relación con el bienestar subjetivo. Estos estudios revelaron que los diferentes dominios del comportamiento sedentario tienen relaciones únicas con el bienestar subjetivo.
Por ejemplo, el tiempo frente a la pantalla se asoció de forma consistente y negativa con el bienestar subjetivo. Sin embargo, ámbitos como la socialización, el tocar un instrumento y la lectura mostraron asociaciones positivas con el bienestar subjetivo. Estos resultados difieren de la investigación tradicional sobre el comportamiento sedentario relacionado con la salud, en la que todo el comportamiento sedentario se considera perjudicial para la salud.
Nuestra revisión sugiere que algunos tipos de comportamiento sedentario pueden beneficiar la calidad de vida. De hecho, no todas las conductas sedentarias son iguales en términos de bienestar subjetivo. Por lo tanto, cuando las personas trabajan para reducir el tiempo que pasan sentadas, deben considerar no solo cuánto reducir, sino qué tipo de reducción hacer.
Estar menos tiempo sentado es bueno para todos
Nuestro tercer hallazgo principal se refiere a los niveles de sedentarismo general y autopercibido. La mayoría de los estudios encontraron una débil asociación estadísticamente significativa entre un mayor tiempo de sedentarismo global y un menor bienestar subjetivo. Sin embargo, en los estudios en los que se pidió a los participantes que compararan su comportamiento sedentario con la cantidad de tiempo que pasaban sentados normalmente, aquellos que se percibieron a sí mismos como más sedentarios de lo habitual informaron de un bienestar subjetivo significativamente menor.
Estos resultados sugieren que la cantidad de tiempo que una persona pasa sentada en general puede no ser tan importante como la cantidad de tiempo que pasa sentada en comparación con su nivel habitual. De ello se deduce que cualquier persona, independientemente de cuánto se siente normalmente o de su actividad física, puede beneficiarse de sentarse menos tiempo.
COVID-19 sigue influyendo en la vida cotidiana y en las rutinas. Incluso aunque los negocios y los gimnasios vuelvan a abrir, y nos sintamos más cómodos reuniéndonos con los demás y dejemos de usar mascarillas, es casi seguro que seguiremos sentados, y el hecho de estar sentados seguirá cambiando nuestra forma de sentirnos. Aunque no podamos eliminar el hecho de estar sentados, podemos ser conscientes de cuánto tiempo podemos reducirlo y dónde podemos hacerlo para estar más sanos y sentirnos mejor.
Ejercicio y Educación Física y de la Salud de la Universidad de Victoria (Canadá), y Harry Prapavessis es profesor de kinesiología en la Universidad de Western. Este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.
es becaria de postdoctorado del laboratorio de medicina del comportamiento de la Facultad de Ciencias delÚnase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
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