Una estudiante de programación informática estaba siendo operada en Costa Rica, cuando murió experimentó otra vida y luego regresó a su cuerpo en la morgue.
Graciela H. comparte su historia en el sitio web de Fundación para la Investigación de Experiencias Cercanas a la Muerte (NDERF por sus siglas en inglés). Esta historia no ha sido verificada de forma independiente.
Durante la cirugía
Vi a doctores trabajando rápido en mí. … estaban agitados. Tomaron mis signos vitales, me hicieron RCP. Todos comenzaron a salir lentamente de la habitación. No entendía por qué actuaban así.
Todo estaba en silencio. Decidí levantarme. Solo mi médico se quedó en el mismo lugar mirando mi cuerpo. Decidí acercarme, estaba de pie cerca de él, podía sentir que estaba triste y su alma sufría. Recuerdo haber tocado su hombro, después se fue…
Mi cuerpo comenzó a elevarse y ascender, podría decir como llevado por una fuerza extraña.
Fue grandioso, mi cuerpo se volvía más y más ligero. Mientras atravesaba el techo de la sala de cirugía [descubrí] que podía moverme a donde [quisiera].
Fui llevada a un lugar donde… [las] nubes [eran] brillantes, una habitación o un espacio… Todo a mi alrededor era luz, muy brillante, y llenaba mi cuerpo de energía, llenaba mi pecho de felicidad…
[Miré] mis brazos, [y tenían] la misma forma que los [brazos] humanos, pero de diferente material. El material era como gas blanco mezclado con [un] brillo blanco, plateado, perla, alrededor de mi cuerpo.
Yo era hermosa. No tenía espejo para verme la cara, pero… [podía] sentir que mi cara era bonita, veía mis brazos y mis piernas tenían un vestido blanco, sencillo, largo, de luz… Mi voz era de adolescente mezclada con [el] tono de voz de una niña…
De repente, una luz más brillante que mi cuerpo [se acercó] a mí… Su luz me cegaba…
Dijo con una voz muy… fina: «No vas a poder continuar»…
Recuerdo hablar su mismo idioma con mi mente, él también me habló con su mente.
[Como yo lloraba porque no quería volver,] me levantó, me abrazó… Estuvo callado todo el tiempo, me dio fuerzas. Sentí amor y energía. [No] hay amor ni fuerza en este mundo [que] se comparen con eso…
[Él dijo:] “Te enviaron aquí por error, el error de alguien. Tienes que volver… Para venir aquí necesitas lograr muchas cosas… Trata de ayudar a varias personas”…
En la morgue
Abrí los ojos, todo alrededor eran puertas de metal, gente en mesas de metal, un cuerpo tenía otro cuerpo encima. Reconocí el lugar: estaba en la morgue.
Sentí hielo en mis pestañas, mi cuerpo estaba frío. [Yo] no podía sentir nada. … [No era] ni siquiera capaz de mover el cuello o hablar.
Me sentía somnolienta… [Dos o tres horas] después escuché voces [y] volví a abrir los ojos. Vi a dos enfermeros… Sabía que tenía que hacer… contacto visual con uno de ellos. Apenas tuve fuerzas para parpadear una y otra vez, pero lo hice. [Eso] requirió mucha energía.
[Uno de los enfermeros] me miró asustado… [diciéndole] a su compañero: “¡Mira, mira, mueve los ojos!”. Riendo, [él] dijo: “Vamos, este lugar da miedo”.
Dentro de mí estaba gritando: «¡Por favor, no te vayas!».
No cerré los ojos hasta que llegaron los enfermeros y los médicos. Todo lo que escuché fue [que alguien dijo]: “¿Quién hizo esto? ¿Quién envió a este paciente a la morgue? Los médicos estaban locos. Cerré los ojos hasta que estuve segura de que estaba muy lejos de ese lugar. No desperté hasta tres o cuatro días después.
Tuve episodios de sueño durante largos períodos de tiempo… No podía hablar. [El] día cinco comencé a mover [mis] brazos y piernas… otra vez…
Los médicos [me explicaron] que me enviaron allí [a la morgue] por error… Me ayudaron a volver a caminar con terapia.
Una de las cosas que aprendí es que [no] hay tiempo que perder haciendo las cosas mal, tenemos que hacer todo lo bueno por nuestro bien… [en] el otro lado. [Es] como un banco; lo que ahorres será lo que obtendrás al final.
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