La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) afirma que sus expertos no han visto indicios de problemas de seguridad en las inyecciones de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19, después de que funcionarios europeos e internacionales expresaran su preocupación por el impacto que la repetida aplicación de las inyecciones puede tener en el sistema inmunitario.
«La FDA está al tanto del informe de la EMA. Hasta la fecha, no hemos visto ninguna señal de riesgo en relación con las inyecciones de refuerzo y la respuesta inmunitaria», dijo una portavoz de la agencia a The Epoch Times en un correo electrónico.
La FDA autorizó los refuerzos de las vacunas de Moderna, Johnson & Johnson y Pfizer para todos los adultos a finales del año pasado, y determinadas personas inmunodeprimidas pueden recibir un segundo refuerzo en virtud de la autorización vigente en Estados Unidos. La agencia también ha permitido recientemente que niños desde 12 años reciban un refuerzo de Pfizer, y que los niños de 5 a 11 años con sistemas inmunitarios debilitados reciban una vacuna adicional de Pfizer.
Tanto la FDA como los Centros de Control de Enfermedades cuentan con sistemas de vigilancia para supervisar las vacunas, añadió la portavoz, remitiendo a los interesados una página web de la FDA sobre el tema.
Tanto en Europa como en Estados Unidos, se están permitiendo o incluso recomendando múltiples vacunas de refuerzo porque la eficacia de las vacunas ha disminuido considerablemente, especialmente contra la infección por ómicron, con el paso del tiempo.
Un alto funcionario de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) dijo a los periodistas esta semana que aún no existen datos que respalden la administración de más de una vacuna de refuerzo y que la repetición de las mismas podría provocar «problemas de respuesta inmunitaria».
«Debemos tener cuidado de no sobrecargar el sistema inmunitario con una inmunización repetida», dijo Marco Cavaleri, el funcionario.
También hay quien dice que ciertas poblaciones probablemente no deberían recibir ningún refuerzo por motivos de seguridad. Los hombres jóvenes, por ejemplo, tienen un mayor riesgo de contraer una inflamación del corazón por un refuerzo de Pfizer que por el propio COVID-19, según un estudio reciente.
Los expertos del Grupo Consultivo Técnico de la Organización Mundial de la Salud, por su parte, afirmaron en un informe, más o menos al mismo tiempo que hablaba Cavaleri, que «es poco probable que sea apropiada o sostenible una estrategia de vacunación basada en dosis repetidas de refuerzo de la composición original de la vacuna».
El grupo dijo que las vacunas deben basarse en variantes similares a las variantes del virus del PCCh (Partido Comunista Chino). El virus del PCCh causa el COVID-19.
Todas las vacunas actuales contra el COVID-19 se basan en las primeras variantes, lo que, según algunos expertos, ha provocado el brusco descenso de la protección contra la infección y un descenso menor de la protección contra la enfermedad grave.
Las vacunas de refuerzo restauran parte de la protección perdida contra la variante del virus ómicron, pero esa protección restaurada disminuye rápidamente, según los datos que están apareciendo.
Aun así, las autoridades estadounidenses siguen instando a las personas que no se han vacunado a que lo hagan y a las que pueden recibir un refuerzo que se lo apliquen cuando sean aptas para ello: cinco meses después del régimen primario para los que recibieron la vacuna de Moderna o Pfizer, y dos meses para los que recibieron la de Johnson & Johnson.
«La vacunación actualizada contra el COVID-19 con refuerzos previene la enfermedad grave y evita la hospitalización», dijo el Dr. Anthony Fauci, principal asesor médico del presidente de EE. UU., Joe Biden, en una reunión informativa celebrada esta semana.
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