Un grupo internacional de defensa de los periodistas alertó por la nueva detención de una reportera china a manos de las autoridades de Shanghai, lo que suscitó una nueva preocupación por su bienestar y por la continua represión de la libertad de expresión por parte del régimen chino. El grupo insta a la comunidad internacional a movilizarse y realizar todo lo posible para garantizar su seguridad para ayudar a liberarla.
Rebecca Vincent, directora de campañas de Reporteros sin Fronteras (RSF), organización sin ánimo de lucro con sede en París, manifesto: «Estamos alarmados por este último acontecimiento en la implacable persecución del régimen chino contra Zhang Zhan, que parece estar de nuevo incomunicada por razones poco claras».
Al parecer, Zhang Zhan, exabogada convertida en periodista ciudadana, está recluida en el Centro de Detención del Nuevo Distrito de Pudong, en Shanghai, según la organización de derechos humanos con sede en Estados Unidos, Chinese Human Rights Defenders. No está claro si se trata de una detención penal o administrativa.
Zhang atrajo inicialmente la atención internacional a principios de 2020, cuando viajó a Wuhan, epicentro inicial de la pandemia de COVID-19, para informar sobre la crisis de salud pública que se estaba desarrollando. A través de vídeos y actualizaciones en las redes sociales, puso de relieve las terribles condiciones y la mala gestión del gobierno, que contradecían la narrativa del Partido Comunista Chino (PCCh). Fue detenida en mayo de 2020 y, un mes después, condenada a cuatro años de prisión acusada de «provocar disputas y problemas», una acusación imprecisa empleada con frecuencia por el PCCh para silenciar a disidentes y críticos.
Zhang inició una prolongada huelga de hambre para protestar por su encarcelamiento y fue alimentada a la fuerza durante su reclusión. El deterioro de su salud suscitó la preocupación del Departamento de Estado estadounidense en 2021, que pidió al PCCh «su liberación inmediata e incondicional». Fue puesta en libertad en mayo de este año, tras pasar cuatro años en prisión.
A pesar del acoso y la intimidación de la policía local después de su liberación, Zhang lleva desde junio de este año alzando la voz por los disidentes chinos sin voz, las personas vulnerables y los activistas por los derechos en la red social X y comentando cuestiones sociales en China.
El 22 de agosto escribió en X que había viajado a Gansu, provincia del noroeste de China, para ayudar a un activista chino detenido y a un cristiano, pidiendo a la madre de éste que firmara un poder notarial. RSF afirmó que la policía se la llevó el 28 de agosto tras regresar a su ciudad natal en Shaanxi, provincia limítrofe con Gansu por el oeste, y que desde entonces no contesta el teléfono ni ha actualizado sus cuentas en las redes sociales, a pesar de que sus seguidores le envían mensajes y preguntan por su seguridad.
Radio Free Asia (RFA) informó el 11 de junio de que las autoridades locales habían restringido la libertad de Zhang a pesar de que había salido de la cárcel. Zhang reveló que la policía local la amenazó con encarcelarla de nuevo si se atrevía a «tocar la línea roja», según RFA.
«No quiero entrar y no soy la persona que debería entrar», escribió Zhang en una red social china.
«Tras sobrevivir a duras penas cuatro años en prisión y vivir bajo estricta vigilancia desde entonces, está claro que las autoridades chinas siguen empeñadas en continuar castigando a Zhang Zhan por su periodismo independiente. Es más urgente que nunca que la comunidad diplomática internacional intervenga ante Beijing para garantizar su seguridad y conseguir su plena libertad sin demora», escribió Vincent.
China ocupa el puesto 172 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024 de RSF. El grupo de defensa informa que China mantiene entre rejas al menos a 120 periodistas y defensores de la libertad de prensa, y califica al país comunista como «la mayor prisión del mundo para periodistas y defensores de la libertad de prensa».
En su última publicación en X, con fecha del 28 de agosto, Zhang escribió: «Si la matrícula escolar está vinculada a la compra de una casa, el derecho a la educación pierde su equidad e igualdad. En ese caso, la educación se corrompe».
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