Jessica Rose es una bióloga molecular canadiense. Aunque Rose tiene formación en bioestadística, no es su campo preferido.
Sin embargo, desde que se lanzaron las vacunas hace más de dos años, ha estado analizando las estadísticas todos los días.
«Realmente sigo aborreciendo las estadísticas», dijo Rose, pero eso no le ha impedido analizar los datos del Sistema para Reportar Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, ni el equivalente sudafricano del VAERS.
Lo que ha encontrado son informes sin precedentes por su cantidad y por la alarma.
Por poner un ejemplo, la demencia infantil es un acontecimiento adverso a las vacunas poco frecuente. Sin embargo, las vacunas contra el COVID-19 contribuyeron al 11.2% de todas las demencias y eventos adversos relacionados en niños de 6 a 17 años en la base de datos VAERS. En adultos jóvenes de 18 a 29 años, las vacunas contra el COVID-19 estuvieron relacionadas con el 50.9% de todas las demencias y eventos adversos relacionados.
Informes sin precedentes en cantidad
«Hay tantas cosas ahí [en el VAERS] que son raras, que son nuevas: cánceres que no deberían darse en ciertos subconjuntos de la población, como la LLA [Leucemia linfocítica aguda] en adultos, cánceres de mama masculinos, demencia en niños… lo que sea», dijo Rose a The Epoch Times en Zoom.
La leucemia linfocítica aguda es una enfermedad cancerosa que puede afectar a todos los grupos de edad, pero es más frecuente en niños de 0 a 14 años. También se han notificado casos de neuromielitis en mujeres de mayor edad, aunque la enfermedad afecta sobre todo a mujeres jóvenes.
Si se considera por sí solo al VAERS como señales de seguridad de las vacunas contra el COVID-19, Rose dijo que «la fisiología humana está aparentemente a merced de lo que contienen estas vacunas, en particular las de ARNm, pero no exclusivamente».
Suponiendo que la vacuna estuviera asociada a la aparición de estos eventos adversos, Rose dijo que está completamente desconcertada por lo que se pone exactamente en estos viales de vacunas para contribuir a estos eventos.
Puso el ejemplo del síndrome de arritmia súbita mortal (SASM), que ha surgido y se ha notificado en varios atletas jóvenes.
«Estoy tratando de entender qué es lo que se le puede inyectar a la gente para que muera rápidamente. Es muy extraño para mí, muy extraño. No tengo respuesta a esa pregunta. Siempre pienso [que podría ser] la electricidad. Se ven muchas imágenes de atletas, y de jóvenes sanos, que simplemente se caen, ni siquiera tienen tiempo de cubrirse la cara [a menudo un signo de deterioro neuronal]. Algo se desconecta realmente, y no puedo averiguar qué es».
Fuertes pruebas de la causalidad
Rose dijo que hay pruebas sólidas de causalidad simplemente mirando los datos del VAERS, por sí solos.
Pero admitió que «la causalidad es una cuestión de juicio personal».
«Es importante que todo el mundo entienda que podemos proporcionar pruebas sólidas de efectos causales, pero siempre es una decisión de juicio por nuestra parte».
Por lo tanto, aunque la causalidad nunca se puede demostrar, siempre se pueden cotejar las pruebas para justificar la decisión de llamarla una causalidad.
El criterio más utilizado para evaluar la causalidad son los criterios de Bradford Hill: se trata de una lista con entre 9 y 10 criterios que deben cumplirse, aunque normalmente se puede hablar de causalidad cuando se cumplen cinco o seis puntos.
La Organización Mundial de la Salud solo enumera siete de los criterios de Bradford Hill para la causalidad. Los autores del informe afirman que los siete criterios son todos relevantes para evaluar la causalidad, aunque la temporalidad es el más esencial.
«Uno de los más importantes es la temporalidad», dijo Rose, esto significa que el acontecimiento adverso tiene que seguir a la vacunación o a lo que se administre, y cuanto más corto sea el plazo, más fuerte será la asociación.
«Piensa en una reacción aguda a un desencadenante como la anafilaxia», dijo Rose, «si alguien se inyecta con algo, y dentro de los 15 minutos, no puede respirar, o está teniendo un fuerte dolor en el pecho, o tiene algún tipo de evento cardíaco, no hay un ser humano en el planeta que no vaya a decir, oh, es debido a la vacuna, o al menos decir que es probablemente debido a la vacuna».
Hasta el 29 de septiembre de 2022, los datos del VAERS de EE. UU. muestran que alrededor del 53.6% de todos los acontecimientos adversos notificados desde la puesta en marcha de la vacuna contra el COVID-19 se produjeron entre el día 0 y el día 1.
Los otros nueve criterios incluyen la fuerza de asociación, la especificidad, la congruencia entre distintos observadores, la relación dosis-respuesta, la plausibilidad biológica, la coherencia con otros conocimientos, la evidencia experimental, la analogía con otras relaciones causales y las asociaciones reversibles.
En una videoconferencia del Consejo Mundial de la Salud, Rose presentó sus conclusiones sobre las pruebas causales para los 10 criterios.
Además de la temporalidad, otro criterio común es la fuerza. Se trata de comprobar la fuerza de la asociación entre la vacunación y los acontecimientos adversos. Si existe una asociación positiva, a medida que aumenta la vacunación, también deberían aumentar los acontecimientos adversos.
Rose lo comprobó comparando el número de acontecimientos adversos graves entre el grupo de vacunados y el de placebo en los ensayos de Moderna. Ambos grupos tenían alrededor de 15,000 personas.
En el apéndice suplementario, los datos mostraron que 83 personas del grupo vacunado tuvieron efectos adversos graves, frente a 31 del grupo placebo.
Al poner estas cifras en una prueba de Chi-cuadrado, Rose descubrió que había una diferencia significativa entre los dos grupos.
«Cuando se compara el número de acontecimientos adversos graves en el brazo del fármaco —el brazo del ARNm 1273— con el del placebo, se encuentra una diferencia estadísticamente significativa entre los dos grupos. Se puede ver que el número de informes de acontecimientos adversos graves fue realmente mayor en el brazo del fármaco», dijo Rose en la videoconferencia.
El valor P medido en una prueba de Chi-cuadrado generalmente necesita un número inferior a 0.05 para considerar que la asociación es significativa; cuanto más bajo sea el número, mayor será la importancia.
En el caso de los datos de Moderna, el valor P fue inferior a 0.00001, lo que muestra un resultado significativo con una fuerte asociación.
Otra variable evaluada es el valor R: comprueba la correlación, y cuanto más se acerque el valor R a 1, más fuerte será la correlación.
Rose descubrió que el valor R entre la vacunación y el acontecimiento adverso grave en el ensayo Moderna era de 0.99, «que es una cifra realmente alta».
Los autores del estudio Moderna afirmaron en el informe que hubo un mayor número de acontecimientos adversos graves entre el grupo de placebo y el grupo vacunado, pero en la discusión concluyeron que «no se identificaron problemas de seguridad en este ensayo»:
La plausibilidad es otro criterio: comprueba si la teoría de una relación causal puede explicarse biológicamente.
La vacuna induce a las células a producir la proteína espicular. Ya hay muchos estudios que indican los daños de la proteína espicular; si está presente sistemáticamente en la sangre, puede atravesar el sistema hematoencefálico en ratas.
Los biólogos moleculares también han descubierto que la proteína espicular tiene muchas regiones que comparten similitudes con las proteínas de los seres humanos, por lo tanto, cuando la célula inmune aprende a atacar la proteína espicular atacando también estas regiones, las mismas células inmunes invariablemente también aprenden a matar sus propias células, lo que conduce a daños en los tejidos, y a la muerte.
Otro criterio es la especificidad, lo que significa que determinados grupos de edad o razas están más afectados que otros.
Si no hay causalidad, esperaríamos que los eventos adversos fueran similares en todos los grupos demográficos, sin embargo, en el caso de las vacunas contra COVID-19, se observa una agrupación de varios eventos adversos en ciertos grupos de edad.
Tal vez una de las pruebas más sólidas de la especificidad sea la mayor incidencia de miocarditis en varones adolescentes y adultos jóvenes.
Si la vacuna no tiene ninguna relación causal con la miocarditis, se espera que todos los grupos de edad tengan las mismas tasas de miocarditis; sin embargo, los datos muestran que los riesgos de miocarditis son particularmente altos en los varones jóvenes, lo que indica una señal de seguridad.
«Se desconoce por qué no se están haciendo evaluaciones de causalidad [para la miocarditis]… porque te garantizo que si se hicieran de la forma en que siempre se han hecho tradicionalmente, se habría demostrado la causalidad, o se habrían aportado pruebas sólidas para demostrar la evidencia de causalidad en el contexto de las vacunas y la miocarditis, y se habrían dejado de hacer, al menos en los jóvenes».
Datos atrasados y eliminados
Entre 2021 y 2022, el número de informes ha disminuido considerablemente, pasando de 620,478 eventos adversos notificados de las vacunas contra el COVID-19 a finales de 2021, a 83,879 en 2022 a partir del 3 de octubre de 2022.
Sin embargo, Rose especula que la cifra real para 2022 podría ser mucho mayor, dado el ritmo de los atrasos, y la eliminación de datos que ha observado.
En el estudio de Rose, revisado por expertos, que evalúa la farmacovigilancia de los datos del VAERS, Rose comparó los datos del VAERS que descargó del sitio web de los CDC cada semana (línea roja) con los datos más recientes descargados de los CDC (línea azul). Los datos más recientes deberían contener todos los sucesos notificados desde el principio hasta ahora, y normalmente se espera que las dos líneas se sigan.
«Pero no lo hacen», dijo Rose en su video publicado en septiembre de 2021.
Rose observó que las líneas rojas y azules no coincidían en su forma, y también tenían una gran diferencia de números, constituida por el hueco negro entre las líneas.
Utilizando los datos de la semana 10 como ejemplo (gráfico superior de la izquierda), Rose comentó que los datos semanales de la semana 10 mostraban que había más de 7000 acontecimientos adversos, mientras que el informe más actualizado mostraba que en la semana 10 había en realidad más de 26,600 informes de acontecimientos adversos graves de actualizaciones posteriores.
«Es una diferencia muy grande», dijo Rose en el video, «especialmente si se tiene en cuenta lo que es un acontecimiento adverso grave».
«Así que lo que esto significa es que, una persona que estuviera viendo los datos del VAERS [en la semana 10] y se preguntara a sí misma, ¿debería ponerme esta inyección o no?, habría visto esto y [pensaría] ‘no hay mucho riesgo según este número’, pero el número no había sido correcto porque los datos no habían sido introducidos».
En total, «diría que hay como cerca de un millón de informes que aún no se han rellenado», estimó Rose.
El estudio de Rose también encontró que entre el 17 de diciembre de 2020 y el 6 de agosto de 2021, hubo 1516 informes del VAERS sobre vacunas contra el COVID-19 que fueron eliminados sin explicación.
«Los ID de VAERS pueden cambiar debido a una actualización o duplicación, pueden [también] ser eliminados. Pero eso es diferente a que los ID de VAERS simplemente desaparezcan», dijo Rose.
«No digo que sepa por qué ocurre eso. Lo que digo es que si está ocurriendo, es absolutamente necesario que se explique por qué. Tiene que haber algún tipo de nota que diga: [este] ID de VAERS y el número —porque es una persona, recuerden, no es solo un número— ha sido eliminado de la base de datos de VAERS por esta razón».
En el momento del informe de Rose, el número total de IDs de VAERS que faltaba para las vacunas contra el COVID-19 constituía el 0.4% de todos los IDs de VAERS.
Dado que faltaron más de 1500 informes entre las 33 semanas del 17 de diciembre de 2020 al 6 de agosto de 2021, eso significa que faltaron un promedio de 46 informes cada semana.
«Cada semana había un promedio de entre 30-50, a 100 informes que simplemente se eliminaban. Es muy extraño», dijo Rose.
El 69 por ciento de los efectos adversos eliminados durante este periodo eran efectos adversos graves; el 13 por ciento de los datos eliminados eran informes de muerte. Los datos de muerte eliminados también constituyeron el 3% de todos los datos de muerte en VAERS.
El 59% de los datos de muerte eliminados se debieron a la redundancia, aunque la mayoría de los datos que faltaban no tenían una explicación.
«Algo que merece la pena destacar es la frecuencia de las entradas eliminadas en las que la relación de causalidad entre las inyecciones y los EA [eventos adversos] no solo estaba implícita, sino que también era sugerida por el remitente, que suele ser el médico o el médico de urgencias que atendió el caso del individuo», escribió Rose en su artículo.
Inconsistencias en los datos de la vacuna bivalente
Dos semanas después de que las vacunas bivalentes de refuerzo contra COVID-19 se añadieran al sistema de datos del VAERS como una posible vacuna sobre la que informar, los informes adversos ya se habían disparado a 564.
Rose dijo que en la primera semana, hubo 105 informes para la vacuna bivalente, y en la segunda semana, se ha incrementado en casi un 440 por ciento a 564.
Este incremento es superior al aumento porcentual entre la primera y la segunda semana de la distribución inicial de la vacuna.
Rose observó que a finales de diciembre, cuando se pusieron las primeras vacunas, la primera semana de datos del VAERS mostraba 1330 informes de la primera vacuna contra el COVID-19, y la segunda semana tenía 2051 informes, un aumento de más del 50%.
«Siempre necesitamos más datos, pero yo diría [a partir de los datos que las vacunas bivalentes son] al menos tan arriesgadas [como las vacunas primarias]», dijo Rose.
Sin embargo, dijo que la introducción de las vacunas bivalentes de refuerzo para las personas que ya han recibido las vacunas primarias, así como las vacunas de refuerzo de seguimiento, introducen muchos factores de confusión para ella.
Las vacunas bivalentes se dirigen sobre todo a personas que ya han recibido refuerzos, y que posiblemente reciban la inyección bivalente como cuarta, quinta o sexta vacuna. Rose argumentó que su salud ya estaría muy comprometida.
«Desde el punto de vista de un científico de datos, es una pesadilla, porque no se puede sacar ninguna conclusión… Si alguien muere un día después de recibir las vacunas bivalentes, pero ya va por la quinta, no podemos decir que eso no se debió a las cuatro primeras. No podemos decir que la quinta inyección lo haya matado».
Además, dentro de los datos del VAERS, también hay personas que están aplicando las inyecciones bivalentes como sus primeras inyecciones. Esta mezcla de personas que recibieron refuerzos con personas que se están aplicando estas como sus primeras dosis añaden más lío a la mezcla.
«No se pide a la gente que se ciña a un solo fabricante», dijo. «Porque eso haría que los datos fueran más limpios. Si viéramos señales de seguridad procedentes de un subconjunto de personas que solo han tomado los productos de Pfizer, los datos serían mucho más limpios, ¿no? Pero no están promoviendo eso en absoluto, y creo que es a propósito».
The Epoch Times se puso en contacto con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE. UU. y con Moderna para obtener comentarios.
CORRECCIÓN: Una versión anterior de este artículo contenía cifras erróneas para la primera y la segunda semana de informes del VAERS sobre las vacunas contra el COVID-19. Las cifras correctas son 1330 y 2051. The Epoch Times lamenta el error.
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