Comentario
Con reminiscencias a las antiguas carreteras comerciales de la Ruta de la Seda del Imperio Mongol que unían Asia con Europa, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (OBOR) del régimen chino ha desandado esas vías históricas con resultados imprevistos. Al igual que los gobernantes mongoles del siglo XIII, los dirigentes del PCCh esperaban que OBOR los ayudara a hacer realidad sus grandes ambiciones de extender el comercio y la influencia política por toda Asia y Europa.
Y según la mayoría de las estimaciones, con sus enormes niveles de inversión extranjera directa, OBOR podría haber dado a China la oportunidad de ir aún más lejos. Extendería la hegemonía económica y política de Beijing a través de Europa Occidental y también a África y las Américas.
Por primera vez en la historia, China podría verse a sí misma convirtiéndose en el centro de influencia del comercio, la tecnología y la manufactura mundial. Pero por supuesto, el gran plan de Beijing debe desplazar el centro de gravedad de la economía global lejos de Estados Unidos y asentarlo en China.
Pandemia propagada al mundo por OBOR
Pero más que el desarrollo económico y el triunfo político mundial, los grandes planes del régimen chino han supuesto un desastre potencial para todo el mundo.
Al momento de escribir este artículo, el altamente contagioso y mortal coronavirus COVID-19 sigue extendiéndose a nuevos países. De hecho, se está comparando con la propagación de la Peste Negra de mediados de 1300.
Los paralelismos históricos entre ambos son sorprendentes, por no decir más.
Por ejemplo, como la pandemia de la Peste Negra, el coronavirus COVID-19 también comenzó en la provincia de Hubei, en la ciudad capital de Wuhan. Además, como la Peste, este nuevo y mortal patógeno viajó hacia el oeste, siguiendo de cerca el recorrido de OBOR de China a través de Irán (Persia) y hacia Europa a través de los puertos italianos.
Bajas tasas de infección en los vecinos de China
Y como en el caso de la peste, el comercio con China es un factor importante, aunque ciertamente no el único. Algunos países con estrechos lazos económicos o estratégicos con Beijing son los que más han sufrido. Por otro lado, algunos socios comerciales cercanos han logrado evitar altas tasas de infección y mortalidad.
Por ejemplo, tanto Japón como Corea del Sur tienen profundas relaciones comerciales con China. Sin embargo, Japón, con muchas fábricas ubicadas en China, al 11 de marzo, reportó menos de 500 infectados. Y al 10 de marzo, a pesar de que Corea del Sur informó de 7513 casos, está viendo cómo las tasas de infección disminuyen por cuarto día consecutivo sin que se apliquen cuarentenas en toda la ciudad.
Sin embargo, los más notables son Taiwán y Hong Kong. Ambos son firmemente anticomunistas y están muy cerca de China. Sin embargo, al 11 de marzo, Taiwán tiene una de las tasas de infección más bajas del mundo, con menos de 50 casos.
Eso se debe en gran parte a la rápida acción del gobierno de Taiwán. Esas medidas incluyeron la prohibición de viajar a China, Hong Kong y Macao, la prohibición de exportar mascarillas quirúrgicas para mantener un suministro nacional, y la rápida coordinación de los datos sobre viajes y salud para identificar rápidamente a los posibles portadores.
La situación es similar en Hong Kong. Al 6 de marzo, solo había 97 infectados y dos muertos, a pesar de estar a las puertas de China.
Sin duda, la continua antipatía de la ciudad hacia el gobierno comunista de China ha limitado los viajes de ida y vuelta, lo que, a su vez, ha minimizado la exposición. Pero la experiencia de Hong Kong con el brote de SARS en 2002 es también un factor clave. La higiene escrupulosa y las máscaras faciales son una parte mucho más importante de la vida de Hong Kong que de cualquier otro lugar.
Irán es fuertemente afectado por el virus
Por el contrario, las asociaciones políticas, así como el comercio, han demostrado ser una vía de transmisión muy eficaz para el virus. En Oriente Medio, la relación estratégica de Irán con China ha significado una mayor exposición a la enfermedad y, por lo tanto, mayores tasas de infección y mortalidad.
Con cientos de trabajadores chinos en Irán, el impacto de la pandemia ha llegado hasta la cúpula de los dirigentes iraníes, con al menos 23 miembros del parlamento —el 10 por ciento de los legisladores de Irán— infectados.
Otros miembros de la dirección de Irán que han muerto a causa de la enfermedad incluyen a Mohammad Mirmohammadi, un estrecho confidente y asesor del Líder Supremo de Irán, el Ayatolá Alí Jamenei, que murió a causa del coronavirus. El clérigo Hadi Khosrowshahi, exembajador de Irán en el Vaticano, que también ha muerto, así como un miembro del parlamento recientemente elegido.
Entre los miembros infectados de la dirección de Irán se encuentran Iraj Harirchi, viceministro de salud; así como Masoumeh Ebtekar, vicepresidenta de asuntos de la mujer y la familia; y Mojtaba Zolnour, presidente del comité de seguridad nacional y asuntos exteriores del parlamento iraní. Los dirigentes de Irán siguen pagando un alto precio por viajar junto al PCCh.
Italia una vez más es el punto de entrada en Europa
En Europa, Italia es otro ejemplo de resultados similares, pero por diversas razones. Como miembro en dificultades del Grupo de los Siete (G-7), Italia consideró que la inversión extranjera directa de China era una fuente para una actualización de infraestructura muy necesaria. Su economía se ha visto agobiada por el envejecimiento de la población, los niveles astronómicos de deuda y paralizada por la división política.
Por esas razones, Italia encabezó el G-7 de Europa en la adopción de la propuesta china de inversión en puertos e infraestructura en Génova y otros lugares, sin reservas.
Sin embargo, algunos consideran que la condición de miembro de OBOR de Italia y la consiguiente afluencia de nacionales chinos son la causa de la exposición y el alto nivel de infección y tasas de mortalidad fuera de China. Al 10 de marzo, Italia tenía 631 muertos y más de 10,000 infectados, con una tasa de mortalidad del 5 por ciento, muy superior a la media mundial del 3 por ciento, según la Organización Mundial de la Salud.
Los trabajadores chinos de OBOR pueden ser parcialmente culpables de las altas tasas de infección y mortalidad de Italia. Pero quizás la causa más probable sea la significativa inmigración ilegal de ciudadanos chinos en Italia y otras naciones europeas. Estos dos factores, combinados con la población anciana de Italia, han dado como resultado los inusuales altos índices de infección y mortalidad del patógeno en el país. En una sorprendente muestra de determinación, toda la nación de 60 millones de personas está ahora en cuarentena.
Francia, aunque comparte una frontera con el norte de Italia, ha notificado 2281 casos. Pero con un número de muertos de 50, está añadiendo más restricciones. Las infecciones en Alemania se duplicaron a más de 1100 para el 9 de marzo, y se registraron dos muertes. Ambas víctimas eran ancianos.
En lugar de liderar la economía global hacia el siglo XXI, el Partido Comunista Chino (PCCh) y su OBOR están, de hecho, destruyéndola. En Italia, las fábricas están siendo cerradas mientras que los pueblos y ciudades son puestos en cuarentena durante semanas.
La regla parece ser que aquellas naciones que hacen la vista gorda al PCCh y sus atrocidades para obtener beneficios económicos cosecharán lo que siembren. El sueño del PCCh de dominar el mundo se ha convertido en una pesadilla para aquellos que se han aliado con los líderes comunistas de China.
Las consecuencias de la pandemia mundial que China ha provocado en el mundo apenas comienzan a verse. Las empresas están huyendo de China incluso más rápido que antes. Las prohibiciones de viajar a China son comunes, incluso ahora en la actividad económica regional de EE.UU., así como el comercio con China es drásticamente más lento de lo que era hace solo unas semanas.
En resumen, el mundo que China esperaba cautivar y dominar es ahora un mundo muy diferente, y no tan ansioso de escuchar lo que el PCCh tiene para decir.
James Gorrie es un escritor y conferencista radicado en el sur de California. Es el autor de «The China Crisis».
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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