A medida que muchos países facilitan sus cierres y más gente vuelve al trabajo, se está haciendo un esfuerzo por limitar el uso del transporte público para evitar una mayor propagación del COVID-19. Una forma de hacerlo es alentar a más personas a cambiar a formas físicamente activas de desplazarse, como caminar o ir en bicicleta.
Los desplazamientos activos ayudarán a limitar la transmisión de virus y las emisiones de los vehículos. Nuestra última investigación descubrió que las personas que caminan y van en bicicleta al trabajo tienen un menor riesgo de muerte o de enfermedades graves en comparación con los que viajan en coche.
Está bien documentado que muchas personas no realizan suficiente actividad física, y esto se ha relacionado con entre 3.2 millones y 5.3 millones de muertes al año en todo el mundo. Y sabemos que ser físicamente activo conlleva muchos beneficios para la salud, incluyendo un menor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, algunos cánceres e incluso depresión.
Un viaje activo al trabajo es una importante fuente potencial de actividad física diaria, que también puede incluir ejercicio planificado y actividades domésticas como la limpieza. Pero en Inglaterra y Gales, alrededor del 34% de los hombres y el 42% de las mujeres no son lo suficientemente activos y los índices de caminatas y ciclismo han estado disminuyendo durante cuatro décadas. Los vehículos motorizados también se han convertido en la forma más común de ir al trabajo.
Nuestro equipo utilizó los datos del censo de más de 300,000 personas que viajan diariamente al trabajo en Inglaterra y Gales para investigar los impactos en la salud de caminar, andar en bicicleta, usar el transporte público o conducir al trabajo. Hicimos un seguimiento de los participantes durante 25 años para comparar las muertes por enfermedades cardiovasculares (incluidos los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares) y el cáncer, así como los nuevos diagnósticos de cáncer.
Beneficios para la salud
Encontramos que, en comparación con los que conducían, las personas que iban en bicicleta al trabajo tenían un riesgo 20% menor de muerte en general. También tenían un riesgo 24% menor de morir por enfermedad cardiovascular y un riesgo 16% menor de morir de cáncer. Además, tenían 11% menos probabilidades de que se les diagnosticara cáncer. Esto se mantuvo incluso después de tener en cuenta otros factores, como la edad, el sexo, el acceso al automóvil, el origen étnico y el grupo socioeconómico.
Caminar al trabajo se asoció con un riesgo 7% menor de diagnóstico de cáncer en comparación con la conducción. Sin embargo, no estaba claro qué impacto tenía el caminar al trabajo en las tasas de muerte por cáncer y enfermedades cardíacas.
Esto puede deberse a que las personas que observamos que iban caminando al trabajo tenían, en promedio, menos recursos y eran más propensas a tener una enfermedad a largo plazo, lo que puede haber contrarrestado los efectos positivos de caminar. Sin embargo, los datos pueden no haber tenido suficiente detalle para captar plenamente estas diferencias.
También encontramos que, en comparación con los que iban en coche al trabajo, los que viajaban en tren también tenían un riesgo de muerte un 10% menor en general. Tenían un 21% menos de riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares y un 12% menos de riesgo de ser diagnosticados con cáncer. Esto se debe probablemente a que muchos viajeros de tren necesitan caminar o ir en bicicleta a los puntos de tránsito.
Una vez más, nuestros datos mostraron que los viajeros de tren también tienden a tener una mejor situación económica y menos probabilidades de tener otras condiciones de salud subyacentes, que podrían no ser tomadas en cuenta en los análisis.
Nuestra investigación también examinó si los beneficios de los desplazamientos activos diferían entre las ocupaciones, comparando a los que ocupaban puestos directivos o profesionales más altos en funciones más subalternas o intermedias, así como a las personas que realizaban trabajos manuales. Encontramos que los beneficios potenciales para la salud eran similares en todos estos grupos.
Sabemos que existen desigualdades en los patrones de salud y de desplazamiento entre los grupos socioeconómicos. Nuestro estudio indica que la promoción de los viajes activos podría conducir a beneficios de salud positivos, independientemente de los antecedentes o la ocupación.
Si bien muchas personas no pueden caminar o ir en bicicleta durante todo el trayecto, la incorporación de algunos viajes activos en su viaje puede ser beneficiosa. También se ha demostrado que muchos viajes en transporte público incluyen algo de caminata y ciclismo, y su uso está asociado con la grasa de la parte inferior del cuerpo.
En el Reino Unido, al igual que en otros países del mundo, el gobierno apoya ampliamente los viajes activos cuando las personas empiezan a regresar al trabajo. Si esto conduce a una reducción a largo plazo de los desplazamientos en coche, podría reducir los altos niveles de inactividad física entre los adultos y mejorar la salud general. Y puede incluso conducir a otros beneficios, como la mejora de la calidad del aire.
Richard Patterson es un becario posdoctoral de MRC de intervenciones en salud pública en la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, y Anthony Laverty del Colegio Imperial de Londres. Este artículo fue publicado por primera vez en The Conversation.
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