La gestación subrogada es un tema que ha ganado una especial prominencia en los últimos días, especialmente luego que el Vaticano rechazó la práctica y la calificó como una grave amenaza contra la dignidad humana.
Más allá del aspecto político o religioso, la gestación subrogada ha planteado serios cuestionamientos acerca del vínculo natural entre la madre y el bebé, así como el comercio de seres humanos. En una entrevista con Pachi Valencia en ‘Opinión Pública’ de EpochTV, Olivia Maurel, una víctima de la gestación subrogada habló sobre los daños que genera esta práctica.
La Sra. Maurel, una mujer de 32 años nacida por gestación subrogada, sabe muy bien sobre los trastornos y secuelas que deja esta práctica, y ha decidido alzar su voz para revelar las profundas heridas emocionales y psicológicas de los niños que nacen por vientre alquilado.
La Sra. Maurel nació en Louisville, Kentucky, pero fue criada por padres franceses. Desde temprana edad sintió una sensación de desconexión con sus orígenes, lo que le generó problemas de identidad. La ausencia de fotografías de su nacimiento o de su madre embarazada solo alimentó sus dudas sobre su historia. Fue solo a los 30 años que una prueba de ADN, regalo de su suegra en su cumpleaños, arrojó luz sobre la verdad: sus padres habían recurrido a la gestación subrogada.
“El abandono es uno de los traumas más devastadores que se puede infligir a un niño”, explicó la Sra. Maurel. “Yo luché con problemas de identidad, de abandono, depresión, drogas, alcohol; pasé por todo”.
“La gente me dice aún: ‘Olivia, tienes esos sentimientos porque tus padres te mintieron’. Pero no es por las mentiras, es porque me separaron de mi madre al nacer. Cuento con un equipo completo de profesionales médicos: psicólogos, psiquiatras, que me están tratando y ayudando, y todos han llegado a la conclusión de que mis problemas a lo largo de mi vida se deben a la separación de mí y mi madre al nacer”, dijo.
A pesar de su experiencia personal, la Sra. Maurel enfatiza que no culpa a sus padres por la decisión que tomaron. Sin embargo, considera crucial alzar la voz sobre los graves riesgos asociados con la gestación subrogada.
“Mis hijos han experimentado traumas que yo heredé. Mi primera hija también está buscando apoyo psicológico debido al trauma del abandono que yo sufrí. A pesar de haber dejado mi trabajo para estar presente en la crianza de mis hijos y haberles brindado todo mi cuidado, mi hija mayor sufre este sentimiento de abandono. Este trauma se transmite de generación en generación. No se detuvo conmigo”.
“Ese sentimiento de abandono está arraigado en nosotros. No se nos puede quitar. Y en la gestación subrogada, estamos recreando intencionalmente esa herida primaria en los niños.
La Sra. Maurel también dijo que hay muchos aspectos que la gente pasa por alto en torno a la gestación subrogada, como el vínculo fundamental entre la madre y el niño.
“Tratamos de creer que ese niño olvidará a su madre, pero no olvidamos a nuestras madres. No olvidamos de dónde venimos. Ese sentimiento de abandono queda arraigado en nosotros, y no se quita. Y en la gestación subrogada, estamos recreando intencionalmente esa herida primaria en los niños. Estamos creando intencionalmente una dinámica donde el niño es abandonado al nacer”.
Además de los efectos devastadores en los niños, la Sra. Maurel también expone las condiciones injustas impuestas a las madres sustitutas. Dijo que actualmente los contratos de gestación subrogada contienen cláusulas draconianas que limitan severamente la libertad y autonomía de estas mujeres.
“En algunos contratos que he leído, la mujer no puede tomar café; si tiene dolor de cabeza, tiene que ir a un médico específico. No puede ir y comprar medicamentos de venta libre o tomar medicina herbaria. Y la peor cláusula de todas, es que si la mujer contrae alguna enfermedad, son los padres comitentes los que deciden si la mantienen viva o no”, señaló.
Asimismo, dijo que las cláusulas impiden a la madre sustituta contactar al hijo nacido por gestación subrogada, y si el niño quiere ponerse en contacto con su madre biológica, solo puede hacerlo con la autorización de sus padres.
“Entiendo que las parejas infértiles sufren, no quiero que la gente malinterprete esto, pero no porque seas infértil y porque quieras un hijo, significa que debes tener un hijo. No funciona así. Los niños tienen derechos. Tenemos derecho a nuestra identidad. Tenemos derecho a ser criados por nuestras madres y padres. También tenemos derecho a no ser comprados y vendidos”, añadió.
Siga a Pachi Valencia en X: @PachiValencia
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