Opinión
En estos días, los gobiernos de todo el mundo se enfrentan a una elección cada vez más cruda entre el Partido Comunista Chino (PCCh) y tener un futuro real.
No se trata de elegir entre China y Estados Unidos. Tampoco se trata de una lucha de poder habitual entre dos países poderosos, uno en el poder y otro en la oposición.
¿A alguien le gustaría realmente vivir en un mundo en el que el PCCh fuera hegemónico? Donde no solo se abolieran todos los derechos y libertades a los que estamos acostumbrados –libertad de credo, de expresión, de discurso, etc.–, sino también donde la cultura de la mentira, la crueldad y la lucha sin fin impregnara todo. Donde la única lealtad es al régimen y a sus «verdades» siempre cambiantes, y los niños «delatan» a sus padres por «pensamientos erróneos» y viceversa, etc.
¿Cuántas personas están ahora mismo intentando entrar legal e ilegalmente en Estados Unidos en busca de un futuro mejor? ¿Cuántos intentan entrar en China? En realidad, los ricos y poderosos de China están enviando a sus familias y su dinero al extranjero, e intentando conseguir pasaportes extranjeros.
Por supuesto, ningún hombre ni ningún país es perfecto, y todos cargan con el peso de los errores del pasado en la historia, incluida esta unión de Estados Unidos. Sin embargo, cada vez más en las últimas décadas, el marxismo ha entrado por la puerta de atrás y ahora se esfuerza por dominar aquí y en otros países occidentales, como lo demuestra el apoyo a Hamás inmediatamente después de la masacre del 7 de octubre por parte de grupos que han estado «luchando contra el racismo y la opresión», y mucha gente ha sido engañada. De hecho, los niños están empezando a «delatar» a sus padres por «pensamientos erróneos» también aquí.
La disociación económica real que se está produciendo entre China y el mundo, y la polarización cada vez mayor de las alianzas mundiales, entre otras cosas, hacen cada vez más difícil que los gobiernos, las empresas y las personas se queden de brazos cruzados, «con un pie en cada bote», parafraseando un proverbio chino.
Los gobiernos pueden expresar sus intenciones, y de hecho lo hacen, con acciones, no solo con palabras. Puede ser mediante alianzas de defensa positivas, como Australia y AUKUS. O en el abandono de alianzas negativas, como la reciente retirada de Italia de la «Iniciativa de la Franja y la Ruta», el tambaleante programa trampa de la deuda de infraestructuras del PCCh. En mi opinión, todos estos son avances positivos.
El caso coreano
Una reciente investigación del Epoch Times reveló que la embajada china en Corea del Sur utilizó influencias financieras y diplomáticas para presionar a los teatros para que no recibieran a Shen Yun, una compañía de artes escénicas con sede en Estados Unidos.
Han Minho, ex director general del Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo de Corea del Sur, declaró en una entrevista que el hecho de si Shen Yun podrá finalmente actuar en Corea del Sur es una «prueba de fuego» para saber «si Corea es realmente un aliado de Estados Unidos».
Shen Yun Performing Arts se dedica a recuperar la belleza de la auténtica cultura china a través de la danza y la música, tal y como existía antes del régimen comunista.
Según el sitio web de la compañía, los artistas de Shen Yun, incluidos bailarines, músicos y coreógrafos, se inspiran en la disciplina espiritual Falun Gong, arraigada en la cultura tradicional china.
Estoy de acuerdo con el ex director general en que esto es una prueba de fuego. Quizá «la» prueba de fuego. Los acuerdos armamentísticos y económicos tienen aspectos positivos y negativos, con la codicia y el poder de por medio. Pero, como se está descubriendo en Estados Unidos y otras culturas occidentales, las tradiciones de la cultura y los valores universales constituyen los cimientos de nuestro modo de vida, y cuando se socavan, las esferas política y económica se vuelven vulnerables.
Así que esto es en realidad una destilación de la diferencia fundamental entre la vida bajo el régimen del PCCh y la vida normal. Ser capaz de hacer una elección clara en este asunto, respaldada por acciones coherentes, es una declaración clara de la postura de cada uno.
De lo contrario, ¿por qué los enormes esfuerzos del PCCh para bloquear y difamar a Shen Yun, un espectáculo cultural al que nadie está obligado a ir, sino que es una elección voluntaria?
Así que, puesto que es una prioridad para el PCCh, y una cuestión que va al núcleo de la decisión a la que se enfrentan todos los gobiernos, una decisión positiva de apoyar o recibir a Shen Yun enviaría la señal más clara a todos los que observan, desde los ciudadanos informados a todas las agencias de inteligencia, el gobierno de EE.UU. y el PCCh.
Nota del editor: The Epoch Times es patrocinador de Shen Yun Performing Arts desde 2006.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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