Los estudiantes universitarios tienen mucha libertad pero poca estructura. Esto puede ser malo para los procrastinadores habituales. Los estudios demostraron que al menos la mitad de los estudiantes universitarios procrastinan hasta un nivel potencialmente perjudicial para su educación.
Pero éste puede no ser el único resultado negativo de dejar las cosas para más tarde. Hay estudios que relacionan la procrastinación con la mala salud. Se asocia con niveles más altos de estrés, estilos de vida menos saludables y retrasos a la hora de acudir al médico por problemas de salud.
Sin embargo, estos estudios –por la naturaleza de su diseño– no pueden decirnos la dirección de la relación. ¿Causa la procrastinación una mala salud física y mental porque las personas, por ejemplo, posponen el inicio de un nuevo régimen de ejercicio o la visita al médico por un problema de salud? ¿O es al revés? ¿La mala salud física, por ejemplo, lleva a la gente a procrastinar porque no tiene energía para hacer la tarea ahora?
Para intentar resolver este enigma, realizamos un estudio longitudinal, es decir, un estudio que seguía a las personas durante un periodo de tiempo, tomando medidas en varios momentos del estudio. Reclutamos a 3525 estudiantes de ocho universidades de Estocolmo y alrededores y les pedimos que rellenaran cuestionarios cada tres meses durante un año.
Nuestro estudio, publicado en JAMA Network Open, tenía como objetivo investigar si los estudiantes que procrastinan tienen un mayor riesgo de padecer una mala salud mental y física. De los 3525 estudiantes que reclutamos, 2587 respondieron al cuestionario de seguimiento nueve meses después, en el que se midieron varios resultados de salud.
Para entender cómo se relaciona la procrastinación con los resultados de salud posteriores, se comparó a los estudiantes con mayor tendencia a procrastinar (según una escala de procrastinación) al inicio del estudio con los estudiantes con menor tendencia. Los resultados mostraron que los niveles más altos de procrastinación se asociaban con síntomas algo más elevados de depresión, ansiedad y estrés nueve meses después.
Los estudiantes con mayores niveles de procrastinación también eran más propensos a declarar dolores incapacitantes en los hombros o los brazos (o en ambos), peor calidad del sueño, más soledad y más dificultades económicas. Estas asociaciones se mantuvieron incluso cuando se tuvieron en cuenta otros factores que podrían afectar a la asociación, como la edad, el sexo, el nivel educativo de los padres y los diagnósticos físicos y psiquiátricos previos.
Aunque ningún resultado de salud específico se asoció fuertemente con la procrastinación, los resultados sugieren que la procrastinación puede ser importante para una amplia gama de resultados de salud, incluidos los problemas de salud mental, el dolor incapacitante y un estilo de vida poco saludable.
Como ya se dijo, en estudios anteriores solo se evaluaba a los participantes en un momento dado, lo que dificultaba saber cuál de las afecciones se producía primero: la procrastinación o la mala salud. Al pedir a los estudiantes que respondieran a cuestionarios en varios momentos, podíamos estar seguros de que los altos niveles de procrastinación estaban presentes antes de medir su salud.
Pero aún es posible que otros factores no tenidos en cuenta en nuestro análisis expliquen la relación entre la procrastinación y los posteriores problemas de salud. Nuestros resultados no prueban la relación causa-efecto, pero la sugieren con más fuerza que los estudios «transversales» anteriores.
Se puede tratar
Hay buenas noticias para los procrastinadores habituales. Los ensayos clínicos (el patrón oro de la investigación médica) demostraron que la terapia cognitivo-conductual es eficaz para reducir la procrastinación.
El tratamiento ayuda a la persona a superar la procrastinación dividiendo los objetivos a largo plazo en objetivos a corto plazo, controlando las distracciones (como apagar los teléfonos celulares) y manteniéndose centrada en una tarea a pesar de experimentar emociones negativas.
Esto requiere cierto esfuerzo, por lo que no es algo que una persona pueda hacer mientras intenta cumplir un plazo concreto. Pero incluso los pequeños cambios pueden tener un gran efecto. Puede intentarlo usted mismo. Por qué no empieza hoy mismo dejando el teléfono celular en otra habitación cuando necesite concentrarse en una tarea.
Eva Skillgate, profesora asociada de Epidemiología de Karolinska Institutet; Alexander Rozental, investigador adjunto de Karolinska Institutet, y Fred Johansson, candidato a doctorado de Salud Mental de Universidad Sophiahemmet. Este artículo es republicado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.
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