Los trabajadores sanitarios y los profesores de Nueva York que no quieran vacunarse contra el COVID-19 no solo perderán sus puestos de trabajo, sino que además no podrán obtener prestaciones de desempleo.
Miles de enfermeras y otros trabajadores de hospitales han sido puestos en licencia, a punto de ser despedidos, ya que la fecha límite de la orden de vacunación del estado para el personal de los hospitales pasó el 27 de septiembre. Al menos algunos sistemas hospitalarios han dado a su personal algo de tiempo para que aún se vacunen y vuelvan al trabajo antes de enfrentarse al despido.
Además, los profesores de la ciudad de Nueva York tienen hasta el 1 de octubre para ponerse al menos una inyección de la vacuna o enfrentarse a un año de permiso no remunerado con prestaciones de salud o al despido con una indemnización.
Una vez despedidos, los trabajadores podrían quedarse sin acceso al seguro de desempleo, a menos que pidan legítimamente una exención por motivos de salud o religiosos, según el Departamento de Trabajo del estado (DOL, por sus siglas en inglés).
«Los trabajadores de un centro médico, una residencia de ancianos o una escuela que renuncien voluntariamente o sean despedidos por negarse a recibir una vacuna impuesta por el empleador no tendrán derecho a percibir el subsidio de desempleo a menos que presenten una solicitud válida de acomodo, ya que se trata de lugares de trabajo en los que el empleador tiene un interés imperioso en dicha obligación, especialmente si ya exige otras vacunas», dice una guía en el sitio web del DOL.
Explica que «la elegibilidad dependerá de las circunstancias, ya que cada solicitud es única y se revisa caso por caso».
También se pueden denegar las prestaciones a otros trabajadores públicos.
«Un empleado público que trabaje en un entorno público y esté sujeto a una orden del gobierno local para presentar una prueba de vacunación o un test negativo puede ser descalificado para recibir el subsidio de desempleo si se niega a vacunarse o a hacerse la prueba», dice la guía.
Aparte de las solicitudes de exención, otro factor en juego es si el empleado interactúa con el público, según el sitio web.
«Un trabajador que se niegue a vacunarse por orden de su empleador puede tener derecho a recibir el seguro de desempleo en algunos casos si en su trabajo no hay exposición al público y el trabajador tiene una razón de peso para negarse a cumplir la orden», dice.
Cuando se le pidieron más detalles, un portavoz del DOL remitió a The Epoch Times a la guía.
Algunos estados mantienen la voluntariedad de las vacunas, señalando que, como mínimo, la inmunidad natural inducida por una infección previa de COVID-19 debería reconocerse junto con la vacunación. Nueva York, sin embargo, ha estado a la vanguardia de la obligatoriedad de las vacunas para una parte cada vez mayor de la sociedad, incluidos los profesores, los trabajadores sanitarios, los empleados públicos y, en el caso de la ciudad de Nueva York, los restaurantes y los espectadores.
Se sabe que las nuevas vacunas, desarrolladas en un tiempo récord y aún en proceso de ensayo clínico, causan graves efectos secundarios como miocarditis en hombres jóvenes y coágulos de sangre, aunque las autoridades y los expertos afirman que son poco frecuentes y suponen un riesgo menor que la propia enfermedad. Las vacunas tampoco evitan necesariamente que uno contraiga y propague el COVID-19. Los ensayos clínicos indican que minimizan los síntomas.
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