Comentario
Recientemente, tres importantes cumbres en el mundo occidental —la del G-7 (Grupo de los Siete), la OTAN y la de UE-EE.UU.— se han celebrado de forma consecutiva, poniendo de manifiesto un importante cambio estratégico para hacer frente a las amenazas sistémicas que plantea el Partido Comunista Chino (PCCh). Si 2020 fue un año marcado por una pandemia que asoló el mundo y el surgimiento de una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China, 2021 será un año en el que se está forjando una reorganización estratégica en Occidente para luchar contra la China comunista.
Desde el comienzo de 2021, el PCCh se ha vuelto más francamente asertivo a la hora de avanzar en sus ambiciones globales —enfrentándose a Estados Unidos por la hegemonía en las Naciones Unidas, proclamando que «el momento y el impulso» están de su lado y que «Oriente se está levantando y Occidente está decayendo», y comportándose de una manera cada vez más beligerante a través de su llamada diplomacia de «guerrero lobo». La retórica y el comportamiento asertivos del PCCh han acelerado enormemente la formación de un consenso entre los países occidentales para contrarrestar su ambición de dominar el mundo, lo que ha llevado a Occidente a iniciar una amplia reorganización estratégica hacia Beijing.
El 10 de junio, el presidente Joe Biden y el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, firmaron la Nueva Carta Atlántica, en la que se comprometían a trabajar juntos para defender la democracia y el orden internacional basado en el derecho.
A esto le siguieron inmediatamente los comunicados emitidos en la cumbre del G-7 del 13 de junio, la cumbre de la OTAN del 14 de junio y la cumbre entre Estados Unidos y la UE del 15 de junio, en los que se esbozaba el marco principal de la reorganización estratégica para hacer frente a las principales amenazas que plantea el PCCh.
Incremento de las provocaciones del PCCh contra Taiwán
Desde principios de 2021, las provocaciones militares del PCCh en el estrecho de Taiwán han aumentado significativamente, así como el riesgo de guerra en la región. Liderados por Estados Unidos, los países occidentales se han pronunciado conjuntamente en repetidas ocasiones en respuesta y han reforzado su presencia militar en el estrecho de Taiwán, el mar de China Oriental, el mar de China Meridional y el Indo-Pacífico para contener las aventuras militares del PCCh.
Las cumbres del G-7, de la OTAN y de Estados Unidos y la UE celebradas hace apenas una semana, además de la cumbre entre Estados Unidos y Japón del 16 de abril, la cumbre entre Estados Unidos y Corea del Sur del 21 de mayo, la cumbre entre Japón y Europa del 27 de mayo y las conversaciones 2+2 entre Japón y Australia del 9 de junio, plantearon la cuestión del estrecho de Taiwán y reafirmaron la importancia de la paz y la estabilidad en la región. La presión estratégica del PCCh para hacer la guerra contra el Taiwán democrático ha aumentado como nunca antes. Esto indica que la cuestión de Taiwán se ha convertido en una veleta que determina la evolución del panorama estratégico mundial.
«Desafíos sistémicos» para Occidente
En su comunicado, la OTAN calificó por primera vez al PCCh de amenaza sistémica, afirmando que sus manifiestas «ambiciones y su comportamiento asertivo suponen desafíos sistémicos para el orden internacional basado en el derecho y para áreas relevantes para la seguridad de la Alianza».
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, calificó la cumbre de «momento crucial» para la organización, y pidió a los países miembros que se enfrentaran al ascenso de China.
A la vez que insta a la OTAN a reformar su enfoque estratégico para hacer frente a la amenaza de la China comunista, Estados Unidos también está promoviendo la Estrategia Indo-Pacífica, o el Quad, y reforzando la alianza militar entre Estados Unidos y Japón y entre Estados Unidos y Corea del Sur. Esto indica que la coalición militar entre los países democráticos se está profundizando.
Desafíos económicos y tecnológicos
Occidente tiene que hacer frente no solo a las provocaciones militares del PCCh, sino también a sus desafíos económicos y tecnológicos. Para garantizar que el PCCh no utilice diversos medios ilícitos para superar a Occidente mientras el mundo experimenta una transformación digital, es necesario reforzar la coordinación y la integración sobre la base de valores compartidos, tal y como se recoge en la declaración conjunta (pdf) de la Cumbre EE.UU.-UE: «Estamos decididos a impulsar una transformación digital que estimule el comercio y la inversión, refuerce nuestro liderazgo tecnológico e industrial, impulse la innovación y proteja y promueva las tecnologías e infraestructuras críticas y emergentes. Tenemos previsto cooperar en el desarrollo y despliegue de nuevas tecnologías sobre la base de nuestros valores democráticos compartidos, incluido el respeto de los derechos humanos, y que fomente normas y reglamentos compatibles».
Además, la declaración decía: «Para poner en marcha esta agenda positiva y proporcionar una plataforma eficaz para la cooperación, establecemos un Consejo de Comercio y Tecnología UE-EE.UU. de alto nivel».
A este respecto, ya se han producido varios avances positivos durante las últimas cumbres. Por ejemplo, Estados Unidos y la Unión Europea llegaron a un acuerdo para poner fin a los antiguos aranceles comerciales punitivos por el conflicto Airbus-Boeing, y acordaron enfrentarse a los «países sin economía de mercado». Mientras tanto, Canadá y la UE también lanzaron una nueva asociación para asegurar las cadenas de suministro de minerales críticos y reducir la dependencia de China.
B3W para contrarrestar la BRI del PCCh
Desde que el PCCh lanzó su estrategia global de desarrollo de infraestructuras a través de la «Iniciativa de la Franja y la Ruta» (BRI, en inglés) en 2013, muchos países se han visto sumidos en la deuda y la corrupción. La cumbre del G-7 acordó poner en marcha una nueva iniciativa mundial de infraestructuras denominada Build Back Better World (B3W), una asociación de infraestructuras transparente, de alto nivel e impulsada por valores, liderada por las principales democracias, que ayuda a reducir la brecha financiera de más de USD 40 billones en infraestructura necesaria en los países en desarrollo. Esta fue la primera respuesta estratégica de Occidente a la BRI del PCCh.
Diferencias irreconciliables entre el autoritarismo y la democracia
La diferencia irreconciliable entre la ideología autoritaria del PCCh y los valores democráticos debe conducir a una confrontación fundamental entre el PCCh y Occidente.
El 15 de junio, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que el historial de China en materia de derechos humanos es el principal problema que divide a la UE de Beijing y convierte al régimen comunista en un rival sistémico para el bloque democrático.
Por su parte, el primer ministro australiano, Scott Morrison, ha dicho que es posible que las diferencias en la forma de ver el mundo entre Australia y el PCCh nunca se resuelvan.
El largo historial de graves abusos de los derechos humanos del PCCh es un resultado directo de su ideología comunista. En el comunicado de la cumbre entre Estados Unidos y la UE se afirma: «Tenemos la intención de consultar y cooperar estrechamente en toda la gama de cuestiones en el marco de nuestros respectivos y similares enfoques multifacéticos hacia China (…) Tenemos la intención de seguir coordinando nuestras preocupaciones compartidas, incluyendo las continuas violaciones de los derechos humanos en Xinjiang y Tíbet; la erosión de la autonomía y los procesos democráticos en Hong Kong; la coerción económica; las campañas de desinformación; y las cuestiones de seguridad regional. Seguimos seriamente preocupados por la situación en los mares de China Oriental y Meridional y nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el statu quo y de aumentar las tensiones (…) Subrayamos la importancia de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán».
En este sentido, se han producido varios acontecimientos en lo que va de año. Por ejemplo, el 22 de marzo, la UE, en un movimiento coordinado con Estados Unidos, impuso sanciones al PCCh por primera vez desde la Masacre de la Plaza de Tiananmen de 1989, por violaciones masivas de los derechos humanos en Xinjiang.
Como otro ejemplo, Japón, después de mantener cautelosamente su relación con el régimen comunista durante décadas, se ha vuelto recientemente cada vez más crítico con el PCCh, su principal socio comercial. En una conversación telefónica mantenida el 5 de abril, el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Toshimitsu Motegi, se enfrentó a su homólogo chino por una serie de cuestiones, como la situación de los derechos humanos en Xinjiang y las actividades represivas de Beijing en Hong Kong.
Y en estas últimas cumbres, al menos dos cosas indican una tendencia a la acción conjunta de Occidente contra las malas acciones del PCCh. En primer lugar, el apoyo de los líderes occidentales a la reinvestigación impulsada por Estados Unidos sobre los orígenes del COVID-19, pidiendo a la Organización Mundial de la Salud que lleve a cabo una nueva y transparente investigación sobre el origen del virus libre de interferencias por parte de los comunistas chinos. Y en segundo lugar, el primer ministro australiano, Scott Morrison, que asistió a la cumbre del G-7 en Cornualles como invitado, dijo que Australia ha obtenido un fuerte apoyo de los líderes de las naciones del G-7 en la lucha contra la expansión de la influencia comunista china en su país.
Conclusiones
En la actualidad, Occidente sigue manteniendo una posición triple —»cooperación, competencia y rivalidad sistémica»— frente al PCCh. Esto demuestra que Occidente sigue teniendo ciertas ilusiones y dudas sobre el régimen comunista, y que aún no se ha dado cuenta de la verdadera naturaleza del PCCh. Cualquier deseo de «cooperación» será aprovechado y tratado con desprecio por el PCCh. Si tiene alguna duda, solo tiene que echar un vistazo a lo que dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, en una conferencia de prensa el 16 de junio: «Estados Unidos y Europa han planteado el llamado enfoque de tres facetas de ‘cooperación, competencia y rivalidad sistémica’ hacia China, que en esencia significa que quieren perjudicar los intereses de China y aprovecharse de ella al mismo tiempo. Quienes creen y defienden tales argumentos o bien tienen problemas con su propia inteligencia o bien subestiman la inteligencia de los chinos», según el portal de noticias chino Sina.
Obviamente, la reorganización estratégica en curso en Occidente tiene su importancia positiva, pero es necesario que llegue a comprender mejor la verdadera naturaleza del PCCh, de lo contrario, Occidente seguirá siendo inevitablemente aprovechado por el régimen comunista.
Wang He tiene una maestría en derecho e historia, con especialización en el movimiento comunista internacional. Se desempeñó como profesor universitario y ejecutivo de una gran empresa privada en China. Fue encarcelado en China dos veces por sus creencias. Wang vive ahora en América del Norte y ha publicado comentarios sobre la actualidad y la política de China desde 2017.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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