Un miembro del Ejército que dijo que la vacuna contra COVID le causó lesiones indicó que se enfrentó a repetidas presiones para recibir una segunda dosis de la vacuna, a pesar de haber recibido una exención temporal de la orden de vacunación el año pasado.
Finalmente, lo que ayudó al suboficial del Ejército, Douglas Rubin (seudónimo), fue la revocación de la orden de vacunación del Pentágono tras la firma de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional (NDAA) para el año fiscal 2023.
En 2021, Rubin solicitó la exención permanente de la vacuna debido a las lesiones provocadas por la vacuna contra COVID-19 de Pfizer. De acuerdo con la orden de vacunación militar del secretario de Defensa, Lloyd Austin, de agosto de 2021, el soldado recibió la vacuna de pfizer al mes siguiente. Una semana después de recibir la vacuna, empezó a experimentar fuertes dolores en el pecho, dificultad para respirar, mareos, dolores de cabeza y fatiga. A fines de mes, tuvo que ser ingresado en urgencias.
Rubin, quien habló con The Epoch Times utilizando un seudónimo por miedo a represalias, dijo que el médico de urgencias le diagnosticó un posible efecto secundario a la vacuna. Le indicaron que se pusiera en contacto con su médico de cabecera en un plazo de cinco a siete días. Se reunió con su médico de cabecera, quien le concedió una exención médica temporal de la vacuna hasta una evaluación más exhaustiva y le remitió a un cardiólogo.
A principios de noviembre de 2021, Rubin tuvo otras dos visitas a urgencias por síntomas persistentes y se le diagnosticó disnea e infarto pulmonar. Poco después, acudió a un neumólogo de la guardia, quien le ordenó pruebas de función pulmonar en cuatro ocasiones distintas para determinar por qué tenía problemas respiratorios. En esta ocasión, según Rubin, nunca se le explicó la existencia de un «punto negro» en los pulmones. Según el neumólogo, el médico anterior le había diagnosticado erróneamente el infarto pulmonar.
En agosto de 2022, cuatro meses después de su última prueba de función pulmonar, este médico le diagnosticó, en cambio, un «asma leve persistente». Tras visitar a un cardiólogo y a un inmunólogo/alergólogo, Rubin dijo que nadie podía confirmar si el causante de sus problemas era la vacuna contra COVID-19 de Pfizer.
Rubin recuerda que durante el proceso, su neumólogo hizo algunas declaraciones, como: «Es mejor seguir obteniendo una exención médica temporal a nivel local que intentar conseguir una exención permanente porque los oficiales generales no quieren que esto pase por su mesa» y «recomiendo a todos mis pacientes con asma que se vacunen contra la COVID-19 para protegerse de más lesiones».
Al soldado le hicieron creer que no obtendría una exención médica permanente y que su mejor opción era una exención temporal. En enero de 2022, le concedieron una exención temporal «indefinida».
«No se pudo encontrar ninguna otra fuente y ahora estoy permanentemente lesionado por esta vacuna», dijo el soldado después de hacer todo lo posible para descartar todas las fuentes potenciales de sus síntomas, además del COVID-19 de Pfizer.
Repercusiones en curso
Según Rubin su enfermedad sigue sin resolverse y continúa afectando a su vida profesional y personal. «Me acosan constantemente para que me ponga la segunda vacuna, en parte porque mi exención sigue borrándose de mis registros», dijo el soldado. «Mi antiguo médico de cabecera tuvo que poner la exención varias veces porque la borraban de mi historial», explicó a continuación. Otro profesional médico militar también le amenazó con anular su exención y le está presionando para que se ponga otra vacuna o le retiren del servicio.
Tanto él como su esposa temen «constantemente por nuestro sustento y por mi seguridad laboral, lo que repercute en nuestra salud mental y en la salud de nuestra relación debido al alto nivel de estrés al que ambos estamos sometidos». Además, está preocupado por sus hijos, que oyen sus discusiones y «preguntan constantemente qué va a pasar si me echan del Ejército», dijo el soldado.
Aunque está estresado por toda la situación, Rubin dice que su salud es su «máxima preocupación». No se considera un «antivacunas», pero le preocupan las lesiones sufridas tras recibir la primera inyección de COVID-19.
Rubin sigue buscando una exención médica permanente a pesar del reciente cambio de política del Pentágono por el que se revocó la orden de vacunación. «Con la falta de efectos secundarios documentados de las vacunas no aprobadas por la FDA», añadió, «no me siento cómodo poniendo mi salud en riesgo cuando ya he sufrido una lesión por una vacuna».
Además de sus problemas de salud y de la tensión que supone para su familia, Rubin afirmó que su carrera profesional se vio afectada negativamente, ya que no ha podido asistir a cursos avanzados, lo que dificulta sus posibilidades de ascenso.
«Estoy descorazonado por la falta de preocupación por mi salud por parte de los proveedores médicos militares que me han tratado en esta lesión hasta ahora», dijo el soldado. «Si esto hubiera sido un efecto secundario de la vacuna de la gripe o de cualquier otra vacuna, mi médico de cabecera me habría puesto para una exención permanente de inmediato».
También señaló que su salud sigue siendo su máxima prioridad y quiere saber si su carrera está protegida si el Departamento de Defensa determina que la orden de vacunación debe ser restablecida en el futuro.
“Yo pienso en todos los militares que resultaron lesionados por esta vacuna y no recibieron el tratamiento adecuado debido a que el Departamento de Defensa hizo cumplir una política tan estricta de vacunar a todos a toda costa”, dijo a continuación. “Me disgusta que la preparación sea la línea de esfuerzo número uno para los militares, pero no quieran reconocer cuando algo está lesionando y matando a nuestros miembros del servicio debido a una agenda política”.
Rubin enfatizó que sus puntos de vista no reflejan los del Departamento de Defensa o el Departamento del Ejército. El Pentágono no respondió una consulta de The Epoch Times.
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