La Unión Europea ha puesto en marcha un plan para invertir cientos de miles de millones de dólares en proyectos de infraestructuras globales en el marco del programa «Global Gateway», considerado como una contrapartida a la controvertida Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, que ha sido criticada como un vehículo para ampliar la influencia de Beijing en todo el mundo.
La Comisión Europea (CE), el órgano ejecutivo de la UE, dijo el 1 de diciembre que el programa contará con 340,000 millones de dólares (300,000 millones de euros) en inversiones hasta 2027 para impulsar vínculos en sistemas globales digitales, de energía, de transporte, de salud, de educación y de investigación.
«Global Gateway ofrecerá una opción basada en valores para que los países socios puedan elegir a la hora de decidir cómo satisfacer sus necesidades de desarrollo de infraestructuras», dijo la CE en un documento (pdf) en el que se detalla el nuevo programa, anunciado como basado en valores democráticos y altos estándares.
«Esto significa adherirse al Estado de derecho, defender altos niveles de derechos humanos, sociales y de los trabajadores, y respetar las normas, desde las reglas y estándares internacionales hasta la propiedad intelectual», dijo la Comisión. «Significa adoptar un enfoque ético para que los proyectos de infraestructuras no creen una deuda insostenible o dependencias no deseadas».
China lanzó su plan de la Franja y la Ruta en 2013 para impulsar los vínculos comerciales con el resto del mundo y ha estado gastando mucho en proyectos de infraestructura en varios países. Pero varios críticos dicen que las condiciones de financiación ofrecidas por Beijing son a menudo desfavorables, carecen de transparencia y hacen que algunos países dependan de China a través de la deuda.
Un estudio reciente de AidData, un laboratorio de investigación del Instituto de Investigación Global de William & Mary, analizó 13,427 proyectos respaldados por China en más de 165 países y descubrió que el 35 por ciento de los proyectos de la Franja y la Ruta tenían problemas de ejecución, como escándalos de corrupción, violaciones laborales y peligros medioambientales.
Brad Parks, uno de los autores del estudio, afirmó que «un número creciente de responsables políticos de países de ingresos bajos y medios están paralizando proyectos de alto perfil de la BRI debido a los sobreprecios, la corrupción y las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda».
Al anunciar el lanzamiento de Global Gateway, la CE dijo que su programa «ofrecerá su financiación en condiciones justas y favorables con el fin de limitar el riesgo de problemas de deuda».
«Sin una transparencia adecuada, una buena gobernanza y unos estándares elevados, los proyectos pueden ser mal elegidos o diseñados, quedar incompletos o ser utilizados para alimentar la corrupción. Esto no solo frena el crecimiento y priva a las comunidades locales, sino que, en última instancia, crea dependencias que pueden limitar la capacidad de decisión de los países», añadió la CE.
La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, calificó el nuevo programa de «verdadera alternativa» a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y dijo en una conferencia de prensa en la que presentó el Global Gateway que los países necesitan «ofertas mejores y diferentes».
En declaraciones en un discurso sobre el estado de la Unión a mediados de septiembre sobre el desarrollo de Global Gateway, Von der Leyen señaló los inconvenientes del actual marco de compromiso entre la UE y la región del Indo-Pacífico, lamentando que «los regímenes autocráticos lo utilicen para intentar expandir su influencia».
«Somos buenos financiando carreteras. Pero no tiene sentido que Europa construya una carretera perfecta entre una mina de cobre de propiedad china y un puerto de propiedad china», dijo entonces Von der Leyen.
Calificó la Global Gateway como un «modelo de cómo Europa puede rediseñar su modelo para conectar el mundo», dijo. «Queremos crear vínculos y no dependencias».
La CE dijo que el programa también apuntalaría la recuperación económica mundial e impulsaría las cadenas de suministro globales, cuya vulnerabilidad se puso de manifiesto durante la pandemia de COVID-19.
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