Chen conocía muy bien los peligros que acechan al otro lado del mundo, pero de todas formas se subió al avión.
No había otra opción para rescatar a su madre, que vive en la ciudad china de Wuhan—zona cero de un virulento brote que ha provocado una emergencia sanitaria mundial.
Las aerolíneas internacionales están ahora deteniendo sus vuelos a China, mientras que marcas internacionales como Apple y Starbucks están cerrando sus sucursales en China. Alrededor de una docena de países, incluyendo Estados Unidos, han prohibido la entrada a viajeros que recientemente han estado en China.
El 18 de enero, la madre de Chen comenzó a mostrar síntomas similares al coronavirus que se ha extendido por toda China y docenas de países.
Su condición se estaba deteriorando día a día.
En ese momento, Chen estaba visitando Inglaterra con una visa de turista.
«Yo también estoy muy asustada, pero realmente no podía soportar la idea de perder a mi madre», dijo Chen a The Epoch Times.
«Quería quedarme a su lado y cuidarla», añadió Chen.
Durante 10 días, su madre intentó buscar ayuda médica, pero en todos los lugares a los que fue, los hospitales la rechazaron por falta de camas. La familia de Chen no era la única: de acuerdo con el alcalde de Wuhan, desde el 26 de enero, la ciudad ha utilizado 24 hospitales y un total de 100,000 camas para hacer frente al creciente número de pacientes sospechosos. Las autoridades también están construyendo dos hospitales de emergencia adicionales para atender a los pacientes con coronavirus.
Un día, alrededor de la medianoche, sus padres decidieron dejar de esperar en un hospital después de enterarse de que había más de 1000 pacientes por delante de ellos, todos con síntomas de fiebre.
En otra ocasión, caminaron kilómetros hasta el Hospital Hankou. Un médico les prometió una cama para esa noche. Se fueron a casa y volvieron por la noche. Esperaron diez horas, solo para que les dijeran a las 5 de la mañana que el espacio ya no estaba disponible.
Escuchar la difícil situación de sus padres reforzó la determinación de Chen.
El viaje de vuelta
Fue una misión contra todo pronóstico. Su padre, su hermano que estaba con ella en Inglaterra en ese momento, y los amigos que la rodeaban se opusieron a la decisión de Chen.
Ya no había aviones directos entrando y saliendo de Wuhan. En la ciudad, así como en la amplia provincia de Hubei, unas 60 millones de personas habían sido puestas bajo alguna forma de cuarentena.
Chen voló primero a Vietnam y luego a la ciudad de Shenzhen, en el sur de China, donde tomó un tren expreso con una parada de tres minutos en Wuhan. La policía de allí la ayudó a volver a casa después de que explicara la difícil situación de sus padres. El 28 de enero al mediodía, volvió a su casa en Wuhan, donde vivía con su madre.
Lo que la recibió fue «una visión miserable», según Chen.
«Mi madre estaba sentada en el sofá con los ojos cerrados, sin espíritu», dijo.
«Ella habría muerto»
Chen no perdió tiempo en movilizar la red de personas que podían ayudarla a mover algunos hilos. Intentó todos los contactos posibles, para darle a su madre una mejor oportunidad.
Llamó a los hospitales y llevó a su madre de un lugar a otro, a pesar de saber que podía ser castigada por violar una prohibición de vehículos privados. Publicó su historia en las redes sociales, lo que atrajo la atención de los medios.
Esa noche, los labios de la madre de Chen se pusieron morados. Tenía dificultad para respirar y casi se desmaya. Su saturación de oxígeno en la sangre bajó al 40 por ciento. Chen llevó a su madre al hospital de Hankou.
Los médicos emitieron un aviso de «enfermo crítico» y realizaron una operación de emergencia durante tres horas. Una tomografía computarizada reveló que el 40 por ciento de los pulmones de su madre estaban infectados. El médico le dijo a Chen que su madre solo tenía un 50 por ciento de posibilidades de sobrevivir. A las 4 a.m. de la mañana siguiente, el procedimiento de la operación terminó y fue hospitalizada.
El médico les dijo que creía que la madre había contraído el coronavirus, pero no hizo el papeleo formal para diagnosticarla.
«Si no hubiera vuelto a casa, ella habría muerto», dijo Chen.
La afortunada
En los grupos de chat de las redes sociales en los que Chen y otros ciudadanos chinos comparten información sobre el virus, la desesperación también impregna sus conversaciones. Hubo alguien que perdió cuatro de los cinco miembros de su hogar por el virus; una madre soltera que se enfermó junto con su hijo pequeño; el colega de Chen que se infectó un mes después de tener un bebé.
Un oficial del comité de vecindario en la zona residencial de Chen le dijo a Chen que su madre era «la afortunada», ya que el hospital la admitió. Otro hombre de 84 años que cayó gravemente enfermo al mismo tiempo no pudo conseguir una cama, le dijo.
Los amigos y compañeros de trabajo de Chen también contaron historias de familiares que se enfermaron. «Mucha gente quedó sin diagnosticar cuando murió. No fueron hospitalizados», dijo.
Toda la ciudad está en un estado lamentable. «Cuando llevaba a mi madre al hospital, toda la calle estaba vacía», dijo. «En el pasado, ese era el lugar más concurrido, era imposible caminar por él… pero ahora todo lo que se ve es la [estela] de la enfermedad».
«Se sentía como el fin del mundo, como lo que se ve en las películas».
«Desastre provocado por el hombre»
La última vez que Chen habló con The Epoch Times, estaba en el hospital esperando noticias sobre el estado de su madre. El doctor dijo que la situación era «muy grave» y le pidió que se quedara en el hospital. Dijo que su madre podría irse en cualquier momento.
Las autoridades dijeron que todos los que den positivo en el test de coronavirus son elegibles para tratamiento médico gratuito. Pero los doctores simplemente le dijeron a Chen que no tenían suficientes kits de pruebas y que no podían diagnosticar a su madre.
Dos de los tres proveedores oficiales del país de kits de pruebas de coronavirus, Shanghai GeneoDx Biotech y Shanghai BioGerm Medical Biotechnology, dijeron el 24 de enero que tenían la capacidad de producir unos 220,000 kits de pruebas diarias, que deberían llegar a diferentes regiones en 24 horas, según los medios de comunicación estatales chinos.
El 27 de enero, dos empresas de biotecnología que desarrollaron sus propios kits de prueba donaron 46,000 de ellos a Wuhan, según los medios de comunicación chinos.
«Todas las políticas del gobierno son una broma», dijo. «Ellos dijeron: ‘Yo arreglaré un tratamiento gratuito para usted’, pero cuando usted realmente los busca… los doctores no lo diagnosticarán. Es solo una fachada».
Chen también culpó a la inacción del gobierno por exacerbar la crisis.
Un estudio del 29 de enero en el New England Journal of Medicine encontró que la transmisión entre humanos había ocurrido entre principios y mediados de diciembre.
Las autoridades afirmaron repetidamente que la enfermedad era contenible y no contagiosa hasta el 20 de enero, cuando Zhong Nanshan, el principal científico respiratorio de la nación, reconoció que un paciente había infectado a 14 trabajadores médicos.
El 3 de enero, la policía de Wuhan emitió advertencias a ocho profesionales médicos locales por «difundir rumores» sobre la enfermedad en línea. Uno de ellos, el doctor Li Wenliang, contrajo más tarde el virus mientras trataba a un paciente. Sus padres también se enfermaron mientras lo cuidaban.
El alcalde de la ciudad más tarde culpó a las autoridades centrales por retener información sobre la enfermedad.
Un estudio publicado en The Lancet el 31 de enero estimó que hasta 75,815 personas en Wuhan podrían haber sido infectadas, con un número de infecciones que probablemente se duplicaría cada 6.4 días.
La enfermedad ha alcanzado hasta ahora 26 territorios fuera de China continental.
Citando a su amiga que trabaja en el gobierno local, Chen dijo que el total de casos sospechosos e infectados es «definitivamente» más de 100,000.
«Esto no es una calamidad natural; es un desastre provocado por el hombre», dijo Chen.
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