Un practicante de Falun Gong ha muerto en China tras entrar en coma durante su encarcelamiento, siendo la más reciente víctima conocida de la implacable persecución del régimen chino a esta fe espiritual.
Yao Xinren, de la provincia oriental china de Shandong, fue detenido en julio de 2019 en su lugar de trabajo. Sufrió una hemorragia cerebral en abril de 2020 mientras estaba recluido en el Centro de Detención de Zhangjiagou y fue sometido a una operación cerebral en el Hospital Popular local de Longkou, según Minghui.org, un sitio web con sede en Estados Unidos dedicado a seguir la persecución de Falun Gong en China.
Entró en coma tras la operación y permaneció en la unidad de cuidados intensivos. El 4 de febrero, los funcionarios de seguridad interna de la ciudad y los miembros del tribunal local retiraron el soporte vital de Yao sin pedir permiso a su familia. En su lugar, ordenaron que se le enviara a un centro de atención a la tercera edad llamado Hogar de Ancianos del Condado de Dongjiang, a pesar de que el centro no tenía capacidad para ofrecer tratamiento médico profesional.
Yao murió una semana después, el 11 de febrero, en vísperas de la fiesta del Año Nuevo Lunar, el feriado anual más grande del país para las reuniones familiares.
Su historia es el último recordatorio de las duras condiciones a las que se enfrentan actualmente millones de creyentes en China.
Falun Gong, una práctica espiritual que consiste en enseñanzas morales basadas en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia, y un conjunto de ejercicios de meditación, se introdujo al público chino en 1992 y atrajo a entre 70 y 100 millones de personas a finales de la década.
Preocupado por que la popularidad de Falun Gong desafiara su gobierno, el Partido Comunista Chino comenzó una campaña sistemática contra esta práctica en julio de 1999, enviando a sus practicantes a la cárcel, a campos de trabajo y a otras instalaciones, donde a menudo son torturados. Minghui.org ha identificado a miles de víctimas como Yao que han muerto bajo la persecución, aunque el número real de muertes podría ser mucho mayor
A la edad de 51 años, Yao fue descrito con una «complexión alta y robusta», según el informe de Minghui. Anteriormente había trabajado en la mina de carbón Liangjia, de propiedad estatal, en la ciudad de Longkou, en Shandong, pero perdió su empleo debido a la persecución. Tuvo que aceptar trabajos esporádicos para mantener a su hijo en la escuela de posgrado.
Mientras repartía folletos de Falun Gong en 2003, Yao fue detenido y posteriormente condenado a cuatro años de prisión. Las autoridades locales le hicieron desfilar por las calles a él y a otros pocos practicantes detenidos en un intento de humillarlos, según el testimonio de otro practicante local de Falun Gong que también fue objeto de los maltratos.
Desde su detención en 2019, los agentes de la policía local lo mantuvieron sin juicio y vigilaron constantemente al abogado que su familia contrató para él. Una audiencia judicial prevista inicialmente para febrero del año pasado fue suspendida debido al brote de COVID-19.
Cuando la esposa de Yao vio la cabeza vendada de Yao el 24 de abril tras su operación cerebral, lloró y exigió una explicación al jefe de la policía local, Guo Fu, pero no recibió ninguna respuesta clara.
A pesar de que Yao se encontraba inconsciente, varios agentes vigilaban día y noche en el exterior de la unidad de cuidados intensivos de Yao para tomar nota de cualquier visita, y decían a los transeúntes que estaban «vigilando a un criminal».
«Yao Xinren estaba perfectamente bien antes. ¿Cómo se ha puesto así? ¿Fue a consecuencia de los golpes?», preguntó su familia en una reunión celebrada en mayo de 2020 con funcionarios del tribunal de Longkou y altos cargos de la policía.
La policía rechazó la solicitud de la familia para obtener imágenes de vigilancia del centro de detención —que los familiares creen que pueden proporcionar pistas sobre la hemorragia cerebral de Yao— diciendo que no tenían autorización de un buró policial superior.
Las autoridades chinas no mostraron signos de disminuir la persecución en medio de la pandemia en curso. En 2020, más de 15,000 practicantes de Falun Gong fueron víctimas de detenciones o de algún tipo de acoso por parte de la policía, con casi 3600 casos de allanamiento de casas. Solo en enero, las detenciones ascendieron a 482 en 155 ciudades, entre las que se encontraban decenas de practicantes de 70 años o más.
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