Comentario
El 19 de septiembre, el viceprimer ministro chino, Liu He, realizó una gira de inspección de la ciudad de Mianyang, provincia de Sichuan, uno de los principales centros de fabricación electrónica de China, según informes de medios de comunicación chinos.
El viaje de Liu se produjo poco después de que el 15 de septiembre entraran en vigor las restricciones de exportación de Estados Unidos, que limitan el acceso de Huawei a los fabricantes de chips mundiales.
El Grupo de Tecnología Beijing Opto-Electronics (BOE), un productor de componentes electrónicos con una base de manufactura en Mianyang, estuvo especialmente en el centro de atención.
BOE es conocido como fabricante de pantallas OLED (diodo orgánico de emisión de luz), comúnmente utilizadas en las pantallas de los teléfonos inteligentes y de los televisores.
Huawei es un gran cliente de BOE. Su línea de producción de matriz activa flexible de sexta generación OLED (AMOLED, un tipo de OLED) es conocida como el proyecto industrial individual más grande de Mianyang.
BOE es el mayor fabricante de pantallas con paneles del mundo y proveedor de muchas empresas tecnológicas importantes, incluyendo Apple.
El informe financiero de la empresa muestra que en 2019, BOE compró más de 6000 millones de yuanes (USD 885 millones) en chips de circuitos integrados (IC) para controladores de pantalla, entre los cuales los chips nacionales representaron menos del 5 por ciento. Es decir, BOE depende en gran medida de las importaciones de materiales avanzados para fabricar sus pantallas.
Por ejemplo, los chips de controladores específicos para pantallas son componentes clave. Los actuales proveedores de chips de BOE proceden principalmente de Corea del Sur y Taiwán. Los chips del controlador AMOLED de BOE son de Corea del Sur. Las tres principales empresas surcoreanas —Samsung, MagnaChip y Silicon Works— ocupan alrededor del 95 por ciento del mercado mundial de chips controladores AMOLED. Tanto los fabricantes de chips surcoreanos como los taiwaneses también utilizan tecnología de origen estadounidense.
Además, la maquinaria de deposición de vapor al vacío necesaria para la fabricación del OLED, es producida principalmente por la empresa japonesa Canon. También el fotoresist, una materia prima clave para la fabricación de paneles y las tecnologías relacionadas, es dominado por Estados Unidos y Japón.
Según un informe de los medios de comunicación chinos, AI Finance & Economics, un analista de mercado declaró: «Sin las materias primas básicas de otros, nosotros [China] definitivamente no podemos lograrlo. Nosotros podríamos solo completar una producción superficial, pero de hecho sigue siendo una fábrica de ensamblaje para la alta tecnología». Es decir, aunque China tiene la mayor capacidad de producción de paneles del mundo, el equipo básico y las materias primas dependen de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.
A medida que Estados Unidos restrinja aún más el acceso de China a los fabricantes de chips, las grandes empresas como BOE seguramente se verán afectadas. De hecho, mucho antes de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, BOE fue incluida en la lista de entidades del Departamento de Comercio, debido a su violación de las leyes estadounidenses de exportación de tecnología sensible.
BOE también está fuertemente apoyada por los subsidios del gobierno chino. En su último informe de ganancias para la primera mitad de 2020, la compañía obtuvo ingresos de 60,000 millones de yuanes, lo que representa un crecimiento de dos dígitos, pero el beneficio neto fue de solo 1100 millones de yuanes, lo que supone un descenso de casi el 32% con respecto al año anterior. BOE recibió subsidios del gobierno de hasta 1520 millones de yuanes.
En su informe financiero de 2019, recibió 2640 millones de yuanes en subsidios gubernamentales.
Sin los subsidios del gobierno, era difícil imaginar que BOE sobreviviera. No obstante, los fabricantes chinos no solo siguieron operando, sino que también lograron hacerse con una cuota de mercado global.
En un artículo de la Harvard Business Review de 2013, «Cómo los subsidios chinos cambiaron el mundo«, los autores emitieron una declaración: «Desde 2001, cuando China se unió a la Organización Mundial del Comercio, los subsidios han financiado anualmente más del 20 por ciento de la expansión de la capacidad de fabricación del país. El estado ha pagado de buena gana el precio de la ineficiencia económica para lograr objetivos políticos, sociales, económicos y diplomáticos. Los enormes subsidios chinos condujeron a un exceso masivo de capacidad global, incrementando las exportaciones, deprimiendo los precios mundiales, y vaciando las bases industriales de otros países».
La Organización Mundial del Comercio (OMC) prohíbe expresamente los subsidios que están directamente vinculados a las exportaciones o que requieren el uso de bienes nacionales.
En las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, una de las principales preocupaciones de Estados Unidos es la cuestión de los subsidios chinos.
Al reaccionar ante las sanciones de Estados Unidos, el Partido Comunista Chino (PCCh) y los medios de comunicación estatales suelen acusar a Estados Unidos de «intimidación». Pero el régimen chino nunca dejaría que el pueblo chino supiera el simple hecho de que los subsidios gubernamentales crearon una competencia desleal en el mercado internacional y crearon muchas «desgracias globales». Como miembro de la OMC, Beijing explotó las reglas internacionales.
Chen Simin es un escritor independiente que a menudo analiza la actualidad de China. Ha contribuido a The Epoch Times desde 2011.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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